Sistema: este ritual sólo se puede emplear sobre gárgolas de 10 ª generación o inferior y requiere el gasto de un punto de Fuerza de Voluntad, así como una tirada habitual de ritual. Después, la gárgola deberá concentrarse durante un turno (y su jugador invertir un punto de Fuerza de Voluntad) para sintonizar con el edificio. A continuación el jugador, como realizando una acción refleja, tira Percepción + Ocultismo (dificultad 7) para que la criatura detecte a todos los sujetos que se encuentran dentro de la estructura, siempre y cuando ella también lo esté. Un éxito le revelará la población aproximada (por ejemplo, si hay diez personas dentro, el Narrador podría ofrecerle un valor entre cinco y veinte). Sabrá cuál es el punto donde hay una mayor concentración de personas. Dos o más éxitos le proporciona la ubicación exacta de cada individuo que no esté protegido mágicamente frente a la detección (mediante la Ofuscación o Taumaturgia). No obstante, la gárgola no sabrá sus identidades. Si abandona el edificio, continuará estando en sintonía con él hasta que se la sintonice con otro lugar. No podrá utilizar este poder a menos que esté en contacto físico con la estructura por la que siente afinidad. El ritual debe realizarse durante la luna llena.
Ritual Nivel 03 - Defensor del Refugio
Los tzimisce y sus repugnantes secuaces atacan regularmente las fortalezas tremere. En ocasiones, sus ataques son frontales; en otras, los enemigos se sirven del sigilo y la astucia para afianzar sus posiciones en los puestos avanzados tremere. Las gárgolas que han sido sometidas a este ritual reciben la capacidad de conocer instintivamente cuál es la posición de los individuos dentro del refugio de sus amos. De este modo pueden coordinar la defensa de los aliados y dirigir las emboscadas contra las tropas invasoras en un ataque a gran escala. Así mismo, podrán detectar a los ladrones y otros intrusos, si están prestando atención cuando éstos penetran en el lugar. Para elaborar el hechizo, el tremere prepara un ladrillo de barro y le inscribe docenas de runas y glifos. Luego le entrega el ladrillo a la gárgola que deberá aplastarlo entre sus manos desnudas. Prepararlo le llevará aproximadamente una hora.
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