Principio de la Identidad

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Cada criatura, cada objeto, cada fuerza del universo posee aspectos asociados y asociaciones que la definen. Los primeros alquimistas pasaron la mayor parte de sus vidas o no vidas estudiando estas características entretejidas y diseñando fórmulas para explotarlas. La magia de sangre ha adoptado ese concepto y lo ha llevado más allá hasta convertirlo en el Principio de la Identidad. En su forma más básicas, la Identidad explica que todo posee una esencia y que ésta es al mismo tiempo individual y compartida.

Uno de mis primeros maestros empleaba colores a modo de analogía de este principio. E sus ejemplos, cuanto más cercana fuese la relación entre esencias individuales, más parecidos serían los colores, aunque sin importar la diferencia de su tonalidad, todos los colores forman parte del mismo espectro. Según esa analogía, la esencia de un vástago podría estar representada por el azul marino, mientras que la de otro sería índigo; ambos son el mismo color, y aún así diferentes.

Continuando con esta teoría, un mortal podría representarse con el color amarillo y un ghoul con el verde, bien con tintes amarillentos o azulados, dependiendo de lo fuerte que fuese la influencia del vástago. Claro está esto es una burda simplificación (la identidad no se encuentra tan definida como el esquema cromático) pero la encuentro fundamentalmente válida, al menos con propósitos instructivos. Las ondas de radio podrían servir también como analogía valida, donde cada asociación sería una única "frecuencia".

La magia de sangre utiliza la identidad para apuntar los efectos que genera. El principio proporciona la guía para una senda o ritual una vez se libera el envío al haber dirigido la magia a la esencia del objetivo. Otro de mis antiguos maestros comparaba la Sangre con la pólvora, la Voluntad con una bala, el Conocimiento con una Pistola, la Identidad con la mira del arma. Lo que crean los demás principios mayores, la Identidad lo dirige. Sin ella, no habría control posible sobre el efecto del envío; la magia sin dirección no es mas que energía liberada al azar.

Una faceta de la Identidad en particular, los Nombres Verdaderos, fue en su tiempo vital para el mismo corazón de la magia de sangre. Un Nombre Verdadero (o Nombre a secas) es básicamente un atajo escrito o verbal hacia la naturaleza de lo que quiera que describa. Contiene la definición de la esencia del ser u objeto nombrado: le da nombre al color, si volvemos a la analogía anterior. Un Nombre Verdadero encadena la Identidad, la misma esencia, de un individuo a una palabra. Así con un Nombre el magus adquiere plena conciencia de la esencia del objeto o entidades nombrados.

Sin embargo con el paso de los siglos, el poder de los Nombres se ha diluido en gran parte por culpa del desuso. Los brujos aún tienen extensas listas de los Nombres Verdaderos de ingredientes comunes empleados en rituales de magia de sangre, éstos aún se realizan en muchos ritos. No ocurre lo mismo con los vástagos individuales ni con los mortales, no obstante. De hecho, es un poco confuso. Los Nombres Verdaderos aún son componentes esenciales de los efectos de la magia de sangre, aunque ahora rara vez se los invoque como tal. El mero hecho de ver al blanco puede satisfacer los requisitos de la Identidad, al igual que poseer algún objeto personal del sujeto. A mi juicio, decir un Nombre Verdadero no siempre es necesario. Como nota al margen, el humor más preciado para los vástagos, la vitae, contiene un vínculo directo entre ese fluido y su padre. Tener una cantidad de sangre de otro vástago en la propia equivale a conocer su Verdadero Nombre. Piensa en eso la próxima vez que un superior te ofrezca un favor "a cambio de una pequeña cantidad de sangre".

Antes de nada, hay que entender que un nombre dado no es un Nombre Verdadero. El magus que desee conocer el Nombre de su víctima no va a abrir sin más la guía telefónica y encontrar allí listado el Nombre Verdadero. Hace tiempo, todo el mundo recibía un Nombre, pero hace mucho se ha abandonado la costumbre entre los mortales y también entre los vástagos. Pocos de éstos (y pocos de los otros) son siquiera conscientes de sus Nombres Verdaderos. Por este motivo el uso de los Nombres ha empezado a menguar entre los magi más jóvenes e impacientes. Intentar desentrañar el Nombre Verdadero que se le dio a alguien es una tarea formidable en si mismo; intentar descubrir el de uno que ni siquiera ha sido Nombrado puede llevar años.

Los magi mas poderosos entre los vástagos emplean el tiempo necesario para descifrar su propio Nombre sólo para poder defenderlo de otros magos de sangre. Si el magus conoce su Nombre, puede dar los pasos necesarios para salvaguardarlo encerrando el Nombre en cifras mágicas y barreras arcanas, complicando aún más el proceso ya de por sí difícil. Por otro lado, no lo hace, sólo puede esperar que nadie le guarde tanto rencor como para invertir los años que haga falta para encontrarlo.

Los magos de sangre con menos experiencia o rematadamente tontos a veces se burlan de aquellos magi más tradicionales que pasan años investigando. Éste es un ejemplo inmejorable de Darwinismo de Sangre, si se me permite, pues una vez que el Nombre de un magus se da  a conocer, se vuelve mucho más vulnerable a la magia ritual. Lo que es más, mientras que las sendas tienen un alcance limitado (por lo general la vista o el tacto) si se sabe el Nombre Verdadero de la victima, ese alcance se vuelve prácticamente infinito.

El ritual Carne de Papel ilustra la potencia de conocer el Nombre Verdadero de la víctima. Al inscribir el nombre del vampiro objetivo en una hoja de papel antes de reducirla a cenizas, el magus elimina temporalmente la resistencia sobrenatural del cuerpo del vástago convirtiéndolo en un reseco cascarón carbonizado.

Ya que el uso común de los Nombres ha desaparecido casi por completo del mundo, al menos en lo que concierne a individuos, los magos de sangre lo compensan aproximándose al blanco o al invocar una senda. Todas las sendas a excepción de las que digan lo contrario, requieren que el mago este relativamente cerca del sujeto. Algunas precisan linea de visión para identificar al blanco con claridad, pero los efectos más específicos pueden precisar que el magus y su víctima se estén mirando a los ojos o que se llegue a tocar. Estos métodos le permiten al mago dirigir la magia sin emplear, o incluso sabiendo de forma consciente, el Nombre Verdadero del sujeto.

La mayoría de los rituales herméticos también burlan el requisito de los Nombres a la hora de guiar y enviar. Unos pocos aún utilizan el Nombre del sujeto para realizar su magia, si bien ésta va dirigida sobre todo a entidades de otros mundos. Además, aunque algunos confían en la proximidad, existen otros métodos cuando se ejecuta magia de la sangre a través de un rito. Estas alternativas comprenden los Principios Menores de la Magia de Sangre.
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