Bajo sus capuchas y tocas, la Casta Sanadora de los Salubri susurra rectitud en la calmada certeza del fanatismo. Saulot era el Chiquillo de los Chiquillos de Caín al que éste más amaba, dicen las historias nodistas. Eran tan admirado y resuelto que sólo él quedó libre de ser maldito por el Primero. Esto da a los Salubri gran prestigio entre quienes prestan atención a estas cosas, formando la base de su mandato para permanecer al margen y por encima de la sociedad Cainita, asegurándose de que vampiros y humanidad permanecen en simbiosis. Los Sanadores cuidan de los rebaños mortales y los bestiales Cainitas, salvando cuerpos y almas. Permanecen silenciosos en las cortes, escrutando con una simple mirada los Caminos que otros recorren. Los Pastores tratan con rabinos, obispos e imanes por igual. Preservan la sabiduría de Nod y la promesa de Rafael. La Larga Noche fue cruel para los Sanadores. El manto de árbitro dependía del mito de Caín, por lo que los Salubri se aferraron a las religiones de Abraham. Pero la furia de las Cruzadas agitó la unidad en su propio centro, y sus filas se redujeron también con los pogromos albigenses. Lo que es peor, ellos fueron los primeros de entre los Clanes en probar la locura, la furia y la desesperación de su Progenitor a través de la Vitae robada de su mítico Antediluviano. Vieron, horrorizados, cómo la Diablerie de Saulot contribuía al auge de los Trémulos. La pérdida de Saulot dejó al Clan hendido por el desacuerdo, y su falta de unidad llevó a la pérdida incluso del título de Clan. Sin los Guerreros para permanecer a su lado, los Sanadores no pudieron evitar los peores excesos de los Clanes que se consideraban por encima de la arrogancia de los Salubri. Sin Saulot para guiarlos, las tres Líneas de Sangre llevan a cabo su mandato por separado. Sin nosotros, gritan a los corazones inermes, ¿qué oscuridad abrazarán los Condenados?
Senda del Sanador
Cazadores de demonios. Árbitros. Ladrones de almas. Desde los tiempos de Enoch los Sanadores han guiado la raza de Caín, levantando a quienes tropiezan. Tres ojos miran desde sus rostros sagrados, parejos a las tres Líneas de Sangre del Clan. De entre las Castas (Sanadora, Guerrera, Vigilante), los Sanadores son quienes buscan mantener a la humanidad sana y vital. Vigilan la separación entre Cainitas y mortales, asegurando que ningún vampiro atraiga demasiada atención de los gigantes durmientes de quienes se alimentan, y que la enfermedad y las heridas nunca amenacen las gargantas oscurecidas de sangre de los vampiros.
Bajo sus capuchas y tocas, la Casta Sanadora de los Salubri susurra rectitud en la calmada certeza del fanatismo. Saulot era el Chiquillo de los Chiquillos de Caín al que éste más amaba, dicen las historias nodistas. Eran tan admirado y resuelto que sólo él quedó libre de ser maldito por el Primero. Esto da a los Salubri gran prestigio entre quienes prestan atención a estas cosas, formando la base de su mandato para permanecer al margen y por encima de la sociedad Cainita, asegurándose de que vampiros y humanidad permanecen en simbiosis. Los Sanadores cuidan de los rebaños mortales y los bestiales Cainitas, salvando cuerpos y almas. Permanecen silenciosos en las cortes, escrutando con una simple mirada los Caminos que otros recorren. Los Pastores tratan con rabinos, obispos e imanes por igual. Preservan la sabiduría de Nod y la promesa de Rafael. La Larga Noche fue cruel para los Sanadores. El manto de árbitro dependía del mito de Caín, por lo que los Salubri se aferraron a las religiones de Abraham. Pero la furia de las Cruzadas agitó la unidad en su propio centro, y sus filas se redujeron también con los pogromos albigenses. Lo que es peor, ellos fueron los primeros de entre los Clanes en probar la locura, la furia y la desesperación de su Progenitor a través de la Vitae robada de su mítico Antediluviano. Vieron, horrorizados, cómo la Diablerie de Saulot contribuía al auge de los Trémulos. La pérdida de Saulot dejó al Clan hendido por el desacuerdo, y su falta de unidad llevó a la pérdida incluso del título de Clan. Sin los Guerreros para permanecer a su lado, los Sanadores no pudieron evitar los peores excesos de los Clanes que se consideraban por encima de la arrogancia de los Salubri. Sin Saulot para guiarlos, las tres Líneas de Sangre llevan a cabo su mandato por separado. Sin nosotros, gritan a los corazones inermes, ¿qué oscuridad abrazarán los Condenados?
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Bajo sus capuchas y tocas, la Casta Sanadora de los Salubri susurra rectitud en la calmada certeza del fanatismo. Saulot era el Chiquillo de los Chiquillos de Caín al que éste más amaba, dicen las historias nodistas. Eran tan admirado y resuelto que sólo él quedó libre de ser maldito por el Primero. Esto da a los Salubri gran prestigio entre quienes prestan atención a estas cosas, formando la base de su mandato para permanecer al margen y por encima de la sociedad Cainita, asegurándose de que vampiros y humanidad permanecen en simbiosis. Los Sanadores cuidan de los rebaños mortales y los bestiales Cainitas, salvando cuerpos y almas. Permanecen silenciosos en las cortes, escrutando con una simple mirada los Caminos que otros recorren. Los Pastores tratan con rabinos, obispos e imanes por igual. Preservan la sabiduría de Nod y la promesa de Rafael. La Larga Noche fue cruel para los Sanadores. El manto de árbitro dependía del mito de Caín, por lo que los Salubri se aferraron a las religiones de Abraham. Pero la furia de las Cruzadas agitó la unidad en su propio centro, y sus filas se redujeron también con los pogromos albigenses. Lo que es peor, ellos fueron los primeros de entre los Clanes en probar la locura, la furia y la desesperación de su Progenitor a través de la Vitae robada de su mítico Antediluviano. Vieron, horrorizados, cómo la Diablerie de Saulot contribuía al auge de los Trémulos. La pérdida de Saulot dejó al Clan hendido por el desacuerdo, y su falta de unidad llevó a la pérdida incluso del título de Clan. Sin los Guerreros para permanecer a su lado, los Sanadores no pudieron evitar los peores excesos de los Clanes que se consideraban por encima de la arrogancia de los Salubri. Sin Saulot para guiarlos, las tres Líneas de Sangre llevan a cabo su mandato por separado. Sin nosotros, gritan a los corazones inermes, ¿qué oscuridad abrazarán los Condenados?
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