Estos seis poderosos vampiros son nombrados por el Círculo Interior para que sean sus ojos, oídos, manos y, de vez en cuando, puños. El nombramiento es un proceso largo y laborioso (y a menudo estéril) en el que cada clan lucha para situar a un miembro fuerte en, quizá, el cargo más poderoso que puede ostentar un Vástago. Con demasiada frecuencia lo obtienen candidatos mediante “arreglos”, pero de vez en cuando el proceso alcanza su objetivo y un vampiro auténticamente digno, poderoso y leal asciende hasta el puesto de justicar. A veces, se ignora a los candidatos de compromiso, o el Círculo Interior trata de manipularlos. En ambos casos el tiro puede salir por la culata; aquellos nombrados para el puesto, incluso si no lo esperaban, habitualmente se toman el cargo con toda seriedad. Aquellos que son ignorados pueden acumular recursos y aliados sin llamar la atención, mientras los que intenta manipular el Círculo Interior pueden morder las manos que les alimentan y demostrar que saben emplear el poder que se les ha concedido. Los justicar cuentan con un poder inmenso sobre la sociedad de la Estirpe y la Camarilla en general, dejando al margen al Círculo Interior.
Sólo ellos tienen la última palabra en las decisiones relacionadas con las Tradiciones, y lo hacen al más alto nivel. Un justicar puede convocar un cónclave en cualquier momento, para fallar acerca de algún tema o junto a uno de sus iguales para tomar decisiones conjuntas acerca de la política de la secta. Cuando uno de estos vampiros poderosos hace meramente una petición cortés, muy pocos Vástagos se atreven a negarse. Los justicar no sólo son jueces sombríos y agentes del Círculo Interior. Estimulan los aspectos sociales de los cónclaves para que los Vástagos de la Camarilla puedan conocer a sus iguales, reuniones que nunca se hubieran producido si no llega a ser por los cónclaves. Con su poder, los justicar pueden asegurarse de que se destrona a un príncipe enloquecido o déspota, o que cambia el rumbo de la batalla contra los enemigos de la Camarilla. Una palabra de un justicar en el momento preciso puede ser mejor moneda de cambio que el oro o la posición social para los Vástagos desesperados.
En la reunión del Círculo Interior de 1998, los justicar eran:
• Brujah: Jaroslav Pascek
• Malkavian: Maris Streck
• Nosferatu: Cock Robin
• Toreador: Madame Guil
• Tremere. Anastasz di Zagreb
• Ventrue: Lucinde
Con la excepción de Madame Guil, todos los justicar son nuevos. Lucinde no es nueva en las altas esferas, pero esta es la primera vez que la veterana arconte alcanza este puesto superior. Xaviar, antiguo justicar Gangrel, fue el último de su clan en ocupar el cargo, y con la retirada “formal” del clan de la secta no hay necesidad de contar con un justicar Gangrel.
Un Choque de Titanes
Las acciones de un justicar sólo pueden ser puestas en duda por otro justicar, lo que puede generar disputas al más alto nivel. Si las cosas se ponen muy calientes, ambas partes pueden solicitar que un cónclave u otro justicar resuelvan el asunto antes de que se les vaya de las manos. Como unos cuantos Vástagos resentidos pueden atestiguar, cuando los justicar deciden jugar a este nivel, pocos están a salvo de ser usados y manipulados a capricho. Se sabe que los justicar enfrentados han usado ciudades como peones, y un príncipe que se atreva a protestar puede encontrarse con una multitud de arcontes que le detienen por cargos inventados. Dichas tácticas a menudo aseguran que el objetor pierda el puesto y lo sustituya alguien más flexible, incluso si eso desestabiliza la ciudad. Cuando las cosas llegan a este nivel, todo Vástago corre a esconderse o pide ayuda externa. A causa de tales abusos, tanto los antiguos como los novatos detestan la influencia que tienen los justicar sobre la vida de la Estirpe, pero el poder y los recursos de los justicar evitan que muchos vampiros descontentos hagan algo más que refunfuñar.
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