Una de las costumbres más importantes de la Camarilla moderna es la de la presentación. Cuando un vampiro entra en una ciudad, está obligado a presentarse ante el príncipe de la zona y solicitar su permiso para residir en su dominio, incluso temporalmente. Aunque el “permiso” es casi siempre una formalidad (la negativa por parte del príncipe es todo un acontecimiento, y puede incluso llevar a un arconte a que investigue este trastorno en la rutina habitual), el propio procedimiento es uno de los pilares de la secta. El principal fin al que sirve la presentación es que permite al príncipe saber quién está en su ciudad. La información es poder, y de esta manera el príncipe sabe al menos supuestamente quienes son todos sus súbditos. Además, la presentación formal, con su petición de permiso de estancia, refuerza claramente la dinámica de poder entre príncipe y súbdito; el proceso está diseñado para reforzar la naturaleza del príncipe.
A la inversa, un vampiro que se niega a presentarse ante el príncipe se pone a tiro de las atenciones del azote o del sheriff como intruso. Los Vástagos que evitan la recepción ritual claramente no quieren hacer patente su estancia en la ciudad (o son demasiado vagos para presentarse), y como tales, probablemente merezcan una visita de las fuerzas policiales de la ciudad para mantenerles a raya.
Procedimientos
Es bastante probable que un vampiro nuevo en una ciudad no sepa quién es el príncipe o dónde puede estar el Elíseo. (El hecho de que este desconocimiento pudiera remediarse con un poco de documentación por parte del personaje, siempre es bueno comprobar el terreno antes de viajar, no merece la pena tenerse en cuenta). Los vampiros que saben dónde ir y qué hacer antes de llegar a una nueva ciudad generalmente se encargan de sus obligaciones enseguida, presentándose ante el príncipe del lugar y, si son inteligentes, también a los antiguos de sus clanes. Aquellos vampiros que no saben donde ir, sin embargo, se enfrentan a un proceso algo más complicado. Deben localizar a otros Vástagos en la ciudad y obtener la información acerca de dónde ir y qué hacer y hacerlo antes de que el sheriff del lugar caiga sobre él. Si la ley encuentra a un vampiro que no se ha presentado, incluso uno que está esforzándose por saber dónde pudiera estar el Elíseo, pueden declarar abierta la veda de forasteros. El sheriff podría apiadarse del recién llegado y llevarle el mismo al príncipe, o podría simplemente aprovechar a oportunidad de sacudir una buena paliza al “infractor”.
Si el recién llegado tiene suerte y es bueno, averigua donde tiene que ir y se mantiene desapercibido hasta la siguiente corte del príncipe en el Elíseo. En dicho momento, va derecho a la corte, con la esperanza de llegar sin incidencias o interferencias por parte de otros Vástagos (que pueden estar esperando de camino, buscando su última oportunidad para acabar legalmente con el intruso). Si las cosas fueran bien, se presenta, se le concede permiso para quedarse en la ciudad, y acaba la recepción con el príncipe como residente de ese lugar. Si la cosa va mal, puede que no obtenga una audiencia o se pudiera rechazar su estancia. En ese caso, sería mejor el vampiro se escondiera o se largara de inmediato de la ciudad. Puede intentarlo de nuevo en el siguiente Elíseo, pero sobrevivir hasta entonces puede ser complicado.
El proceso de la presentación en sí es breve. El solicitante da su nombre al senescal, que le anuncia al príncipe cuando lo permite la agenda de éste. Después, el recién llegado es acompañado ante el príncipe y se presenta formalmente, indicando su nombre y clan, y solicitando permiso para quedarse en la ciudad (o para visitarla). A menudo el príncipe pregunta por su oficio y linaje, y el senescal anota atentamente las respuestas para futuras referencias. Finalmente, si todo va de acuerdo con el plan, el príncipe reconoce al solicitante y le deja recorrer libremente su ciudad. Desde ese momento, es el vampiro el que debe abrirse camino.
Negar el Permiso
Aunque no es habitual que un príncipe niegue a un vampiro el derecho a quedarse en una ciudad, es lícito. Entre las razones para la negativa están:
• Superpoblación.
• El solicitante tiene mala reputación en todas partes.
• Un favor a otro príncipe o antiguo, que quiere mantener al recién llegado en fuga.
• Pruebas que el nuevo Vástago apoya a uno de los rivales del príncipe.
Engrasar el Mecanismo
Los Vástagos que tienen partidarios, sires o aliados en una ciudad ven que el proceso de presentación es sencillo. Dichos vampiros son acompañados por sus sires o patrocinadores, y suelen ser reconocidos de inmediato. Haciéndolo, el príncipe evita enojar a los allegados del solicitante. Al mismo tiempo, la presencia de dichos partidarios indica que el solicitante tiene un lugar esperándole en la ciudad. Lo último es importante, ya que asegura al príncipe que su nuevo súbdito es razonablemente responsable, a diferencia de un anarquista o un agitador que pudiera convertirse en una amenaza.
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