Los Capadocios que dominan este poder son capaces de desencadenar la putrefacción en todo cuanto les rodea, canalizando la muerte que se oculta en todos los seres vivos, humanos, animales o plantas. Las víctimas humanas y animales se consumen en cuestión de horas. Las plantas pequeñas se marchitan y acaban pudriéndose. El Viento de Plaga no hace distinciones: cualquier cosa en su área de efecto (aparte del vampiro mismo) sufre su influencia corruptora. Los demás cainitas no son inmunes a este poder, aunque les afecta de forma distinta que a los mortales: si no consiguen resistir los efectos, caen en letargo. Incluso si los resisten, se convierten en portadores de la plaga, llevando la muerte a todos los mortales a los que tocan. Se rumorea que Lamia desarrolló este poder antes de establecer su propia línea de sangre.
Sistema: El personaje gasta dos puntos de fuerza de voluntad y toca a una de las víctimas. La plaga se extiende desde ésta en un viento pútrido que llega a cualquier otra víctima en el lugar. Cada una de ellas tira resistencia + fortaleza en su caso (a una dificultad igual a la resistencia + ocultismo del vampiro atacante). El éxito disipa los efectos del Viento de Plaga, pero la vícitma pierde un punto de resistencia por el resto de la escena. Si la tirada falla, la víctima queda abrumada por la putrefacción y muere en una hora. El número total de objetivos afectados es igual a la fuerza de voluntad del personaje, aunque los organismos de pequeño tamaño, como hierbas o perros, quedan corrompidos automáticamente (y no cuentan para el número total de víctimas). Un vampiro afectado por el Viento de la Plaga queda afectado de la misma forma, pero entrando en letargo en lugar de morir. Si resiste la enfermedad, se convierte en un portador de la misma durante los tres días siguientes. Cualquier mortal que entre en contacto con el cainita deberá pasar una tirada de resistencia (dificultad 6) para no contraer la enfermedad.
0 comentarios:
Publicar un comentario