Pudiera parecer extraño que con todas las demás amenazas terribles para su existencia, la Camarilla dedique tanto tiempo a aplastar a los anarquistas. El lector debe entender que la mayoría de aquellos partidarios de la línea dura en la Camarilla moderna recuerdan el terror y el caos de la Revuelta Anarquista de hace varios siglos, y la Inquisición que llegó a continuación. Todo el que sobrevivió a aquel periodo conocía a alguien que no tuvo tanta suerte. Las condiciones que llevaron a la revuelta, superpoblación, juventud descontenta, luchas intestinas, se están repitiendo en la era moderna.
Muchos antiguos consideran la destrucción de los anarquistas como una medida profiláctica, como cauterizar una herida abierta. Otros antiguos están dispuestos, en general, a hacer concesiones a aquellos con objetivos anti anarquistas a cambio de evolucionar sus propios planes. Al fin y al cabo, la destrucción de unos cuantos neonatos moteros no es un impedimento para sus planes. Sin embargo, algunos antiguos temen a los anarquistas por motivos distintos a la ansiedad producida por las experiencias pasadas. Algunos antiguos creen que cuando llegue la Gehena, los Antediluvianos alzados se introducirán entre los Anarquistas, saciando su hambre y marcando las ubicaciones de sus víctimas escogidas. Destruyendo a los anarquistas, estos antiguos esperan destruir el mar en el que nadarán los Antediluvianos, obligándoles de esta manera a revelar sus bazas cuando aún estén hambrientos y desorientados por sus largos descansos. Muchos allegados a los justicar creen que una parte importante del trabajo de los arcontes que se unen a los anarquistas es vigilar ante la presencia de Antediluvianos, aunque los propios arcontes tal vez no lo sepan.
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