22-Y le preguntaron a Caín, el viejo Padre: «¿Por qué nos ordenas que no Abracemos a aquellos que amamos?»
23-Y Caín les dijo a ellos: «El Amor es la dulce lluvia que lentamente cae de Aquél en lo Alto. El Amor es el Don de la vida. ¿No recordáis la Maldición de Ariel? ¿Que comeríamos sólo cenizas, y beberíamos sólo sangre? La sangre no es dulce lluvia, nuestra bebida toma la vida».
24-Y los ojos de Caín tomaron el aspecto de las Visiones, y se detuvo, y habló: «Pero si alguna vez a uno de nosotros un mortal nos da amor, sin Órdenes, sin Temor, sin compulsión alguna un Amor dado libremente, entonces este Amor será como la gentil lluvia incluso para el más bajo de todos nosotros. Y aunque jamás deberemos Abrazarlo, éste nos alimentará como si cenáramos en la mesa de nuestro Padre, satisfará nuestra más profunda sed.
25-¡Pero escuchadme, chiquillos míos! Los Hijos de Seth, siempre nos odiarán una y otra vez, pues somos sus predadores, somos sus Señores, y ellos lo saben, en lo hondo de su alma.
26-¡No busquéis el Amor entre ellos! No os lo darán. No seáis locos.»
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