50-Durante un año y un día Caín trabajó al servicio de una Bruja, quien con la sabiduría de la sangre, lo ató más fuerte que a un prisionero. Lo visitaría de noche, forzaría a entregarle su sangre para sus secretos elixires y potentes fórmulas. Tomaría a los hijos de sus hijos, y jamás volverían a ser vistos. Pero Caín era sabio. No volvió a beber su sangre. Y ella no se lo pidió, creyendo que él sería para siempre su Esclavo.
51-Una noche, en el bosque, Caín fue a ver a la Bruja, le habló de terribles sueños que tenía mientras dormía. “Temo por mi vida, Bruja, Temo la profecía de Ariel, y el ansia de mis hijos por beber mi sangre. Enséñame oculto saber que me haga poderoso entre los míos”.
52-Y la Bruja fue a un ciprés y arrancó una rama. Cogió un cuchillo Y le sacó punta. “Toma esta madera viviente, afilada, fuerte, y atraviesa el corazón de tus hijos rebeldes. Lo dejará inmóvil, y a tu voluntad. En lugar de beber la sangre de tu corazón, sentirá todo el peso de tu justicia”. Caín dijo: “Gracias, Madre”. Y, moviéndose veloz, tomó la estaca de ciprés, la alzó y profunda clavó en el corazón de la Bruja.
53-Pues Caín, sabio Caín, de ella no se alimentó durante un año y un día; y forzó su Voluntad mediante sus manos, rompió el Vínculo que ella puso en él, y cambió su fortuna. Ella rió de nuevo mientras la sangre manaba y se vertía de su boca. Sus ojos, pozos de odio. Caín la besó una vez con labios fríos y marchitos, y allí la dejó con la sonrisa de Rafael: el sol que se alzara.
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