Eso significa guerra. Guerra contra los Antediluvianos. Guerra contra la Gehena. Guerra contra la Camarilla, el Inconnu y los tristes independientes. Guerra contra los cazadores de brujas, los hombres lobo, los cobardes anarquistas y los rebaños de la humanidad. Para algunos vampiros, significa incluso la guerra contra la propia secta a la que pertenecen.
Bienvenido al Sabbat. Por favor, no asome los brazos fuera del coche, o alguien podría arrancárselos y devolvérselos después.
Para el Sabbat, ser un vampiro significa ser un soldado en una guerra santa contra los viejos monstruos caníbales que transmitieron la Maldición de Caín en las noches de antaño.
Los Antediluvianos y sus marionetas, los vampiros de la Camarilla, tratan de desencadenar la tormenta de sangre de la Gehena sobre el mundo y devorar a sus hijos descarriados.
El Sabbat no quiere que esto suceda. Como parte de esos mismos hijos, tienen cosas mejores que hacer que morir por los colmillos de sus malignos progenitores. Después de todo, tienen un mundo que conquistar. Para el Sabbat, el conflicto eterno es una cuestión de “nosotros contra ellos”, donde “ellos” significa cualquiera que no pertenezca a la secta. Aunque no están por encima de la intriga maquiavélica o las alianzas de conveniencia, la secta siempre es lo primero. Fanáticos hasta la muerte, estos vampiros se arrojan felices al fuego por los suyos, cayendo sobre sus enemigos en legiones para despedazarlos, igual que una manada de lobos acaba con su presa.
Al menos, así es como el Sabbat ve a los demás. En realidad, el asunto es mucho más complejo (como siempre). Estos vampiros, que no son ni los bárbaros salvajes ni los fanáticos infernales que los demás imaginan, aunque se acercan peligrosamente a su imagen. Han dado la espalda a la humanidad y aceptan que son Condenados, criaturas de la Bestia. En vez de llorar por la pérdida de lo que fueron, se deleitan en su monstruosidad: son más que humanos, malditos por la naturaleza por ir más allá de las limitaciones de la humanidad. Y, como siempre ocurre con los Condenados, los Sabbat son vampiros primero y miembros de su secta después. Por supuesto, esto significa que en la organización abundan la traición, la rivalidad y la hostilidad abierta, como en cualquier otro grupo de “Vástagos”, un término que denota debilidad entre los Hijos e Hijas de Caín. La secta está enferma, podrida por dentro, pero se rebela contra su propio colapso con una ferocidad desconocida para cualquier otro grupo de vampiros. No es una buena época para estar vivo, pero si estas no muerto es un auténtico infierno. Pero, ¿alguien ha dicho que hubiera elección?
La Imagen desde Dentro
Es inevitable, dada la extensión que está alcanzando el Sabbat, que entre en conflicto con otros moradores de las noches modernas. Sin embargo, los vampiros son criaturas reservadas, igual que los demás seres que se arrastran en las tinieblas, de modo que no es sencillo obtener una imagen precisa de aquellos con los que comparten la noche. Por supuesto, eso no les impide sacar sus propias conclusiones. Además, la organización sufre sus propios cismas internos. Los antiguos de la secta, con cientos de años de edad (y quizá incluso presentes en la fundación del grupo hace más de medio milenio), no ven las cosas igual que los Hijos e Hijas de Caín más jóvenes. De hecho, la mayor parte tiene menos de veinticinco años como vampiros, lo que afecta a sus opiniones.
La Opinión de los Jóvenes Cainitas
Los Antediluvianos: Malos de primerísimo orden, con una perversidad de proporciones bíblicas. Cualquier cosa capaz de hervirte y convertirte en una gelatina sangrienta con solo mirarte no debería existir, especialmente cuando lo único que quiere es comerte vivo.
La Camarilla: Una combinación de todo lo malo del gobierno, la religión y la cultura modernas. Esos hijos de puta son codiciosos, egoístas, y no tiene el menor interés en saber para quién están trabajando realmente en sus patéticos juegos de la Yihad. Maldición, me dan ganas de arruinarles la existencia. Están tan cerca de los malditos humanos que se comportan como ellos.
El Inconnu: Ya sabes, apuesto a que hay unos seis de estos cabrones, pero son tan buenos jugando que tienen a todo el mundo acojonado pensando en lo que podrían estar haciendo, porque nadie tiene ni idea. Eficacia máxima en el uso de los recursos.
Los Lupinos: A veces, si eres un tipo realmente cojonudo, serás capaz, ayudado por toda tu manada, de cargarte a uno de ellos. Si tienes suerte. No te metas con ellos o, mejor aún, conviértete en un tipo realmente cojonudo.
Los Magos: No estoy seguro de haberme encontrado nunca con uno, pero probablemente sean tan cabrones como todos los demás. Pero creo que son mortales, así que se jodan.
Los Wraiths: Ya sabes, puede que suene idiota creer en vampiros y no en fantasmas. Puedes llamarme idiota.
Los Changelings: Sí, sé mucho de las hadas. Están todas en Europa. Pues muy bien.
Los Mortales: Ojalá vinieran en paquetes de seis, como la cerveza. Ganado de mierda. No son más que comida.
Sabbat Antiguos: La mitad se ocupa de sus asuntos, y la otra mitad hace lo mismo pero dice lo contrario.
La Opinión de los Antiguos Cainitas
Los Antediluvianos: Su maldad está tan extendida que soy capaz de verla por todas partes. Nuestro objetivo es llevar a estos caníbales sanguinarios a la Muerte Definitiva, pero se trata de un camino largo y duro que no debe tomarse a la ligera.
La Camarilla: Su mayor crimen no es servir a los Antiguos que se alzarán para consumirnos. No, es que lo hacen por ignorancia, y que incluso cuando les demuestras su insensatez se niegan a contemplar la verdad. Malditos estúpidos complacientes.
El Inconnu: Es una suerte que se hayan retirado de la Yihad, pues su poder es considerable y sus mentes incomprensibles. No les importaría acabar con nosotros y con la Camarilla, pero sus pactos o motivos son desconocidos. Es mejor dejarles en paz.
Los Lupinos: Detestables y violentas monstruosidades que matan primero, matan segundo y preguntan después. Son bestias salvajes que solo sirven para dirigirlas contra los enemigos. Si no lo consigues retírate, pues un arma descontrolada siempre se vuelve contra el que la blande.
Los Magos: Un grupo tan diverso y poderoso como inocuo. Se ocupan de sus asuntos y tienen sus propias preocupaciones. No podría decir que les envidio.
Los Wraiths: Es posible obtener un gran conocimiento de los espíritus de los muertos, pero hay que tratar con ellos con cuidado. Son tan caprichosos como las Hijas e Hijos de Caín, pero mucho más volátiles. Nos cuesta mucho actuar contra ellos. Se desvanecen a voluntad y no es posible controlarlos como a otros contactos más tangibles.
Los Changelings: Los Salvajes se cruzan en nuestro camino más a menudo de lo que sospechamos. Son capaces de dejarnos en paz, como ocurre más a menudo, o de destruirnos en la mayor de las conflagraciones; tan poderosa es su magia peculiar. Aunque se sepa que se trata con un changeling, es mejor retirarse y dejarle en paz. Las hadas son tan caprichosas como los vientos.
Los Mortales: Sí, la comida muy bien, gracias.
Sabbat Jóvenes: Niños mimados, pero no carentes de mérito. Siguen siendo bastante impresionables, y lo bastante nuevos en la implacable maldición de Caín como para poder manipularles. Por supuesto, siempre que se consiga superar su vulgaridad y su estupidez.
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