Si una ciudad no tiene arzobispo, normalmente dispone de un consejo de entre tres y cinco obispos, dependiendo del tamaño de la misma.
Igual que los arzobispos, este consejo es responsable del mantenimiento de la influencia del Sabbat en sus respectivas zonas, así como del crecimiento espiritual de sus subordinados.
Los obispos de la secta suelen proceder de los sacerdotes de manada, pero también pueden ser ducti. Como por lo general son más jóvenes y menos capaces que los arzobispos, es el Sabbat el que crea los consejos. De este modo, ningún obispo se ve obligado a operar en un puesto para el que no está capacitado.
Por ejemplo, un administrador carismático y severo puede no saber nada sobre los ritae místicos, de modo que la secta se asegura de cubrir todas las bases. Casi todos estos cargos, que son promocionados directamente desde las manadas a las que sirven, tienen menos de doscientos años.
La división del poder entre diferentes dirigentes suele crear conflictos. Los sacerdotes del Sabbat no son conocidos por su temperamento calmado, y un consejo de líderes con fuerte carácter suele sabotearse a sí mismo. Por este motivo los obispos informan directamente a los cardenales, que no tienen problemas para castigar o retorcer a los más problemáticos para que asuman su lugar adecuado. En cierto modo, la posición del obispo es más exigente que la de arzobispo, ya que el primero debe utilizar la diplomacia como herramienta clave, mientras que el segundo puede imponer sus ideas con menor resistencia.
Si te gustó o fue útil no olvides compartir
Suscribirse a:
Enviar comentarios
(
Atom
)
0 comentarios:
Publicar un comentario