También conocidos como paladines, estos vampiros son una fuerza de guardaespaldas de élite nombrados por un obispo o un líder superior.
Aunque carecen de organización formal, ser nombrado templario es un gran honor para un Cainita. Convertirse en un símbolo de fuerza es un reconocimiento público de las propias habilidades combativas.
Los templarios sirven en diversos cometidos, siempre militares.
Casi todos los arzobispos tienen en su séquito a unos cuantos para resolver los asuntos delicados que es mejor afrontar con un uso juicioso de la violencia, mientras que los Inquisidores suelen usarlos como músculo adicional en sus viajes.
Los templarios tienen prohibida la entrada en la Mano Negra, ya que se puede crear un indeseable conflicto de intereses. Algunos Cainitas se refieren a ellos como sabuesos de sangre o botones, y suelen estar al servicio de los líderes de la secta, aunque algunos puedan pertenecer a alguna manada en periodos de inactividad, o después de ser honrosamente liberados de sus deberes en periodos en los que sus superiores no necesiten combatientes.
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