En el fondo, los vampiros son criaturas solitarias. En las ciudades que no pertenecen al Sabbat un Cainita puede no llegar a trabar nunca contacto con los demás, o ver a otro vampiro una vez cada década. Como criaturas aisladas, como depredadores urbanos, cazan solos en la noche como Caín hizo hace tanto tiempo. Los miembros del Sabbat no son así. Estos Cainitas operan en manadas, familias toscas y sobrenaturales de vampiros que comparten un objetivo común.
De un modo similar a las cuadrillas de otros vampiros, suele haber un motivo por el que los antiguos unen a estos grupos. Ya sea algo tan sencillo como pelear o tan esotérico como interpretar El Libro de Nod mientras el arzobispo local supervisa los Sermones de Caín, todas las manadas realizan alguna acción fundamental. Por supuesto, la mayoría tiene alguna capacidad militar; el Sabbat es una secta de guerreros santos. Sin embargo, existen infinitas variaciones sobre este tema. Algunos grupos podrían especializarse en la lucha de guerrillas mientras otros exploran el terreno para los que vienen detrás. Hay manadas que se dedican a romper la Mascarada en las ciudades de la Camarilla, mientras que otras pueden tener habilidades policiales o militares que les permitan volar aviones y operar armamento pesado. Una puede practicar duelos y combatir a sus enemigos de forma melodramática mientras otra es una banda de motoristas que se dedican a disparar sus escopetas por Main Street a más de cien por hora, dando vueltas alrededor del parque como reto para cualquiera que quiera atacarles. Las variaciones son tan numerosas como los vampiros que las forman.
No todas tienen fines estrictamente belicosos, y se puede crear cualquiera que el Sabbat estime necesaria. Son frecuentes las de espionaje, así como los grupos de piratas informáticos o los buscadores de reliquias que obtienen artefactos olvidados y que persiguen viejos fragmentos de El Libro de Nod. Algunas manadas audaces (o dementes) llegan a cazar Lupinos, demostrando su valentía (o su estupidez) abatiendo a una de las presas más peligrosas del mundo.
Para los vampiros del Sabbat, la manada lo es todo. Se trata de una familia adoptiva, ya que sus miembros comparten la sangre (como encarna la Vaulderie). Esta unidad no implica que la familia no sea disfuncional (son conglomerados infernales de personalidades violentas), pero siempre existe una cierta simpatía mutua, pues de otro modo el grupo se desbandaría y cada uno buscaría otro más adecuado. Esta entidad también sirve como guía espiritual. El sacerdote conduce a cada uno de los miembros en un viaje hacia lo que significa ser un vampiro. La familia que reza unida permanece unida, y los Sabbat practican un gran número de ritae. Enfrentándose a su Bestia (o abrazándola), cada Cainita puede ver lo peor de los demás, prestando (o recibiendo) ayuda para aceptar la naturaleza de su maldición.
Las manadas también tienen funciones defensivas. Dada la intensa naturaleza de la secta, su aceptación del vampirismo, su desprecio por la humanidad y sus ansias competitivas, estos monstruos suelen tener muchos problemas con los demás. Ya traten de hacerse con el control del mercado de drogas o estén cazando a un antiguo durante una Partida de Guerra, las manadas suelen entrar en conflicto entre ellas, y no conviene ser el bando más débil. Cada miembro del grupo vigila las espaldas de los demás (salvo que las rivalidades internas sean tan fuertes que alguien quiera ver muerto a su camarada. Cosas más extrañas se han visto...). Sin embargo, no solo hay que temer a las demás manadas, ya que el Mundo de Tinieblas está cuajado de todo tipo de peligros. Lupinos salvajes, antiguos vengativos, espías de la Camarilla e incluso amenazas humanas como la policía pueden acabar con un vampiro solitario, por lo que el número concede protección (no es frecuente que un mortal represente un peligro, pero oye, cosas más extrañas se han visto...).
Los líderes del Sabbat (que adoptan un semblante de Mascarada en su propio territorio) emplean a las manadas en sus guerras para atacar a los antiguos y, lo que es más importante, para mantener la influencia de la organización en sus ciudades, impidiendo a la Camarilla usar las mismas tácticas. Sí, los “Vástagos” no quieren ni oír hablar de exponerse a los mortales hace el Sabbat cuando inicia una cruzada), pero las manadas son las entidades que cualquier vampiro de visita se encontrará normalmente. Cuando los topos aparecen tienen que convencer a todo un grupo (a menudo hostil) de su historia, y no a un único Cainita. Además, si la Camarilla llegara a recurrir a la violencia abierta, las manadas deberían tener fuerza suficiente como para encargarse de la situación de forma efectiva.
Todo esto no quiere decir que los vampiros del Sabbat lo hagan todo en grupo, pero sí la mayoría de las cosas. Cada uno tiene sus propios objetivos, mantiene sus propios contactos, trata con la gente que le gusta y lleva una no-vida hasta cierto punto privada. Sin embargo, para la secta el papel del individuo es tan importante como el del grupo.
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