Si un Vástago joven entra en contacto con un miembro del Inconnu (algo bastante improbable en el mejor de los casos), es posible que el que se encuentre sea el Monitor de una ciudad. Aunque la gran mayoría de los Inconnu se instala en refugios alejados de los vaivenes de las urbes (y de los vampiros jóvenes que viven en ellas), unos cuantos miembros de la secta escogieron una ciudad y se convirtieron en sus Monitores. La elección de un Monitor no depende de su nacimiento, su educación o sus costumbres; por ejemplo, el Monitor de Chicago ha pasado sólo una pequeña fracción de su no vida en la ciudad. En cambio, la selección parece dictada por factores invisibles para observadores menos expertos; los rumores provocados por el terror echan la culpa a las profecías Nodistas, las fuerzas telúricas, las instrucciones del mismo Caín y, lo más inquietante, la idea que los Monitores deben vigilar aquellos sitios donde duermen Matusalenes. Sea como fuere, en cuanto un Monitor escoge una ciudad está atado a ella, si no por el resto de su existencia, al menos por una parte considerable de la misma.
Su obligación es observar todo lo que pasa en esa ciudad, lo evidente y lo oculto, y lo que es más importante, comprenderlo. Que se sepa, el Monitor no dispone de un sistema para entregar informes o hacer exposiciones. La labor del Monitor es saber; y, de algún modo, los demás Inconnu que necesitan saber lo que él sabe siempre parecen tener esa información. Más de un Vástago mudado recientemente se ha encontrado con un extraño misterioso que parece saber demasiado acerca de su pasado...
En general, los Monitores nunca interfieren con el curso de los acontecimientos en sus ciudades. No hay juramento de no interferencia, ni instrucciones contrarias, pero se sobreentiende que los Monitores ocupan su lugar para vigilar, no para actuar. Como la mayoría de las costumbres de los Vástagos, ésta se quebranta tanto como se observa, ya que muchos Monitores se sienten atraídos irresistiblemente a intervenir en las acciones de un vampiro más joven que les recuerda a un amante, un amigo, un chiquillo o quizá una versión más joven de ellos mismos. Tales frivolidades suelen durar poco (no más de tres o cuatro décadas) y nunca influyen en el curso principal de los acontecimientos de una ciudad. Un Monitor puede plegar sus principios para proteger a un favorito de un ataque fortuito perpetrado por un Caitiff, pero rara vez levantará un dedo para librarle de una caza de sangre.
Interacciones y Ubicaciones
En contra de lo que uno pudiera esperar, un Monitor no tiene mas que un refugio desde el que observa a la ciudad a su cargo. El refugio de un Monitor suele estar en el centro del área urbana de su responsabilidad, y las más veces se encuentra bajo algún tipo de edificio público o histórico (uno que no atraiga a demasiados visitantes, pero que tenga bastante tráfico para asegurar su existencia continuada). Cualquier vampiro que entre en el hogar de un Monitor por accidente es sutilmente obligado a salir cuanto antes por una forma de Presencia (dificultad 10 para resistir la sugerencia), convencido por la naturaleza aparentemente vacía y benigna del lugar. Esto no quiere decir que los refugios de los Monitores no estén defendidos; la mayoría cuentan con trampas y protecciones eficaces (aunque no tecnológicamente sofisticadas) en filas apretadas. Sin embargo, los Monitores no cuentan con grandes redes de sirvientes vampíricos, mortales o ghouls; al fin y al cabo, su función es vigilar a todo el mundo. Los ghouls que conserva un Monitor son animales, aunque estas criaturas siempre tienen varios siglos, son sobrenaturalmente inteligentes y cuentan con Disciplinas (Si quieres más información acerca de los ghouls animales, consulta Ghouls: Adicción Fatal).
Los encuentros con un Monitor siguen una regla: el Monitor nunca se identifica como tal. En esas ocasiones sumamente raras en las que un Monitor siente que debe hablar con un Vástago más joven (o que se le encuentra fuera de su refugio) crea una falsa identidad, normalmente la de un anarquista o viajero de paso en la ciudad. El inteligente Monitor tiene un buen número de auras adicionales preparadas para estas situaciones, y a lo mejor un juego de semblantes nuevos. Como es muy improbable que alguien en una ciudad tenga el poder de penetrar en los poderes que emplea un Inconnu, a un Monitor no le resulta muy difícil envolverse en ilusiones protectoras.
Un Monitor interacciona sólo según sus condiciones con los vampiros ajenos a su secta. Eso significa que decide el lugar y la hora de la reunión, y nueve de cada diez veces prepara todo para que el encuentro parezca fortuito. La mayoría de los Monitores son francos, y no tienen paciencia para las afirmaciones crípticas o los acertijos complicados. El riesgo inherente a comprometer su posición de observador al encontrarse con los que vigila es demasiado grande; a un Monitor no le interesa ser enrevesado como el oráculo de Delfos. Los siglos de observación han enseñado a los Inconnu que la información simple y llana llega mejor y se presta menos a las malas interpretaciones. Ningún Monitor quiere arriesgarse a salir de su escondite para ver que el ancilla con que el que habla no se entera de lo que trataba de decirle.
Distribución
No toda ciudad cuenta con un Monitor. La verdad sea dicha, muy pocas tienen, y aquellas áreas metropolitanas benditas (o malditas) con uno suelen ser semilleros de todo tipo de actividad vampírica. Una vez que un Monitor escoge un lugar en el que instalarse, permanece ahí... para siempre. No hay vacaciones, ni noches libres; todo lo que sucede debe observarse. Tan sólo hay un Monitor por ciudad. Aunque los Monitores instalados no se salen de sus normas para anunciar su presencia, animan sutil y psíquicamente a otros aspirantes a observadores para que se vayan a otro lado. Nadie, ni siquiera los Inconnu, sabe exactamente qué ciudades cuentan con Monitores y cuánto tiempo llevan en su puesto; Mahatma de Estambul está razonablemente seguro que es el que lleva más tiempo en el cargo entre los Monitores actuales, pero después se acuerda que en su juventud se sintió disuadido de la idea de establecer su residencia en al menos otras tres ciudades.
Todo el Mundo lo Sabe
Muy pocos Vástagos (quizá una docena) saben lo que son los Monitores. Un puñado más conoce su existencia, pero todos ellos tienen, como era de esperar, la boca cerrada al respecto. No es que los Monitores vayan puerta a puerta avisando a los demás vampiros para que no hablen de ellos; más bien, es que los Vástagos que parlotean acerca de los misteriosos Inconnu que vigilan ciudades enteras suelen ser ignorados, ridiculizados o silenciados. Los “enterados” debaten silenciosamente si los Inconnu están detrás de esta reacción uniformemente negativa, pero nadie está dispuesto a arriesgar su cuello inmortal para probar la hipótesis.
Por otra parte, un buen número de Vástagos más jóvenes, especialmente aquellos con Auspex, hablan de extrañas sensaciones indirectas de ser vigilado, especialmente en una ciudad en la que está presente un Monitor. Entre estos vampiros también están extendidas las pesadillas y la inquietud durante el sueño, probablemente como consecuencia del encuentro de sus frágiles mentes con la voluntad itinerante del Monitor. Los recuerdos y las conjeturas que terminan accidentalmente en la mente de un neonato de esta manera pueden proporcionar al joven vampiro una extraordinaria percepción (o marcarle como posible objetivo por que sabe demasiado).
Monitores de Renombre
Nadie sabe exactamente cuántos Monitores hay, ya que sólo unos pocos se han revelado como tales. Algunos de los que han sido identificados son:
• Rebekah, Monitor de Chicago: Rebekah quizá sea la Monitor más conocida, por haberse inmiscuido repetidas veces en los asuntos tumultuosos de Chicago. Tiene su refugio en el acuario de la ciudad, un local demasiado accesible para que estén contentos sus compañeros de secta.
• Mahatma, Monitor de Estambul: De todos los Inconnu, Mahatma es el que parece más interesado en los muchos legados de Saulot. Relata con cariño cómo conoció a Saulot, al menos en compañía de sus semejante y ha actuado en múltiples ocasiones para ayudar a sus descendientes.
• Maltheas el Ventrue: Maltheas fue visto por última vez entre la concurrencia de la Convención de Thorns. Desde entonces, su paradero o incluso su existencia son materias de conjeturas. La teoría en boga entre los supervivientes de aquel parlamento del pasado es que Maltheas, en vez de vigilar una sola ciudad, proyecta su despierta mirada sobre toda la Camarilla.
• Dondinni, Monitor de Génova: Dondinni es uno de los Inconnu más activos, completamente convencido de que la Gehena es inminente y celosamente implicado en la búsqueda de evidencias al respecto. Le preocupan especialmente las Hijas de la Cacofonía, y los miembros de esa línea de sangre encuentran que su ciudad es un lugar inhóspito.
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