Organización de la Espada de Caín

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Aunque seria difícil de discernir desde fuera, el Sabbat dispone en realidad de una jerarquía codificada. La secta tiene lideres y seguidores, comandantes y soldados, como en cualquier otro ejercito.

Por supuesto, el “esfuerzo de guerra” es algo totalmente subjetivo. Los Sabbat no pasan todas las noches en un conflicto constante contra los vampiros de la Camarilla o los insidiosos Antediluvianos.

De hecho, para el ignorante, las ciudades de la Camarilla y del Sabbat no muestran muchas diferencias, salvo un mayor número de delitos y desapariciones en las segundas, un mayor sufrimiento humano con menos esperanzas de salvación. Sin embargo, en el Mundo de Tinieblas todo es variable: algo que un obispo aceptaría sin problemas puede significar la Muerte Definitiva para otro.

El Sabbat no es gobernado, sino dirigido: hasta el regente y los cardenales cumplen su labor por devoción a la causa. Sin embargo, el liderazgo dentro de la secta es precario. En los escalones superiores los vampiros tienden a perder el contacto con los jóvenes que llevan la lucha nocturna. Entre la masa, las decisiones de un ductus o un sacerdote suelen tener mas peso que las del arzobispo u obispo de la ciudad. Al final, es este fervoroso apoyo a la causa lo que derrota al Sabbat, ya que la desorganización endémica de una secta que ha jurado defender la libertad le impide alcanzar éxitos importantes.

A pesar de esta aparente devoción, los miembros de la organización son, ante todo, vampiros. Se trata de criaturas parásitas e inmortales que sufren los mismos miedos que los demás Condenados: cazadores de brujas, Cainitas, misteriosos seres sobrenaturales que aparecen en sus ciudades e incluso mortales que descubren las depredaciones conspiran para terminar con su no-vida, como harían con cualquier otra amenaza. Aunque nunca la llamarían así, los miembros de la secta apoyan una Mascarada tácita; no son estúpidos, y los líderes saben que no hay modo de triunfar si la organización se colapsa antes de establecer un modo de lograr sus objetivos.

Por tanto, el Sabbat ha creado unos cuantos “cargos” para servir a sus intereses. Estos títulos son artificiales, aunque cualquier vampiro que los obtiene dispone del poder personal o de la influencia necesaria para respaldarlo. Los vampiros del Sabbat, criaturas apasionadas, guardan odios y enemistades tan profundos como cualquier arpía de la Camarilla o cualquier disidente anarquista; la política interna de la secta es tan sucia con la de sus rivales, aunque asegure estar por encima de esas cosas (al menos frente a los demás). Todos los vampiros en los diversos niveles de la estructura de poder deben favores a algunos camaradas, tienen enfrentamientos con otros y manipulan todos los recursos a su disposición para dificultar las cosas a sus rivales, ganando deudas de otros o pagando las suyas. Se dice incluso que los recientes trastornos provocados por la Inquisición (ver más adelante) en Montreal son el resultado directo de los intentos de un vampiro por enfrentar a demasiadas facciones, algo que cualquier Cainita familiarizado con el funcionamiento de la Camarilla ha visto en numerosas ocasiones.

Dicho esto, el Sabbat se ha puesto manos a la obra y ha dirigido una campaña de conquista desconocida desde la colonización del Nuevo Mundo. Las recientes cruzadas en Miami, Atlanta y Atlantic City han cambiado el signo de la guerra en la Costa Este de los EE.UU., mientras que los relativamente incruentos avances en Washington DC y Europa demuestran que son tan hábiles con la intriga como con las tácticas guerrilleras. Los miembros más conservadores de la secta advierten de que no hay que dormirse en los laureles, señalando que “la complacencia ha hecho perder más de una guerra”. Las cruzadas del Sabbat suelen fracasar, aun en su fase de exploración, porque las líneas de comunicación y mando se rompen e impiden a la secta coordinar sus esfuerzos.

Para delimitar las responsabilidades, el Sabbat se ha dotado de una organización somera. En teoría, esta jerarquía proporciona una base fuerte al liderazgo, ya que los vampiros más capaces se abren paso mediante la violencia y la intriga hacia el poder.

Sin embargo, en la práctica el modelo se rompe, ya que los más antiguos exigen una servidumbre anacrónica a los Cainitas a su mando, y los jóvenes se rebelan contra los líderes que deberían estar preparando golpes en vez de maquinar entre ellos, como los Chupones depravados de la Camarilla.

Es posible que el Sabbat sea su peor enemigo, ya que muchas batallas se libran en el corazón y la mente de sus miembros.

Títulos

El Sabbat hace hincapié en la propiedad y el ritual, aunque a su modo especial. En una práctica similar a la de “otras”  órdenes religiosas, ha adoptado una serie de títulos para indicar el lugar de cada soldado en el “ejército”. Estos títulos suelen ser honoríficos, aunque algunos vampiros vanidosos aseguran poseer distinciones mucho mayores que sus verdaderos logros. Aquí se presentan algunos de los títulos empleados, así como el modo de dirigirse a ellos. Aunque los nombres son universalmente masculinos, el tratamiento denota el género. Los modos femeninos se dan entre paréntesis en caso de que difieran. Se recomienda a los jugadores y al Narrador que creen sus propios títulos, ya que es más memorable encontrarse con el Vicario de la Alianza Encarnada que con el sacerdote de otra manada anónima.
Título Títulos Similares Tratamiento
Regente Ninguno Su Muy Distinguida Excelencia
Cardenal (siempre asociado con una región específica ) Alto Señor (Señora) Su Eminencia
Priscus Gran Maestro (Maestra), Monseñor Muy Reverendo Señor (Señora)
Arzobispo (siempre asociado con una región específica) Archidiácono, Padre (Madre) Superior Su Excelencia
Obispo (siempre asociado con una región específica) Diácono, Alto Padre (Madre) Su Excelencia
Templario/Paladín Señor (Señora) Señor (Señora)
Ductus Señor (Señora) Sargento, Jefe Por el título
Sacerdote Padre (Madre), Maestro (Maestra), Ministro Reverendo Señor (Señora)
Miembro de Manada Ninguno Ninguno, a veces Hermano (Hermana)
Muchos jóvenes Sabbat desprecian el uso de títulos y honores, creyendo que se trata de reliquias anticuadas de las  primeras noches de la aristocracia. Algunos de los antiguos más radicales de la secta están de acuerdo. Si el Sabbat se opone a la opresión, ¿cómo puede atreverse a aferrarse a los apodos que implican distinción? A pesar de todo, prácticamente todos los miembros conocen los títulos y el modo adecuado de dirigirse a ellos. Los ignorantes se arriesgan a hacer el ridículo... y a cosas más graves.

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