El Narrador puede hacer creer al grupo (en el contexto del juego) que la secta tiene una idea general correcta. No tiene porqué ser cierto en el gran esquema, pero es importante que el grupo lo crea. Puede mostrar a los jugadores que, rindiéndose al aspecto bestial de la maldición de Caín en toda su monstruosidad, sus personajes cumplen un objetivo, y que hay ocasiones en las que no queda más remedio que comportarse de este modo, pues todas las demás opciones son peores.
Ejemplo: Jackson no solía andar despacio antes de conocer a Jim; era posible que nunca lo hubiera hecho. Sus movimientos eran eléctricos por naturaleza, y su zancada era mucho más larga. Pero Jim nunca se había movido rápido por culpa de su pierna (aunque Jackson nunca descubrió cómo pudo quedar así, o porqué). Le caía bien aquel tipo, así que reducía su marcha. Los compañeros de manada se vigilaban las espaldas, y además Jim nunca se había burlado de él.
Los dos vampiros estaban paseando por las calles sin un destino claro y habían entrado en un callejón silencioso cuando, de repente, Jack se sintió vulnerable, y la lentitud de la marcha le pareció cada vez mayor. Las sombras sobre los ladrillos de los almacenes se hicieron más largas. “Demasiado vivas, demasiado lentos, demasiado vulnerable”, pensó antes de que la mierda comenzara a llover a cámara lenta, como una motosierra sonriendo en un destello repentino. Las sombras se convirtieron en dos bajorrelieves claramente visibles que se separaron de los muros, cayendo al suelo a su alrededor con un leve sonido. Sus rostros eran horrendos y, a medida que se acercaban lo suficiente para que Jack pudiese olerlas, captó un hedor similar al de un perro muerto en una alcantarilla.
Antes de que se diera cuenta, Jim estaba en el suelo, enterrado por cuerpos retorcidos que le rajaban el pecho, la cara y la garganta con garras y colmillos. Jackson sabía que no podría con ellos. Entonces sucedió. Algo despertó en su interior y surgió hambriento de su cueva. Lo liberó. Cuando su sed estuvo saciada había un cascarón muerto sobre el pavimento, con sus garras óseas alzadas hacia el cielo. Él estaba sobre otro cuerpo, una masa irreconocible, con la boca y las manos empapadas en vitae. Lamió los restos con salvaje desprecio y observó a Jim, que se estaba poniendo en pie lentamente. Jackson le observó acercarse dolorido y entonces vio, en medio del charco de sangre a sus pies, el brillo de un anillo de oro. “Bonito”, se dijo mientras lo cogía y se lo ponía en el meñique. Esperó pacientemente a que Jim le alcanzara y salieron por el otro lado del callejón, al mismo paso lento que antes.
Interesante, ¿no? Jackson, que es un monstruo, ha empleado el aspecto monstruoso de su naturaleza vampírica para proteger a Jim. ¿No era éste más débil que sus atacantes? ¿Qué otras opciones tenía Jackson? Dentro del contexto de este ejemplo, ¿no carecía de motivación el ataque contra Jackson y Jim? Claro que sí; es posible que Jackson hiciera lo correcto al emplear sus “dones” para ayudar a su camarada.
Las pruebas narrativas de la “corrección” de las acciones y enseñanzas del Sabbat no deberían detenerse en la explicación de la Bestia, ni mucho menos. Los motivos que se ocultan tras el odio que la secta siente hacia los Antediluvianos, así como sus acciones al respecto, son grandes ideas para historias. Las tramas surgidas de la práctica de la diablerie, y del modo en el que la emplean como arma contra la Camarilla, también sirven a este propósito. ¿No son todos los vampiros de la Camarilla simples herramientas de los Antediluvianos, según el punto de vista de la secta? Cualquier trama que incluya una elección individual (recuerda que la libertad es básica en el catecismo de Caín) está llena de posibilidades para añadir giros, peligros, conflictos y dilemas. Existen numerosas posibilidades, y depende de cada Narrador elegirlas, definirlas e incorporarlas a la acción de su crónica.
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