Después de todo, ¿no son monstruos alienígenas e inhumanos del Infierno que recorren la noche, psicópatas y asesinos que ven a la humanidad como peones que emplear en sus maliciosos deportes? Vamos, ¿no utilizan a los mortales como objetos de estudio divertido y distante para llevar a cabo sus retorcidos experimentos sobre los rincones más oscuros y extraños de su naturaleza vampírica? ¿No demuestran sus acciones que relegan a los humanos al papel de meros animales en un microscopio, igualándolos a un ganado bovino para su disfrute al que pueden matar, secar, violar, torturar, rebajar y aterrorizar sin remordimientos?
Además, ¿no son simplemente diabolistas esclavizados al infierno que rompen las principales leyes de la sociedad vampírica dejando secos a sus antiguos? Sabemos que son todo eso, ¿no? Son matones violentos y brutales, asesinos despiadados sin motivación para, lo que hacen. ¿Correcto? Si, lo son desde todas las perspectivas... salvo la suya. En un mundo donde la mayoría de los vampiros puede pasar décadas sin ver a otro de su propia secta, eso es lo que los ignorantes ven en el Sabbat: violencia y extremismo.
Evidentemente, la organización es mucho más que eso. El Sabbat, desde su punto de vista, es superior a los mortales. Los vampiros de la secta no creen que estos seres sean dignos de mención. Creen que los vampiros no deberían preocuparse con la sociedad de los humanos, a los que ven con desprecio y desdén, pero también con desinterés y aburrimiento. Los miembros de la secta no pretenden aferrarse a los cascarones de su Humanidad, porque no creen que el estado humano pueda aplicárseles en absoluto. Por lo general, el Sabbat cree que la estrecha moralidad mortal es restrictiva y no merece consideración. Aunque algunos vampiros en sus filas se sumergen en el Satanismo y otras prácticas aberrantes (ya sea como broma o para mostrar su desprecio por las estrechas instituciones de la fe humana que se oponen a ellos, en especial la Iglesia Católica), los más “maduros” no lo hacen, aunque comprenden el valor de emplear la depravación como arma de guerra (y, en ocasiones, para entretenerse). Se ven como monstruos, no como humanos, y cumplen su papel con eficacia.
Además, y quizá sea lo más importante, la secta ve a los vampiros que tratan de aferrarse a los restos de su esencia humana como débiles estúpidos que se ocultan de su verdadera naturaleza. Por lo general, el Sabbat cree que aquéllos que no aceptan el hecho de que son demonios (los que se ocultan bajo una ilusión cultivada de mortalidad) se engañan. Además, creen que estos insensatos ponen a toda la existencia vampírica en un grave riesgo.
Así que son monstruos, pero, ¿tienen también que ser villanos? En absoluto. Los Sabbat no son simples psicópatas que recorren el Mundo de Tinieblas. Los jugadores pueden interpretar un personaje de esta secta y disfrutar tanto como con cualquier otro. El Narrador puede desarrollar una crónica del Sabbat con la misma facilidad. Estas historias pueden ser increíblemente satisfactorias, conmovedoras y resonantes, siempre que el Narrador trate de derribar las idea errónea de que la secta no es más que una turba de matones de cartón con malas pulgas. Un examen profundo y concienzudo del Sabbat debería hacerle comprender que no es necesario relegarlo a un papel estático y unidimensional en su historia. Como comprenderá más tarde, si aprende a usar al Sabbat con eficacia, individualmente o como grupo, la secta ofrece grandes posibilidades para que sus jugadores y su crónica disfruten de un drama rico y satisfactorio.
En este espacio, examinaremos diversas técnicas de narración que pueden ayudar a emplear al Sabbat como foco de una crónica. Está escrito para mostrar el modo de aprovechar sus cualidades, elementos y dinámicas únicas, dando color y definiendo la historia.
Sobre la Naturaleza Cainita
¿Por qué marchar plácidamente a jugar a los campos del Señor con las ovejas, cuando puedes bailar con los Condenados alrededor de una hoguera en un banquete de sangre, cuando todos, ganado y Camitas débiles por igual, tiemblan a tu paso, cuando tus oponentes caen ante la vil magnificencia de tu astucia? Guárdate tus patéticos conceptos del bien y el mal, tu Jesús y tu María, tus ridículos discursitos sobre la redención y el perdón. Nos define el catecismo de Caín y Abel y preferimos la libertad a la servidumbre, estúpido. Y si no comprendes eso, y llegas a descubrir la verdadera monstruosidad de vuestra naturaleza, nos encantará estar allí para ver la expresión de tu cara cuando caigáis ante la Muerte Definitiva por vuestro fracaso. ¡Pero en ningún caso nos arrastraréis abajo con vosotros!
—Arzobispo Fabrizia Contreras, en una carta al Príncipe de Atlanta
0 comentarios:
Publicar un comentario