Algunos pocos vampiros notables niegan de forma subconsciente su estado no-muerto y se sienten “sexualmente” atraídos hacia los mortales y los vampiros (o, en casos especialmente graves, hacia otras criaturas). Por supuesto, debido a la incapacidad para procrear, cualquier relación de este tipo es estéril y potencialmente frustrante.
Estas limitaciones no afectan a los esfuerzos de aquéllos que sufren este trastorno y que buscan el acto carnal con todas sus fuerzas. Gastando un punto de sangre, el Cainita puede “funcionar”, e incluso llevar a su compañero al clímax (si no está también muerto, por supuesto).
Los vampiros afectados suelen caer en actividades aún más depravadas, esperando estimular de algún modo los placeres que se le niegan. Además de las relaciones heterosexuales y homosexuales, pueden dedicarse a la zoofilia, la pedofilia, la violación y otros actos igualmente viles.
Un personaje con este problema siempre está “de caza” y debe intentar consumar tantas relaciones como pueda, según su orientación (que podría cambiar en el transcurso de la crónica). No hay efectos “mecánicos”; se incluye más como una condición curiosa que como un sistema gobernado por los dados.
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