Como se hace en la alta sociedad, muchos vampiros compiten por lograr los vestidos más elaborados. Las demostraciones más espectaculares y originales suelen ser las de uno o dos antiguos Tzimisce expertos en el Moldeo de la Carne, pero se ha oído que algunos Toreador antitribu han cambiado favores con estos “artistas” para crear rostros o vestidos delicadamente esculpidos para la fiesta. Se ha llegado a decir incluso que la propia regente dispone de cincuenta mortales alterados para parecerse a ella en el Gran Baile y poder “estar en todas partes, hablar con todo el mundo y dejar una impresión indeleble”.
Lejos de este libertinaje público, el Sabbat también aprovecha la Palla Grande para consagrar Banquetes de Sangre. Los “barriles”, como llaman los jóvenes a las víctimas, capitalizan el espacio público del baile. Suelen ser aspirantes a vampiro, borrachos y “brujas” que quieren pasárselo bien en la noche de Halloween. Se les atrae al baile pretendiendo que se les invita a un acontecimiento social exclusivo, pero no tienen ni la menor idea de lo fugaz que es este honor. Otras posibles fuentes de vitae son criados o ghouls elegidos entre las propias cofradías y que ya no son de utilidad para la secta (o que son demasiado peligrosos como para seguir viviendo).
El acontecimiento principal, que comienza a medianoche, es la recreación de un evento de la leyenda o la historia vampírica. La obra puede tratar de cualquier tema, desde la muerte de Abel a manos de Caín narrada en términos bíblicos hasta la interpretación dramática de señales y augurios de la Gehena.
Se trata de un acto totalmente organizado y coreografiado por un grupo de vampiros, aunque se produce la “participación de los espectadores” cuando se representan sacrificios o alimentaciones, siendo los “actores mortales invitados” sacados rápidamente del escenario después de su efímero debut. Tras el último acto de la obra, todos los Sabbat presentes se retiran para el Banquete de Sangre y una versión especial del Baño de Sangre. En esta noche los arzobispos se sumergen en vitae como símbolo del poder y la vitalidad de la secta. El ritual comienza con la sangre de las víctimas suspendidas del techo cayendo en un gran recipiente ornamentado ante el que se reclina el arzobispo. Cada vampiro de la cofradía añade un poco de vitae, vertiéndola primero sobre un recipiente ceremonial para la Vaulderie, y de ahí al baño. El arzobispo realiza diversos rituales y encantamientos mientras todos aportan su sacrificio, aunque los detalles varían de una ciudad a otra. Se rumorea que el Baño de la Palla Grande imbuye al dirigente con ciertos poderes hasta el siguiente amanecer, como la habilidad de ver los reinos de los muertos.
Tras concluir el Baño, todos los Sabbat de la Palla Grande comienzan una frenética danza de la no muerte, bailando al ritmo de una música atronadora y bebiendo insaciables del recipiente del arzobispo, de los mortales colgados y de los demás vampiros. Muchos de los participantes entran en frenesí, motivados solo por la violencia del baile y por el aroma, el aspecto y el tacto de la sangre coagulada en el suelo, en las paredes y en las alfombras, a medida que se acerca el amanecer. Una vez concluye la velada los ghouls se encargan de la limpieza. Cualquier posible cabo suelto se resuelve rápidamente en las noches siguientes mediante la muerte, la Dominación o el Abrazo, dependiendo del alcance del problema y del uso potencial de los involucrados.
Sistema: además de los beneficios obtenidos del Banquete y del Baño de Sangre, todos los participantes en la Palla Grande recuperan su Fuerza de Voluntad.
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