Parte 09: Sangre en las Venas

Los vampiros, por supuesto, no almacenamos nuestra sangre en nuestros sistemas circulatorios; no hay necesidad de ello, pues nuestro tejido muerto absorbe la sangre por sí mismo. Pero los vivos deben llevar sus asuntos de circulación de forma usual. Una vez ingerida la vitae, pasa muy rápidamente (como el alcohol) al sistema circulatorio. Satura las pareces interiores del tracto digestivo y encuentra su camino hacia las venas, de vuelta al corazón y a partir de allí por todo el cuerpo. Naturalmente, el sistema circulatorio humano tiene una capacidad limitada; no es posible alimentar demasiado a un ghoul si antes no se quita algo de su propia sangre. No obstante, una alimentación regular aumenta la proporción de vitae/sangre. Si se les alimenta cada noche (una molestia que puede resultar muy útil), el ghoul acabará asimilando vitae hasta que no quede nada de su sangre humana, pero si se interrumpe el suministro regular, el cuerpo metabolizará la vitae (mientras produce mas sangre para mantener el nivel) para detener el proceso de envejecimiento.

Por supuesto, usar la Sangre para mejorar las aptitudes físicas o alimentar las facultades arcanas, acelera el consumo, incluso más rápidamente de lo que el cuerpo puede remplazar la sangre gastada. Los ghoul imprudentes suelen encontrarse boqueando sin aliento, como peces fuera del agua, preguntándose por qué les han fallado sus fuerzas. Los síntomas de una rápida pérdida de sangre son familiares para cualquier Cainita; recomiendo adiestrar a los ghouls más valiosos para conservar sus facultades, dejando la lucha hasta el final a los mas prescindibles.

He observado que el cuerpo humano reemplaza la vitae en sus sistemas con sangre propia en el plazo de más o menos un mes. De hecho, es metabolismo parece llevar exactamente lo mismo que un ciclo lunar. Aunque algunos filisteos pueden burlarse y hacer chistes grotescos a propósito de la menstruación, creo que esta medida del tiempo refleja de hecho algo más profundo. Gran parte de los sobrenatural ha sido relacionado, fundamentalmente o no, con la luna. La posibilidad de que nuestras propias mareas saladas estén igualmente reguladas por el planteado rostro de Hécate no parece tan remota.