Sin los aún vivos ghouls, ¿quién vigilaría la Mascarada durante el día? ¿Quién se ocuparía del millar de detalles pendientes que atormentan la existencia de un vampiro? Y, si no fueran los ghouls, ¿quién actuaría contra los enemigos de la secta, internos y externos, durante esas horas en las que duermen los Vástagos?
En verdad, los ghouls son parte integrante de la existencia y funcionamiento de la Camarilla.
Todos los planes grandiosos elaborados por los antiguos dependen de la realización adecuada de un centenar de pequeñas tareas, tareas que son inevitablemente confiadas a los ghouls. Mantener la Mascarada también sería imposible sin la ayuda de los ghouls. La docena de diminutos desgarrones que se producen cada año en la tela el engaño se cosen mejor y de manera más sutil desde dentro de la comunidad mortal; un ghoul que sea capitán de policía o editor de periódico puede reparar una ruptura de la Mascarada reflexivamente, sin miedo a engendrar nuevos incidentes. Al fin y al cabo, sólo son humanos.
Los vampiros de la Camarilla gobiernan y a la vez temen las acciones de sus ghouls. Aunque a veces resultan muy útiles, su carácter maníaco depresivos puede provocar un alto grado de ansiedad a los vástagos de la Camarilla. Mientras el ghoul obtiene información sobre los mortales del lugar y lleva el negocio del vampiro, también puede arruinar la Mascarada.
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