Aunque los vampiros del Sabbat odian a los mortales, adoran odiar a los ghouls. Muchos Sabbat consideran a los ghouls como una especie de chiste, como un perro de aguas con vestido rosa intentando dar sobre dos patas; algunos Tzimisce y Lasombra se aburrirían si no tuviesen muñequitos articulados con los que jugar.
Los Lasombra y Tzimisce tienen opiniones muy distintas acerca de los ghouls, mientras que muchos antitribu tratan superficialmente a sus ghouls como hacen sus contrapartidas de la Camarilla. Debería notarse, no obstante, que los antitribu raramente sucumben a lazos emocionales con sus ghouls: esa miera es sólo para los mortales y débiles vampiros de la Camarilla. La mayoría de los antitribu ven a los ghouls como basura, rechazándolos tras haberlos utilizado.
Ser un ghoul del Sabbat es como caminar por una cuerda floja de alambre de espino sobre un pozo sin fondo. Todo tipo de castigos draconianos aguardan a los ghouls que se salgan de la línea. Un ghoul que se muestre irrespetuoso, o que divulgue secretos de la secta se enfrentará a prácticas "disciplinarias" como el descuartizamiento o la muerte en la hoguera. Los domitoris del Sabbat también son castigados si sus ghouls traicionan a la secta, así que éstos están sometidos a todo tipo de abusos preventivos impuestos por sus paranoicos domitoris. Algunos Tzimisce aplican la idea de que la traición es imposible si un ghoul es demasiado horrible para relacionarse con nadie, o si su lengua ha sido remodelada hasta quedar convertida en algo más agradable estéticamente que útil y funcional.
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