Hacia el Nuevo Mundo

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El siglo XVI tuvo un gran atractivo desde el ya maduro punto de vista de los Anarquistas. Antes de la colonización del Nuevo Mundo, sólo a un puñado de Anarquistas se les había ocurrido abandonar Europa y asentarse en territorios a los que la Camarilla no hubiera llegado.

Con los relatos sobre la actividad de los piratas a lo largo de la costa africana y el Caribe que aparecían en muchos títulos (como la Historia General de los Piratas), no pasó mucho tiempo antes de que los Anarquistas vieran potencial en la piratería.

Un pequeño número de Lasombra Antitribu Anarquistas se vieron inspirados por las historias de Libertalia, un asentamiento donde piratas y esclavos africanos liberados vivían en un estado anarquista. La división de poderes habitual había sido erradicada y todos eran iguales en el territorio que habían reclamado y desarrollado por sí mismos en los límites de África. Los Lasombra Antitribu, con su afinidad con el mar, partieron hacia África con la esperanza de establecer su propia Libertalia Cainita. Se asentaron en Mombasa, donde reclamaron la Praxis del dominio y cultivaron el rebaño según sus propios términos. La ciudad sigue siendo un dominio Anarquista en las noches actuales, pese a estar en el territorio de los aislacionistas vampiros Laibon del continente, y la piratería es constante en la costa oriental africana. Los éxitos de estos Antitribu han apuntalado gran parte de la animosidad entre los Lasombra del Sabbat y el Movimiento Anarquista.

Unos pocos Anarquistas también zarparon con tripulaciones piratas hacia las Indias Occidentales, donde creían que podían reclamar la Praxis sobre los puertos piratas y establecer sus propios territorios. Se produjo un conflicto con el Sabbat cuando la Espada de Caín cruzó la región de camino hacia Centroamérica y México (que se convertiría en el centro de su imperio del Nuevo Mundo).

Presionados por la creciente influencia de los Seguidores de Set en Haití, la presencia Anarquista en la región se esfumó a medida que emigraron hacia las costas orientales y meridionales de las Américas. Hoy en día pocos dominios Anarquistas (con representantes enormemente poderosos que tienen debilidad por los títulos del Viejo Mundo) permanecen todavía en la región caribeña.

A ojos de la Camarilla, el Nuevo Mundo era una preocupación secundaria respecto a Europa, su bastión tradicional. Las Américas solían servir como un práctico vertedero al que exiliar a los Vástagos indeseables. Muchos Anarquistas sobre quienes pendían Cazas de Sangre aprovecharon la oportunidad para instalarse en el Nuevo Mundo. Allí no había Camarilla, tan sólo el gobierno que ellos establecieran para sí mismos. Muchos de los que zarparon hacia el oeste eran Antiguos del Movimiento que habían luchado en la Revuelta doscientos años antes. En las Américas podrían realmente alcanzar la soberanía que habían deseado durante tanto tiempo.

A medida que se intensificaba la colonización del Nuevo Mundo, más Antiguos Anarquistas abandonaron Europa, dejando a sus jóvenes camaradas para rellenar el vacío que ellos dejaban atrás. Estos Neonatos se quedaron sin liderazgo y confusos durante décadas. Muchos abandonaron los ideales del Movimiento Anarquista y, al vacilar su impulso, regresaron a la asfixiante estabilidad de la Camarilla. Otros dirigieron su rabia contra la Torre de Marfil y se unieron a la Espada de Caín al creer que sus Cainitas eran los únicos que podían marcar la diferencia. No fue hasta la Revolución Francesa que estos Anarquistas díscolos vieron una señal. Casi como si prepararan el escenario, los Anarquistas estadounidenses se pusieron a la cabeza al estallar la Guerra de Independencia. De hecho, muchos Anarquistas prominentes se ganaron su reputación durante este período. Entre ellos estaba Smiling Jack, un Brujah Iconoclasta que rechazaba la influencia del Viejo Mundo sobre el Nuevo y ayudó a los revolucionarios estadounidenses en su lucha por la independencia. Jack, un antiguo bucanero Abrazado en el siglo XVII por uno de los primeros Anarquistas que exploraron el Caribe, creía que, si el Nuevo Mundo mantenía sus lazos con el Viejo, la Camarilla extendería su influencia y Tradiciones a las Américas. Al final, su predicción fue acertada y la Guerra de Independencia no lo evitó. No obstante, ésta inspiró los sucesos que reforzaron el Movimiento en Francia.

El conflicto de clases se intensificó en Francia. El pueblo odiaba el Antiguo Régimen y, cuando se extendió la noticia de la Revolución Americana, pronto siguieron el ejemplo de sus primos del Nuevo Mundo. La Revolución Francesa comenzó en julio de 1789, iniciada por el asalto a la prisión de la Bastilla. Con la caída de la aristocracia y las estructuras de poder mortales, la influencia de la Camarilla, que tanto se había atrincherado dentro de ellas, sufrió un golpe importante.

Los Anarquistas vieron su oportunidad. Inspirados por una debilitada Camarilla, ayudaron a los revolucionarios y los enviaron contra los peones aristócratas de la Secta, quienes pronto se toparon con madame Guillotine. Es más, los Anarquistas emplearon su influencia en Europa para extender propaganda entre el ganado con la esperanza de exportar la revolución mortal a otros países. La esperanza de éxito resultó vana, no obstante. El sistema alternativo de los mortales se volvió tan corrupto como la aristocracia, permitiendo que la influencia de la Camarilla volviera a crecer. Algunos Vástagos incluso hicieron la transición desde la aristocracia prerrevolucionaria hacia la aristocracia posrevolucionaria, claro ejemplo de lo cual fue el Príncipe François Villon. No obstante, Vástagos de toda Europa fueron testigos de ese momento de debilidad y no lo olvidaron.

Durante los siguientes años, tanto la Camarilla como el Sabbat se expandieron por EE.UU. y reclamaron sistemáticamente territorios en la Costa Este. Los Anarquistas, tanto individual como colectivamente, apenas ofrecieron resistencia. No deseaban comenzar un nuevo conflicto cuando el mundo se había vuelto de repente mucho más vasto. Muchos Anarquistas se dirigieron al oeste, hacia tierras todavía sin reclamar, mientras que otros se mudaron a Canadá, donde los pioneros mortales estaban estableciendo asentamientos realmente independientes.

En la costa este canadiense, los Anarquistas establecieron o se apoderaron de numerosos dominios portuarios, lo que permitió que la migración Anarquista de Europa prosiguiera sin tener que atravesar los territorios estadounidenses  de la Camarilla. Un número significativo de Anarquistas también se dirigió hacia el sur, hacia América Central y del Sur. Esperaban que las Sectas enfrentadas centraran su atención únicamente en Norteamérica, dando tiempo a los Anarquistas para establecer territorios más seguros allí. Irónicamente, fue su éxodo lo que atrajo el interés de la Camarilla y éste, a su vez, el del Sabbat, dirigiendo la Jyhad hacia Sudamérica.

Los Anarquistas que se quedaron en los Estados Unidos se toparon con las otras Sectas, que crecían en el Este, y con el tiempo los desplazaron más y más hacia el Oeste. Dirigirse hacia un territorio salvaje plagado de Lupinos y que no había tenido contacto con la civilización occidental era una perspectiva aterradora y desalentadora. Aunque su deseo de autonomía los empujaba hacia adelante, los pioneros Anarquistas seguían necesitando sangre. El gran rebaño mortal del que dependían todavía no existía en el Oeste sin colonizar.

Varios Anarquistas se encargaron personalmente de acelerar la expansión de los pioneros. Explotaron la creciente creencia en el Destino Manifiesto [N. d. T.: Idea que expresa la creencia de que EE.UU. es una nación destinada a expandirse desde las costas del Atlántico hasta el Pacífico] y cabalgaron en el despertar de la Fiebre de Oro. Las nuevas y prósperas ciudades del Viejo Oeste se convirtieron en zonas de Caza esenciales para territorios Anarquistas más grandes. Cuando estos Anarquistas se dirigieron sin contemplaciones más hacia el oeste en detrimento de la población indígena, se generó resentimiento entre sus compañeros más moralistas. La libertad de los Anarquistas dependía de subyugar a esos pueblos para expandir sin piedad la civilización occidental y alimentar la creciente población vampírica. No obstante, esto no impidió que esos preocupados Anarquistas se alimentasen también del mismo rebaño. Capitalizando la nueva riqueza obtenida del ganado bajo su control, algunos Anarquistas incluso financiaron las vías férreas para estimular aún más la migración desde el este. Irónicamente, fue esta misma infraestructura la que empleó la Camarilla para expandirse hacia el Oeste, desplazando a los Anarquistas una vez más.

Al final, los Anarquistas alcanzaron el Océano Pacífico y la Camarilla los siguió. Tan sólo un puñado de ellos trató de cruzar la gran vastedad del Pacífico. Todos regresaron pronto y desalentaron cualquier intento de dirigirse al Lejano Oriente. Aunque no hablaron con mucho detalle sobre lo que encontraron allí, dejaron claro que Oriente era una tierra ya reclamada por “otros” y que los Vástagos no eran bienvenidos allí. Hacia la mitad del siglo XIX, los Anarquistas ya se habían desplazado tan al oeste como era físicamente posible.

La expansión de los asentamientos europeos a la que ellos habían contribuido para escapar de la Camarilla provocó que se segregaran en dominios aislados. Así, los Anarquistas de la Costa Oeste finalmente terminaron morando en lo que acabaría siendo conocido como Los Ángeles.
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