Aunque muchos vampiros famosos de la época (en especial aquellos dispuestos a formar sus propias sectas) intentaron mantener su neutralidad, con el tiempo acabó quedando claro que ambas sectas se convertirían en el futuro de la sociedad vampírica europea.
Pero algunos se resistieron. Algunos vampiros eran tan antiguos y poderosos que no vieron ninguna necesidad de relacionarse con las nuevas sectas. Muchos de esos vampiros, se exiliaron de la sociedad Cainita, hundiéndose en la oscuridad, la leyenda y el letargo, convirtiéndose en el Inconnu. Otros, entre los que se incluye el famoso Robín Leeland, creyeron que ninguna secta daba respuesta a sus problemas, por lo que se mantuvieron alejados de ambas. Fueron alienados de la sociedad política por sus años de rebeldía o su intento genuino de perseguir sus propios objetivos. Estos vampiros, muchos de los cuales eran bastante viejos en su época, formaron el núcleo del Movimiento Anarquista.
Durante el tiempo que ha transcurrido desde entonces, algunos de esos antiguos han muerto o se han sumergido en un estado de letargo prolongado que los ha mantenido alejados de la escena, pero otros han continuado activos. Otros vampiros han acabado por unirse a ellos, conversos tardíos a la causa anarquista y anarquistas que han envejecido al servicio de la revolución. Aunque no son numerosos, estos Vástagos son vitales para el movimiento, tanto en su organización como en el aire de poder y legitimación que le otorgan en una sociedad de criaturas que crecen en poder y posición con el paso del tiempo.
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