Lo haces porque tienes que hacerlo. Igual que todos nosotros. Mataron a tu familia. Convirtieron a tu hijo en uno de ellos. Se llevaron a esos críos. Trafican con drogas o venden carne o algo peor en esa vieja casa. Controlan al Gobierno. Se entrometieron en tu territorio. Son monstruos. Te usaron, y no les darás otra oportunidad de hacerle lo mismo a nadie más. Hieren a la gente. Sea cual sea la razón, lo haces porque tienes que hacerlo. Lo haces porque nadie más lo hará.
Motivo
¿Y si te dijera que nadases en un tanque de tiburones y que escogieras uno contra el que luchar? Simplemente, nadar y liarte a puñetazos. Pensarías que he perdido la cabeza, ¿verdad? Bueno… probablemente, lo piensas de todos modos. La cosa es que no estás hecho para el agua. No tienes la fuerza, velocidad o agilidad que tiene un tiburón. No tienes sus armas naturales. Ese cabrón está creado para matar en cualquier dirección, y tú apenas sabes nadar. Pillas hacia donde voy, ¿verdad? Eso es lo que estás haciendo ahora. Eso es lo que yo hago. Eso es lo que hacen una docena o más de otros cazadores que he conocido. ¿Qué llevaría a gente como tú o como yo a saltar a ese tanque como si fuera asunto nuestro? Aquí tienes algunas razones con las que me he encontrado.
Venganza: La más importante. No tengo estadísticas, pero es seguro que la mayoría de nosotros hemos perdido algo que no podíamos perder. Familia, amigos, parejas. Quizás asesinados, quizás convertidos, puede que aún estén vivos y sirviendo como Ghouls (una especie de esclavo). Sea como sea, la pérdida es la misma. Y también la necesidad de vengarse de uno o de todos los chupasangres. Básicamente, tú me quitas algo, yo te quito algo. Tú me hieres, yo te hiero. Ojo por ojo, colmillo por diente.
Justicia: El planteamiento “no permitas que ninguno viva”. Los vampiros son blasfemias, sucios, impuros o simplemente un error. Ya sean religiosos o racistas, los justos simplemente no pueden permitir que estas criaturas huellen la misma tierra que tú y yo. Y no aceptarán nada más. La misma noción hace que su piel se erice y sus puños se cierren. No hay precio demasiado alto. Si los inocentes se interponen en su camino, bueno, son pérdidas aceptables y todo eso. ¿Quién de entre nosotros es realmente inocente, después de todo? No me mires así. Probablemente, no quieras hablar de política o religión con ellos, pero cazan tan bien como cualquier otro.
Deber: Tienes una responsabilidad. Quizás hiciste un juramento en algún momento o sencillamente ves necesario hacer lo correcto. Policías, soldados, reporteros (incluso conocí a un psiquiatra una vez), todos ellos cazan como una extensión de lo que juraron hacer. El deber es casi siempre un servicio a algo superior, incluso si es sólo un ideal. Lo haces porque dijiste que lo harías. Hiciste una promesa a alguien en alguna parte. No tiene por qué ser Dios, alguna institución o alguien en concreto. Pudiera ser que vieras a los vampiros atormentando a los débiles y tú te ves fuerte. Menos débil, al menos.
Poder: Alguna gente simplemente no puede soportar no ser el puto rey de su puta colina. ¿Que los vampiros gobiernan la noche? Bueno, ya lo veremos. A los ricos y poderosos no les gusta que haya otros tiburones en su piscina. Quizás algún luchador de artes marciales que necesita enfrentarse a los cabrones más duros. O puede que alguna chica que necesita demostrar que no hay nada que no pueda hacer. Lo divertido es que a la mayoría de éstos los perdemos en favor del otro bando. Al final alguien se fija en ellos y les hace una oferta que no pueden rechazar: más poder. No todos ellos, pero sí bastantes. Los de esta clase no son de fiar, pero son buenos para apartar la atención lejos de ti.
Curiosidad: Echaste un vistazo tras el telón y no puedes volver a casa sin más. Para algunos, su impulso es puramente académico. Otros tienen la necesidad personal de conocer la verdad. Si hay un vampiro, debe de haber más. ¿Cuántos? ¿Cómo crean más? ¿Son biológicos o mágicos? ¿Son monstruos o víctimas? ¿Cómo se relacionan? ¿Cuál es su símbolo? ¿Saldrán conmigo? Bla, bla, bla. Lo siento, odio a esta gente. Si me preguntas, la mayoría son turistas y follacelebridades. Algunos valen la pena cuando regresan con algo de valor. Pero la mayoría se adentra demasiado en la boca del lobo y nunca vuelve a salir. Ni tampoco sus apuntes.
Emoción: Este tipo sencillamente me desquicia. Escucha, si sales vivo, con tu corazón latiendo y todo el sudor y la adrenalina, eh, es un subidón. Lo pillo. Sin embargo, no es suficiente como para que sea tu única razón. Tienes a los privilegiados que se acostumbran a conseguir todo lo que quieren y a los pervertidos que sólo pueden correrse si oyen a la muerte llamarlos por su nombre. De una forma u otra, retozar con los no-muertos es un subidón para ellos. Haz lo que quieras, lo que sea que haga que se te ponga dura. Pero esta clase hará que te maten sólo para poder refrotarse en la bañera de Drácula cuando creen que no está en casa.
Locura: Luego está el resto. Los locos. Es decir, joder, la caza pasa factura. Todos estamos algo tocados, pero algunos ya lo estaban de antemano. Algunos quieren morir. Algunos tienen impulsos que es mejor que dirijan contra los vampiros que contra otra gente. Algunos ven ángeles y demonios o entes extradimensionales donde tú y yo vemos… bueno, vampiros, pero captas la idea.
¿Cómo sé que no soy uno de los locos? A estas alturas tengo bastantes testigos que lo corroboran, y ya no estoy preocupado acerca de estar loco. Además… bueno, lo sé. ¿Cómo lo sabes tú? No lo sabes. Aún no.
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