La Inquisición tal y como la conoce el mundo, comenzó en el siglo XVII. Sin embargo, sus raíces se remontan considerablemente hacia los primeros años de
la era cristiana. Hay que tener en cuenta que los herejes los objetivos originales de la Inquisición no eran los
herejes ni las brujas u otras criaturas sobrenaturales.
La Inquisición o santo oficio, era un conjunto de tribunales eclesiásticos dedicados a erradicar la herejía,
considerada entonces como una especie de comportamiento perverso, y asegurar la unidad doctrinal de la
Cristiandad.
Hasta el siglo IV, el imperio romano vio al cristianismo con diversos grados de antipatía y desconfianza.
El imperio permitía dentro de sus fronteras la práctica
de ciertas religiones, y el cristianismo era una de ellas
en virtud de su conexión con el judaísmo. Aunque el
judaísmo era objeto de burlas, se permitía que existiese
como la fe de los hebreos; como dijo Celso, la religión
de los judíos puede ser muy peculiar pero al menos es
la costumbre de sus padres.
Pero finalmente, a medida que judaísmo se iba
distanciando del cristianismo, y la nueva generación
no podía ya alegar una tradición ancestral, perdió su
posición de religión lícita. El cristianismo se convirtió
en objeto de burla y desprecio, además de una persecución directa. Fue declarada una religión criminal, y
sus Seguidores acosados, perseguidos, encarcelados y
ejecutados.
El crimen en sí era meramente nominal: uno podía ser arrestado simplemente por ser cristiano. No era
necesario que hubiese cometido ningún crimen específico. Se creía que los cristianos amenazaban el orden
social y el natural. Los críticos romanos de la fe temían
que al negarse a honrar al emperador y a los dioses
de roma, los cristianos provocaran plagas hambruna y
otros desastres naturales, enfureciendo a loas espíritus
tutelares del cielo con sus ofensas. Los cristianos fueron acusados también de practicar el canibalismo y el
incesto, consecuencia fácil de una lectura errónea de
la liturgia y la teología cristianas.
La época de los mártires acababa de comenzar.
El cristianismo empezó esencialmente con un acto
de martirio (la crucifixión, y el primer mártir oficial
fue, san Esteban, en el año 35. Pero esto no fue sino
el inicio de la verdadera persecución del cristianismo.
Desde el gobierno de Nerón en el siglo I hasta el de
Diocleciano a comienzos del IV, los cristianos fueron
aleatoriamente acosados por la violencia organizada y
por la persecución oficial. Esta fue su primera experiencia con el abuso de poder, la tortura y la criminalización de una creencia a escalas de masas. Aunque
los cristianos se encontraban en el lado malo de los
abusos, la máxima de que el niño víctima de abusos
crece para convertirse en un padre abusivo es indudablemente cierta para una fe.
Las cosas cambiaron en el siglo IV, cuando Constantino abrazó el cristianismo. Esta religión paso a
convertirse en la oficial, y su futuro quedó bastante
asegurado. Esta herencia implicaba que ciertas prácticas religiosas no sólo eran las predilectas del estado
sino que también eran buenas para él. Los emperadores a partir de Teodosio II decretaron el exilio la confiscación de bienes e incluso la muerte para los herejes
convictos. Un decreto del año 407 equiparaba la herejía a la traición.
El emperador de Bizancio Justiniano,
intentando imponer una ortodoxia condenó a muerte
a cerca de 100.000 personas por paganismo o herejía.
Los primeros líderes religiosos, no obstante, se oponían
en su mayo parte al uso de la fuerza contra la herejía,
prefiriendo en su lugar medidas como la excomunión y
el encarcelamiento ocasional.
En los siglos próximos al cambio de milenio los
castigos contra los herejes se hicieron severos, brutales incluso, pero la iglesia siguió sin tomar medidas
concertadas para perseguir y castigar a los supuestos
herejes. Gran parte de la persecución estuvo a cargo
de líderes seglares. Ciertamente, las autoridades eclesiásticas tomaron algunas medidas punitivas, pero incluso durante el cuarto concilio de Letrán, el exilio y
la confiscación de bienes siguieron siendo vistos como
castigos adecuados para la herejía.
Hasta entonces, los objetivos de la Inquisición
habían sido siempre los herejes. Puesto que la tradición cristiana se oponía firmemente a la magia y temía
la actividad de demonios por todas partes, no había
mucha caza organizada. Sí, los ermitaños luchaban
contra espíritus malignos en los bosques, la orden de
san Miguel se enfrentaba en una guerra espiritual a las
fuerzas infernales y el populacho era exhortado a evitar la magia pagana; pero todas eran actividades poco
organizadas.
El Cuarto Concilio de Letrán
El Cuarto concilio de Letrán, convocado
en el año 1215, fue el primero en una serie de
concilios a lo largo de la historia en un esfuerzo
por resolver diversos problemas. Éste, convocado por Inocencio III para ‘la recuperación de
Tierra santa y la reforma de la Iglesia’, es considerado el más grande de los concilios medievales, y establece las esencias del catolicismo
medieval. Entre sus objetivos estaban la reconstrucción de la actitud pastoral y la extensión de
la enseñanza de la fe entre los miembros de la
iglesia, tanto del clero como laicos. Desgraciadamente, la ignorancia siguió prosperando en
la iglesia, Otro resultado, más relevante para la
Inquisición, fue que el concilio aseguró también
la ayuda de las autoridades seglares al mantenimiento de la ortodoxia
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