En 1848, el papa Inocencio VIII promulgó la Summis Desiderantes Affectibu, añadiendo oficialmente a las
brujas a la lista de indeseables. La brujería había estado
perseguida en los años anteriores, pero esto, inspirado
por los Inquisidores dominicos Heinrich Kramer y James Sprenger, denunciaba a las brujas como enemigas
de la humanidad, alertando al público del peligro que
representaban. Nuevamente, algunos sospecharon la
influencia del coro divino, pero yo creo que los humanos son los bastante paranoicos y peligrosos por si
mismo para actuar sin necesidad de las sutiles manipulaciones de los magos.
Kramer y Sprenger eran de la escuela de Leopoldo,
que por aquel entonces no tenía más de quince miembros simultáneamente, y fueron los responsables el
renacimiento de la Sociedad. Creían, correctamente,
que si la Iglesia reconocía formalmente los males con
los que se enfrentaban de forma cotidiana, la importancia (y el tamaño) de la Sociedad aumentaría.
La summies fue el primer paso oficial importante
dado por la iglesia hacia el exterminio de los sobrenaturales, llevando mucha presión sobre los vástagos
en particular. Con su publicación, más Inquisidores
empezaron a perseguir en serio a brujas y demonios.
El optimista que hay en mi quiere creer que varios satanistas cayeron entonces, y que no todas las víctimas
fueron simplemente ancianas excéntricas que hablaban con sus gatos, pero la parte más realista de mi ser
me dice que sufrieron demasiados inocentes.
En el 1486 fue importante tanto para la Inquisición como para los vampiros. Kramer y Sprenger publicaron el Malleus Maleficarum o Martillo de brujas, un
libro de texto sobre la caza de brujas, mientras los vampiros empezaban a reunirse y formar parte de una Sociedad conocida como la camarilla. Desde entonces,
los vástagos operaron con mucho más cuidado, convirtiéndose en enemigos mucho más difíciles de atrapar.
El Malleus Maleficarum, se convirtió en el manual
de los cazadores de brujas de toda Europa, utilizado
tanto por los protestantes como por los católicos.
Gracias a la Summis y al Malleus, la Sociedad adquirió
nuevos miembros: en 1488 eran ya mas de 100 Inquisidores, y era obvio que la Sociedad merecía la atención
papal para alcanzar su verdadero potencial.
Aconsejado por Kramer y Sprenger, Inocencio
VIII mantuvo el relativo secreto de la Sociedad; por
otra parte aumentó sus recursos u propuso que se reorganizase de acuerdo con una jerarquía más definida.
Esta jerarquía necesitaba un liderazgo centralizado,
algo que faltaba desde la muerte de Leopoldo. Kramer
y Sprenger eran demasiado famosos para asumir el liderazgo, así que el jesuita Matteo Severus, uno de sus
colegas menos conocidos por público, se convirtió en
el primer Inquisidor General de la Sociedad de Leopoldo.
Severus comenzó la tarea de organizar la nueva Sociedad tomando su propia orden jesuita como modelo.
Los diarios del fundador, El Testamento de Leopoldo, se
convirtieron en el canon de la renacida Sociedad, cuyo
cuartel general quedó establecido en el Monasterio di
San Michel, en Roma. La nueva Sociedad de Leopoldo
recurrió a las fuerzas combinadas de las dos órdenes
religiosas más eficaces, los jesuitas y los dominicos,
uniéndolas en una Sociedad completamente nueva.
La Inquisición propiamente dicha se mantuvo
igual a lo largo de la reforma, como si sencillamente todos se odiasen unos a otros. Los católicos quemaban a
los protestantes junto con los demás herejes, mientras
que los protestantes eran igualmente rápidos para acusar a los demás de herejía. Entretanto la Sociedad de
Leopoldo fue decreciendo poco a poco y alcanzando
discretamente sus objetivos. El auge protestante dejó
claro que el catolicismo había perdido su hegemonía
política y religiosa, y la Inquisición fue haciéndose menos activa a partir del siglo XVII.
Los Condotieri
Aunque los Inquisidores de la Sociedad
eran los nuevos Cruzados, no se trataba de
verdaderos soldados. Matteo Severus, el padre jesuita que se había convertido en el Primer Inquisidor General de la Sociedad, decidió que la nueva Inquisición necesitaba algo
más que simples eclesiásticos en su misión.
A lo largo del Renacimiento, muchos mercenarios se habían ganado la vida luchando
por las diversas ciudades estado italianas. Estos
mercenarios eran los Condotieri, un término
derivado del contrato entre un Condotiere y
su señor, y a la vez una promesa de buena conducta: bouna condoita. A finales del siglo XV,
cuando las ciudades y estados más pequeños se
incorporaron a unidades mayores, la necesidad
política de los Condotieri empezó a desvanecerse, dejando a muchos soldados entrenados sin
trabajo ni paga. Severus vio que sus necesidades encajaban perfectamente con la de fuerza
militar de la Sociedad, y comenzó a reclutar
Condotieri para cubrir la seguridad y las necesidades marciales de la Sociedad de Leopoldo.
Los Condotieri sirvieron admirablemente,
a menudo luchando codo con codo con los Inquisidores en los autos-da-fe, pero su posición de
profesionales remunerados se convirtió en una
fuente de desacuerdos en la Sociedad. Aunque
muchos Inquisidores recibían algún estipendio,
no trabajaban por el dinero: su trabajo era la
obra de Dios. Severus decidió reducir la paga
de los Condotieri, y muchos partieron hacia
empleos más provechosos. Los que quedaron
fueron considerados leales a la misión de la Sociedad, y oficialmente nombrados Inquisidores;
su apostolado sería apoyar y defender al Santo
Oficio. Aunque ya no trabajaban “bajo contrato”, esta división conservó el nombre de Condotieri, un término todavía en uso en la actualidad.
Desde sus orígenes como fuerza militar, los
Condotieri operaban en grupos de tres, denominados “Lanzas”. Al principio, una lanza consistía
en un soldado a caballo, un escudero un lancero
(a veces montado, a veces a pie). Los cálculos se
hacían en términos de lanzas: cuatrocientas lanzas representaban 1.200 soldados, con un mínimo de 400 jinetes. Aunque las tácticas militares
han cambiado, los Condotieri de la Sociedad prefieren trabajar en grupos de tres. Aunque esto no
es factible en las Cenacula de pequeño tamaño,
las más grandes y San Michele operarán con lanzas en lugar de asignar Condotieri individuales.
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