Estereotipos

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Las percepciones de la Sociedad de Leopoldo sobre su presa no siempre son precisas ni ecuánimes. El error, la falta de objetividad y los conceptos equivocados han trabajado al unísono para crear las perspectivas únicas de la Sociedad sobre su presa.

Lo “Sobrenatural” 

El término “sobrenatural” no tiene necesariamente connotaciones negativas en la tradición católica. Lo sobrenatural es, sencillamente, lo que trasciende lo natural; los milagros, los ángeles, los sacramentos y cualquier manifestación de lo Divino que altere el orden natural de las cosas son, por tanto, sobrenaturales. Lo sobrenatural no es maligno per se; sólo lo que es sobrenatural pero no “de Dios o procedente de Dios” lo es.

Cuando en el texto hablamos del apostolado y la misión del Santo Oficio de liberar al mundo de lo sobrenatural, queda implícito que lo sobrenatural en cuestión no es de Dios. La Sociedad acepta la calidad sobrenatural de lo Divino, sencillamente rechaza cualquier cosa que caiga fuera de estos parámetros.

Vampiros 

De acuerdo con algunos miembros de la Sociedad, los vampiros son demonios llegado para habitar los cuerpos de los muertos. Estos demonios son astutos, eso es seguro. Tan astutos que imitan cuidadosamente la personalidad y hábitos de las almas que han venido a reemplazar. Sin embargo, su génesis infernal es obvia, y el peligro que representan los vampiros igualmente claro: cada vampiro busca crear a otro de su especie, para que otro demonio pueda caminar sobre la Tierra. Una fraternidad dentro de la Orden, conocida como los Hijos de Lázaro, está particularmente consagrada al exterminio de estos demonios. No está claro cuando se percató la Inquisición de la existencia de los vástagos. Los primeros encuentros debieron tener lugar alrededor del a época del concilio de Tolosa, pero la Sociedad no ha conseguido a hacerse con los registros de los mismos. Lo más probable es que la Inquisición descubriese la existencia de los vampiros durante la cruzada albigense o la Inquisición española, épocas en las que tanto nobles Ventrue como Brujah cayeron bajo las espadas de los cruzados. Una carta de Torquemada habla de cierto cautivo hereje que mostraba las más sorprendentes facultades de recuperación y fuerza física, pero se sentía locamente aterrado por el fuego. La carta no habla más del tema, que no volvió a ser abordado, pero es posible que este hereje fuese un joven vástago.

Cuando Leopoldo fundó la Sociedad, él y sus predecesores conocían la existencia de los vampiros, y probablemente ya habían llevado a la muerte definitiva a mas de uno. No obstante, suponían de muy poca información acerca de la estirpe. La Sociedad lo ignoraba todo acerca de las tradiciones vampíricas, los clanes y la mitología e historia de los vástagos. No sabían nada del conflicto camarilla Sabbat consecuencia de la mascarada, ni del Inconnu. La ironía definitiva, por su puesto, es que la Inquisición es la responsable de la mascarada misma. La Sociedad era la culpable de gran parte de esta ignorancia. Los seguidores de Leopoldo no se preocupaban por aprender nada sobre la política o la ideología de la estirpe; lo único que les interesaba eran las misiones sencillas del tipo empalar u destruir. Es más, el procedimiento básico consistía en dos acciones básicas concernientes a las propiedades de un vampiro: tomar cualquier cosa de valor (para la arcas de la Sociedad) y quemar el resto. Este resto desgraciadamente, incluía muchos valiosos diarios u volúmenes acerca de la historia y cultura de la estirpe, que hubiesen sido muy útiles para la Sociedad. Tal comportamiento incendiario no fue en la iglesia durante la reforma, ni en los tiempos posteriores.

No fue hasta finales del siglo XVIII cuando la Sociedad decidió reunir y estudiar los escritos confiscados a los vampiros. Desgraciadamente, gran parte de los mismos es basura pseudoliteraria: anécdotas y observaciones acumulada a lo largo de siglos de observaciones acumuladas a lo largo de siglos de egocéntrica categoría. La Sociedad no puede averiguar mucho de la política de la estirpe de los textos recuperados. Sin embargo, hay rumores de entre los vampiros de que la bóveda sellada de la biblioteca de San Michele contiene al menos una copia completa del Libro de Nod. Los Inquisidores de la Sociedad no comprenden del todo las particularidades de la fisiología vampírica. Ciertamente comprenden lo básico: los vampiros son criaturas no muertas, a veces de inmenso poder, que se alimenta de sangre. A partir de aquí, no obstante, han sido incapaces de separar los hechos de la mera especulación. Para empeorar las cosas, no comprenden del todo las disciplinas vampíricas: si un vampiro exhibe una tremenda fuerza física, los Inquisidores asumen que todos son igualmente fuertes.

Si ven a un vampiro practicando la taumaturgia, deducen que todos los vampiros tienen todas las mismas habilidades diabólicas. Estos errores, en lugar de tener a la Sociedad “preparada para cualquier cosa”, tienden a bloquear a los Inquisidores en interpretaciones estáticas de que los vampiros tienen muy diversas habilidades que no pueden ser clasificadas con facilidad. Sin embargo, sí se ha percatado de que los vampiros más jóvenes parecen mucho más débiles que los de ortos tiempos. Si esto es un hecho o si es que los Inquisidores del pasado eran propensos a la exageración está por verse. En los último tiempos, los Inquisidores han comenzado a hacer una aproximación más analítica a su presa. Aunque su celo no ha disminuido, estos han llegado a comprender que no pueden ir simplemente a tontas y a locas, quemando y clavando estacas a los vampiros sin entender primero a qué se están enfrentando. Algunos han llegado a llamar vástagos a los vampiros, y su disposición a aprender cuanto les sea posible de la Sociedad vampírica preocupa a los censores, siempre vigilantes frente a la corrupción.

Hombres Lobo 

Nadie puede dudar de que todas las artes y metamorfosis por las que las brujas transforman a hombres en bestias son ilusiones engañosas y opuestas a toda naturaleza. Añado que cualquiera que mantenga la opinión contraria incurre en Anatema. Pues un alma humana no puede encarnarse en el cuerpo de una bestia, mas de lo que el alma de un león habitar en el cuerpo de un caballo, o la de un caballo en el cuerpo de un hombre, ya que… el alma regula los movimientos del cuerpo orgánico. 

—Franccesco Guazzo, “Compendium Maleficarum”. 

Un error muy típico es que la maldición licantrópica se transmite a través del mordisco de una de estas criaturas. La Sociedad sabe que esto es falso, pero aún ha de ponerse de acuerdo en una teoría común que explique la existencia de los hombre lobo. Independientemente de las creencias seguidos, los hombres lobo siguen siendo apodados cambia formas... etc. Actualmente, hay dos teorías dominantes en cuanto a su origen. La primera y más antigua es la de Guazzo, que sostiene que los Lupinos y demás cambia formas no so n sino brujas practicando sus artificios esta idea se apoya también en el hecho de que muchos humanos no llegan a ver “hombres lobo”, sino solo humanos en un sangriento frenesí; aparentemente los poderes de ilusión de las brujas son limitados, y no afecta a todos los testigos por igual. La otra teoría, que está adquiriendo mayor prominencia, afirma q niños inocentes son raptado para que sus cuerpos sirvan como anfitriones a bestiales demonios, que acaban corrompiéndoles hasta sus propias almas, trastornando sus creencias y entendimiento.

Más de una buena alma cristiana se ha perdido a estos demonios paganos, siendo tentada a una falsa adoración de la naturaleza además de la bestialidad demoníaca. Esta perspectiva goza del apoyo de algunos Inquisidores que han estudiado los patrones sociales de las criaturas, agrupadas en diversas “tribus”. Este grupo está en desacuerdo con Guazzo y la pretendida naturaleza ilusoria del cambio de forma de los hombres lobo: tales poderes son demasiado reales. No es sorprendente que este grupo incluya a los Inquisidores más expertos en la caza de lupinos. Lo más probable es que los hombres lobo fuesen descubiertos durante la persecución de los cátaros, pues estas criaturas lucharon para salvar a sus parientes humanos o de los cruzados o se convirtieron en víctimas de éstos. Los informes más antiguos dan poca información; la posibilidad de capturar a un hombre lobo y mucho menos matarlo, era más bien pequeña.

Como ocurre con los vampiros, los Inquisidores sabe poco de la Sociedad lupina. Han descubierto que los hombres lobo tienen en cuenta particulares linajes y se reúnen en estrechas unidades sociales. NO saben mucho de la cosmología Garou, como es lógico: la naturaleza de las tradiciones Garou es oral, no escrita. Se las han arreglado par acumular unas pequeñas e incorrectas nociones de la cosmología Garou, pero son conscientes de la importancia de los espíritus para los Lupino, y algunos Inquisidores han combatido contra hombres lobo que parecían capaces de controlar los espíritus. Los Inquisidores creen que los espíritus son simplemente otro tipo de entidad demoníaca, quizá más débil que la que habita en los lupinos. Por supuesto la Sociedad es consciente de la vulnerabilidad a la plata de los hombres lobo, y aprovecha esto tanto como le resulta posible. También se ha percatado de que los cenáculos que se encuentran regularmente con Lupinos luchan con una inexplicable ferocidad, de naturaleza casi atávica.. La Sociedad de Leopoldo se mantienen en una relativa ignorancia acerca de los Bastet y otros tipos de cambiaformas. Las provincias del sur de Asia, África y Sudamérica están empezando poco a poco a reunir información sobre los distintos tipos de cambiantes. No es que esas distinciones importen mucho: a fin de cuentas son todos demoníacos.

Magos 

La existencia de los magos es algo de lo que la Sociedad lleva mucho tiempo enterada. La iglesia misma ha sabido siempre de su existencia, desde los primeros días de los apóstoles. Los magos competían con los apóstoles y discípulos de la iglesia temprana, atrayendo la atención, la fe y, en algunos casos, el culto religioso de la plebe.

Cuando la Inquisición comenzó sus actividades a gran escala, algunos Inquisidores fueron enviados directamente contra brujas, hechiceros y otros que traficaban con el diablo. Muchos magos, particularmente los que servían a una organización conocida como el Coro Celestial, afirmaron ser cristianos temerosos de Dios, mientras que otros fueron acusados de actividades diabólicas. Pero aquello no significó ninguna diferencia para los Inquisidores, que los encontraron a todos sospechosos de satanismo. Después de todo, ¿de donde podían proceder los poderes mágicos si no eran del Diablo? La Sociedad no sabe nada de la Guerra de la Ascensión, y sólo tiene una vaga idea de las diversas Tradiciones, a las que considera bandas de hechiceros.

Los miembros de la Sociedad han luchado contra los representantes de los Nefandos y los merodeadores, y algunos han llegado incluso a ganar aunque a un gran riesgo para sus almas y su cordura. Por descontado, las divisiones ideológicas entre los magos son desconocidas para la mayoría de los Inquisidores, que se limitan a poner en el mismo saco a todos los hechiceros y taumaturgos. Unos pocos Inquisidores han informado de haber sido abordados por magos que intentaban una discusión pacífica. Estos magos hablan de grandilocuentes términos filosóficos, refiriéndose a “paradigmas” y guerras de realidad, incluso peor que su trato con los demonios es su prometéica creencia de que los humanos son los arquitectos de la realidad. Estos magos, han intentado asegurar a los Inquisidores que sólo desean lo mejor, que todos alcancen la ‘“Ascensión”.

La mayoría de los Inquisidores así abordados han discutido y refutado a los hechiceros, manteniéndose firmes en sus creencias. Los Inquisidores han observado un aspecto fascinante de su batalla contra los hechiceros. Los verdaderos fieles han conseguido resistirse a las facultades Goéticas de los magos: el poder de la Iglesia predominará siempre. Y lo que es todavía más interesante, algunos magos parecen perjudicados por sus propias hechicerías: unos pocos Inquisidores han visto aparecer entidades demoníacas para llevarse consigo al mago en mitad de una batalla. La Sociedad no está segura de que significa esto, pero sospecha que el diablo aparece para reclamar lo que es suyo. Tal es el precio de la arrogancia: ¡que tengan cuidado los aspirantes a Fausto! Una tendencia dentro de la Sociedad de Leopoldo que algunos encuentran inquietante es el creciente recurso a la Teurgia. La Sociedad ha autorizado el empleo de la Teurgia, que en oposición a la Goecia, recurre naturalmente al poder del cielo para hacer su magia. Pero tales acciones abren invariablemente la puerta a deseos malignos. Los Albertinos, una pequeña facción de la Sociedad está constantemente bajo el escrutinio de la Sociedad, y no es extraño que sean los más investigados por los Censores. Observa que la Sociedad es niega a emplear el término plural “magos”, afirmando que podría confundir a los satanistas con los magos benéficos que acudieron al nacimiento del Mesías. En s lugar utiliza otros muchos nombres, como Goecistas, Satanistas, hechiceros, taumaturgos o brujas.

Satanistas 

Satanistas, infernalistas, adoradores del Diablo... la Sociedad de Leopoldo agrupa a estos individuos con los magos. Desgraciadamente, afortunadamente para la Sociedad, los satanistas y su ralea no son ni por asomo como los pintan: son todavía peores.

Wraiths 

Todos los devotos coinciden en que, mediante el poder y la fuerza de Dios, las almas de los fallecidos pueden a veces, y lo hacen, aparecerse a los vivos. 

—Franccesco Guazzo, “Compendium Maleficarum”. 

Hay tres perspectivas dominantes en cuanto a los fantasmas en la Sociedad de Leopoldo, que todavía ha de decidirse por un curso formal de acción. La opinión mas liberal refleja la de la iglesia católica, que ha establecido que Dios puede permitir a un espíritu volver ala Tierra para cualquier propósito estimado necesario de acuerdo con su misión divina.. En tal caso, la Sociedad se compadece del torturado ser, aunque asegurándose de que un destino adecuado espera al alma perdida. Un segundo grupo cree que, aunque la teoría anterior puede ser ciertas mas frecuente que los demonios se hagan pasar por estas almas perdidas. A veces, sólo pretenden atormentar a lo vivos aparentando ser un amada difunto, pero lo que es peor, en otras ocasiones pretenden controlar a los vivos mediante la posesión de sus cuerpos. Como esa, estos repulsivos espíritus deben ser tratados de la misma forma que cualquier otro espíritu diabólico.

El ritual de Exorcismo, conocido por tantos Inquisidores, es imprescindible en esta situación. Una tercera filosofía es la más radical: considera que muchos de los avistamientos de fantasmas de los que se informa son genuinos, y que de hecho se trata de las almas de los fallecidos. Se cree en la existencia de una jerarquía de almas perversas infernalmente guiadas para llevar el caos a los vivos. Estas almas han sido retorcidas y mancilladas, y están atrapadas en un horrible estado de limbo por nada menos que el mismo Lucifer. Entre los partidarios de esta filosofía están los Hijos de Tertuliano y la todavía mas radical Secta de San Jaime, así como algunos Inquisidores que han adquirido mas conocimientos en este campo.

Changelings 

La iglesia ha considerado durante mucho tiempo a la raza feérica como demonios disfrazados de forma más aceptable para los creyentes. Ahora, aunque la población en general no cree ya en las hadas, la Sociedad de Leopoldo no duda de su existencia, viendo en ellas una amenaza tan grave como siempre.

Momias 

La Sociedad no está al tanto de la verdadera naturaleza de las momias. Sospecha que las momias del mito pueden existir como alguna monstruosa creación taumatúrgica, resucitados atrapados en una grotesca forma de no vida. Pero la verdadera definición de estas criaturas (hechiceros egipcios inmortales cuyos cuerpos pasan constantemente por un ciclo de renovación y atrofia) es desconocida para los Inquisidores. La Sociedad tiende a tratar a las momias como a otros hechiceros.

Gitanos 

Por lo general, la Sociedad ignora mucho de lo que ocurre con los gitanos; estos nómadas escapan con frecuencia de su atención. El draba de los gitanos suele ser ignorado como una mera superstición, pero los Inquisidores más experimentados saben como evitar el mal de ojo.

El Arcanum 

La Sociedad de Leopoldo ha estudiado muy cuidadosamente la existencia del Arcanum, y se siente satisfecha con que la mayoría de los miembros de esta organización sean meros estudiosos e investigadores, que buscan el conocimiento sólo por aprender y comprender. Sin embargo, las posibilidades de tentación y corrupción siempre están presentes, y los conocimientos que busca el Arcanum suelen ser de los que más vale no descubrir. La Sociedad vigila al Arcanum para ver qué camino sigue: hacia la iluminación o hacia la condenación. Por supuesto, no conocen los secretos más profundos de la organización, ni siquiera su verdadera naturaleza. Si así fuera, el Santo Oficio estaría mucho más preocupado por los particulares de la casa Fundacional del Arcanum en Inglaterra. En raras ocasiones miembros del Arcanum y de la Sociedad pueden intercambiar información, pero en e mejor de los casos se trata de algo informal; lo cierto es que los líderes del Arcanum y de la Sociedad no tolerarían una comunicación tan generosa.

Gobierno 

La Sociedad en el viejo mundo considera una gran pérdida la separación de iglesia y estado por diversas razones, la principal de ellas los recursos e información disponibles par alas agencias gubernamentales y militares. Los Inquisidores americanos no lamentan especialmente este particular, pero les gustaría saber qué hay en los archivos del gobierno federal.

Otros Cazadores de Brujas 

La Sociedad de Leopoldo es consciente de no ser la única organización que busca destruir a lo sobrenaturales, y está contenta por ello. Aunque la Sociedad preferiría una hegemonía total, los Inquisidores generales han mostrado sabiamente reacios a dedicar recursos a guerras internas. Por ahora, hay declarada una incómoda tregua no oficial, y los demás cazadores de brujas suelen ser vistos como aliados. Pero no obstante, la Sociedad tiene sus propias observaciones sobre algunos de sus competidores.

• Operativos Solitarios: Estos grupos sin afiliación institucional son útiles mientras duran... lo que no suele ser mucho. Cést la guerre.

• Sociedad de San Jorge: Un grupo anglicano que opera sobre todo en Inglaterra, esta Sociedad ha conservado gran parte de la estructura de sus antecesores católicos, a pesar de sus errores doctrinales.

• Ikhawan al-Safa: Este grupo musulmán, la Fraternidad de la Pureza, es quizá tan viejo como la Sociedad de Leopoldo (sus orígenes siguen siendo un misterio) y es un serio rival en los países musulmanes. La Sociedad se muestra muy cauta por lo que refiere a este grupo, que afirma comandar a los djinni en su combate contra las fuerzas de Satán.

• Los Akritai: Este grupo, o más bien conjunto de grupos, compuesto principalmente por cazadores de brujas de la Iglesia Oriental Ortodoxa, es considerado por la Inquisición como un firme aliado y a la vez un rival. Muchos miembros de la Sociedad lamentan el Cisma porque, en otro caso, las fuerzas del os Akritai hubiesen sido parte de la Inquisición. A parte de tener una estructura ligeramente distinta, (incluyendo ate todo la falta de una autoridad central), los Akritai son notablemente parecidos a la Sociedad en su orientación y celo. La comunidad Akritai de griega es la más antigua de todas, pues tiene sus raíces en la historia de Bizancio (los Akritai fueron originalmente señores fronterizos); se cree que su líder, el Exarca, es un monje ortodoxo que reside en el monte Athos.

• Los Jueces: Imitando a los Jueces de la tradición bíblica, estos cazadores de brujas judíos han jurado proteger a su comunidad y a su gente de los hijos de Lilith y otros demonios. Siguen fielmente la tradición judaica, reconociendo la Torah como sus escrituras y el Talmud para la interpretación y el comentario de las mismas. Además, tienen su propio Talmud privado, una compilación secreta de enseñanzas y argumentaciones de otros Jueces anteriores (algo parecido al Corpus Maleficarum de la Sociedad). Los jueces tienden a ignorar a los magos a favor de la caza mayor: los verdaderos satanistas, así como vampiros y hombres lobo Estos cazadores de brujas, por supuesto, tienen su propia tradición y teorías con respecto a los sobrenaturales, a veces similares a las de la Sociedad, a veces distintas. Sus filas son tan cariadas como las de la Sociedad, desde Cabalistas (que tienen considerablemente menos objeciones morales o intelectuales al estudio y la aplicación de la Teurgia que sus equivalentes cristianos) hasta guerreros fuertemente armados, rabinos y laicos, ortodoxos o reformados. Se organizan en grupos pequeños sin autoridad central. Los jueces son pocos, pero increíblemente eficaces.
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