Además de ser un afable anciano sacerdote, Monseñor Amelio es el actual Inquisidor General de la Sociedad de Leopoldo. La sangre del Inquisidor es fuerte en su familia; su padre y su abuelo fueron también
sacerdotes ordenados (aunque no de ninguna orden
en particular) y miembros de la Inquisición, habiendo
engendrado cada uno un hijo para prolongar el legado
de la caza de brujas.
Amelio fue dejado en el orfanato de una iglesia,
y desde su juventud demostró ser un alma devota. Su
padre vigiló la educación y la infancia de Amelio, visitando frecuentemente al niño, que no sabía nada,
como padre confesor del orfanato. Cuando Amelio
alcanzó la edad de entrar en un seminario, su padre le
recomendó al mejor de Roma.
Una semana después, su padre fue encontrado
muerto, con la garganta rajada, en un callejón de
Roma. Sus pertenencias, incluyendo sus diarios, fueron entregadas de acuerdo con su testamento a Amelio, que estaba cursando su primer año de seminario.
La verdad de su filiación fue devastadora para el joven seminarista, que rechazó las creencias de su padre
como bobadas enfermas y supersticiosas.
Una noche, años después, visitó la tumba de su
padre. Su melancolía nocturna fue interrumpida por la
aparición de un hambriento Nosferatu que emergió de
su refugio en un mausoleo. Amelio consiguió mantener al vástago alejado de él con la simple fuerza de su
fe, sin recurrir a ningún arma ni símbolo sagrado. A la
mañana siguiente, volvió a los diarios de su padre, y se
puso en contacto con personas mencionadas en ellos;
una semana después se había unido a la Sociedad de
Leopoldo.
A medida que avanzaba la carrera eclesiástica de
Amelio, la de Inquisidor hizo lo mismo. Rápidamente
se convirtió en Abbé del Cenaculum de Milán, y más
tarde en Provincial de Italia. Su celo, templado por
su fe y su temperamento tranquilo, se combinó con la
sencillez de su sabiduría y la agudeza de su intelecto,
convirtiéndose en un Inquisidor popular y respetado.
Cuando llegó el momento de elegir a un nuevo Inquisidor General, Amelio fue la elección fácil.
A la edad de 57 años, Amelio lleva 15 siendo el
Inquisidor General. Su carrera está marcada por el
intento de llevar lentamente el Santo Oficio a la era
moderna (algo muy difícil si se tiene en cuenta el bagaje medieval de la Sociedad), sin recurrir de forma
excesiva a la tecnología. Aunque es un hombre amable
y compasivo, se opone fuertemente a la Herejía Florentina, y ha jurado combatirla en toda ocasión. Teme
que los Sambenito sean un cáncer que esté royendo a
la Sociedad, que debe mantenerse firme en su misión;
la piedad tiene un lugar, pero no para los soldados del
enemigo.
La edad de Monseñor Amelio es notable, pero el
Inquisidor General ya está preparando a la próxima generación de Provinciales para que le reemplace, siempre dispuestos para la Parousia.
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