Los hijos de Caín son llamados “los Condenados”, y ninguno lo demuestra tanto como los Nosferatu. Este clan soporta una antigua y terrible maldición, pues ya no están hechos a la imagen y semejanza de Dios; la Transformación retuerce sus formas, convirtiéndoles en abominaciones a los ojos de hombres y ángeles. Parias de la sociedad humana y de la vampírica, estos horrores deformes se esconden en catacumbas, ruinas y otros lugares ocultos del mundo del Medievo Oscuro.
En las noches de la antigüedad, fraternizaban muy raramente con los mortales, prefiriendo acechar como monstruos en los límites de la sociedad humana. Los demás vampiros, preocupados por los ataques de los Nosferatu a sus rebaños, rechazaron a estas criaturas hasta los yermos y eriales. El exilio, combinado con la intrínseca repugnancia que inspiraba su aspecto, hizo de los Nosferatu útiles chivos expiatorios de toda clase de ofensas, reales o imaginarias. Esta maligna (e inmerecida) reputación obligó a los Nosferatu a mantenerse siempre en movimiento, siempre ocultos, sin atreverse nunca a descansar por miedo a ser exterminados.
Suelen salvarse recurriendo al tráfico de información.
Su habilidad para esconderse y relacionarse con las bestias, y su constante necesidad de viajar de un feudo a otro les proporciona acceso a datos inalcanzables para sus congéneres. Incluso los Nosferatu establecidos en una ciudad se percatan de que su elección de refugios y presas puede mantenerlos al tanto de información que a los clanes más encumbrados les resulta imposible conocer. Los Nosferatu han aprendido que incluso el más refinado príncipe Ventrue está dispuesto a contener su asco, taparse la nariz y renunciar a un mendigo o dos a cambio de información sobre su rival Lasombra en el ducado próximo…
Tras la llegada del cristianismo, muchos Nosferatu han cambiado su comportamiento. Viéndose malditos por Dios pero capaces de redimirse a través de Cristo, los Nosferatu soportan su penitencia en la tierra en un intento de evitar el Infierno. Puesto que deben arrastrase entre los más bajos niveles de la sociedad, se encuentran con muchas oportunidades de hacer el bien. Los Nosferatu se sienten particularmente atraídos por el movimiento penitente; la resistencia sobrehumana y las facultades de recuperación de los vampiros les permiten soportar semanas de autoflagelación.
Remoquete: Leprosos
Apariencia: Cada Nosferatu es único, y cada uno es más repugnante que el anterior. Las deformidades Nosferatu son tan innumerables como grotescas. Algunos tiene el aspecto de cadáveres putrefactos, sin lóbulos, y otros el de demonios colmilludos o roedores salvajes; otros muestran unas facciones hinchadas y abotagadas, como las de los marineros ahogados. Muchos pierden el pelo y desarrollan protuberancias y verrugas como los sapos, o hirsutas capas de espinas como las de un puerco espín. Algunos están cubiertos de supurantes llagas y ampollas que revientan sin cesar; otros tienen un pellejo grasiento y arrugado; y ciertos auténticos horrores carecen por completo de piel, como cerdos desollados en el mercado.
Les rodea un hedor enfermizo, y es frecuente que nubes de moscas y langostas sigan a estos vampiros. El estigma de la inmundicia es muy patente en todos los Nosferatu. En un esfuerzo por ocultar su vergüenza (y evitar a los cazadores de brujas) muchos se envuelven en vendas de arpillera.
Refugio: Se esconden en lugares abandonados y pestilentes, prefiriendo ruinas, marjales, bosques tenebrosos o, como ideal, zonas arrasadas por las epidemias. En las ciudades, se inclinan por las antiguas catacumbas, leproserías, calabozos, ghettos étnicos y viviendas situadas fuera de las murallas. Los grandes pozos negros típicos de las ciudades medievales proporcionan un amplio, aunque inmundo escondite frente a la luz diurna (y ni siquiera el más celoso cazador de brujas estará muy dispuesto a atravesar cavando una montaña de excrementos en busca de un vampiro dormido).
Trasfondo: Los Nosferatu cobran sus presas entre los parias de la sociedad: idiotas y fenómenos, leprosos, ermitaños, criminales, sacerdotes desposeídos y similares. Los que siguen el Camino del Cielo suelen castigar a los soberbios, los hipócritas y otros pecadores haciéndoles formar parte de su clan. Los judíos suelen ser elegidos, porque son inteligentes y prácticos, pero carecen de protección social frente a sus ataques. De vez en cuando, un ofendido Nosferatu escoge a una víctima de gran belleza para convertirla en un ser monstruoso.
Creación del personaje: Los Nosferatu suelen corresponder a los conceptos de mendigo o forastero. Los Atributos Físicos suelen ser los primarios, al igual que los talentos, pues los Nosferatu deben ser rápidos, duros y avispados para sobrevivir pese a sus innumerables privaciones. Raramente tienen Trasfondos que los relacionen con el mundo mortal, como Aliados, Contactos, Criados y similares, pero al raro mortal que entable amistad con un Leproso tendrá un amigo para toda la vida (y sus hijos, y los hijos de sus hijos…). El Camino del Cielo es el más usual entre los Nosferatu, seguido de cerca por el de la Bestia. Muchos se apartan del Camino de la Humanidad, unos creyendo que no se la merecen y otros por considerarlo indigno de ellos. Sólo unos pocos Nosferatu siguen el Camino del Diablo, pero los que lo hacen son auténticos terrores, recreándose en su fealdad e interpretando a fondo el papel de temible monstruo.
Disciplinas del Clan: Animalismo, Ofuscación, Potencia.
Debilidades: Todos los Nosferatu son monstruosamente deformes. Su Atributo de Apariencia baja a cero y no puede ser mejorado. Todas las tiradas en las que intervenga la Apariencia fallan automáticamente.
Organización: La estructura del clan es informal pero firme. Son quizás el clan con mayor cohesión interna: los milenios de deformidad, abusos y privaciones han forjado vínculos entre ellos. Los antiguos son respetados, pero se espera que traten bien a los jóvenes. Los Nosferatu se tratan unos a otros con respeto y elaborada cortesía, e intercambian información libremente. Esto les convierte en un clan extremadamente bien informado; los Nosferatu de cierta importancia pueden predecir sucesos desde Hibernia hasta Kiev con bastante precisión.
Cita: ¡Oh, infortunio, mi príncipe, que alguien tan mísero como yo os importune! ¡Azotadme hasta que caiga en letargo! ¡Clavadme una estaca y dejadme al sol! ¡Rebanadme la cabeza! Pero… sólo os pido que no me enviéis de vuelta al feudo de la condesa Isabel de los Lasombra… ¿Cómo? ¿Es vuestra enemiga, mi señor? Pues sí, conseguí escapar de su inexpugnable fortaleza… por el pasadizo secreto, por supuesto. ¿Qué pasadizo secreto, decís? Bien, mi señor, quizá deberíamos discutir sobre esto en vuestras habitaciones privadas…
Estereotipos
• Assamitas: Son unos infieles salvajes y sedientos de sangre, pero se adhieren a su código con más firmeza que muchos que se hacen llamar “cristianos”.
• Brujah: A pesar de toda su cháchara igualitaria, pocos nos acogen como iguales. Arderán en el Infierno como todos nosotros.
• Capadocios: Investigan secretos que deberían permanecer enterrados. Alguna noche abrirán una tumba de más… y sabemos demasiado bien qué es lo que se arrastrará fuera de ella para saludarles…
• Gangrel: Respetad a esos nómadas, y no os crucéis en su camino… salvo cuando pretendan establecerse en nuestros territorios de caza. Entonces la batalla es inevitable: golpead primero y con prontitud.
• Lasombra: ¿Vamos a querer a quienes cuya mayor vejación es no poder verse a sí mismos? De todas formas, tienen su utilidad; esconde tu odio y desvélales los secretos que ansían conocer. Una palabra correcta (o apropiadamente equivocada) susurrada al oído de un Magister puede significar tu seguridad durante décadas.
• Malkavian: Me gustan más que la mayoría de los otros clanes. Oh, no te confundas, son unos villanos poseídos por los demonios.
• Ravnos: Se ríen en la cara de la ira de Dios. Estoy seguro de que Satán tiene muchas bromas divertidas esperándoles.
• Seguidores de Set: Esos bastardos sisearían en un tono diferente si tuviesen que cubrirse con el manto de su propia inquina.
• Toreador: ¡Estúpidos! Se les concede la eternidad, y la malgastan buscando algo tan transitorio como la belleza.
• Tremere: No hay olvido ni perdón para ellos. Recordad a nuestro amigo Saulot y sus chiquillos, los únicos que nos trataron con compasión.
• Tzimisce: ¿No han aprendido nada de nuestro estado? Con toda seguridad, el martillo divino aplastará a esos diablos.
• Ventrue: Nos piden lealtad sin ofrecernos protección. Reptamos hasta sus cortes implorando auxilio y nos envían de vuelta al frío. Alguna noche la fatalidad cubrirá a esos falsos nobles.
• Baali: Viles entre las más viles criaturas, se recrean en su condena. Debemos ayudarles a llegar al Infierno para que puedan continuar su danza entre las llamas eternas.
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