Procedimiento Moderno

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Los procesos de la Inquisición de los tiempos modernos han tenido que cambiara algo respecto a sus precedentes medievales. Se desarrollan en el más absoluto secreto, ocultos de un público descreído. Es más, los sospechosos ya no son llevados ante una corte eclesiástica y juzgados en un prolongado proceso. Los procesos actuales tienen más relación con el moderno trabajo detectivesco que con la jurisprudencia medieval.

Con frecuencia, sólo la más ligera pista puede alertar a la Sociedad ante la posibilidad de que haya cerca una criatura sobrenatural: una noticia inusual en el periódico, un extraño caso policial un inquietante comentario susurrado en las calles de la ciudad. Los ojos de la Inquisición están por todas partes; los Inquisidores cuidadosos cultivan sus lazos con la policía y los medios de comunicación. Pocos Inquisidores se dan cuenta de que muchos de los rumores van dirigidos a ellos de forma intencionada por otros sobrenaturales, que utilizan la Sociedad como un medio vicario de venganza. Los vástagos son particularmente hábiles en este tipo de maquinaciones, y con frecuencia la Sociedad permanece en la ignorancia acerca de su condición de títere. Cuando los rumores captan la atención de un cenáculo se toma alguna medida de investigación.

El cenáculo consulta archivos y bibliotecas, pregunta a los lugareños y utiliza cualquier otro medio posible para verificar los rumores. Algunos casos son más sencillos que otros; una zona de la que se sospecha que está infestada de hombres lobo, puede ser observada a distancia cuidadosamente, y es fácil visitar un lugar supuestamente embrujado, Por supuesto, la aparente facilidad con la que pueda investigarse un caso induce a frecuentes errores. Cuando el cenáculo considera que sus sospechas de actividad diabólica han quedado justificadas, se convoca el auto-da-fe, el objetivo queda formalmente identificado en los archivos de la Sociedad, y la caza comienza en serio. El cenáculo se considera los diversos métodos para resolver la situación, actuando de la forma más adecuada para imponer el castigo. En algunos casos se hace necesario un exorcismo; en otros, un ataque directo parece lo más apropiado. Si un cenáculo no se considera capacitado para tratar con una situación concreta, pueden pedir ayuda al provincial local que enviará otro cenáculo. El auto-da-fe se considera en activo hasta que la criatura ha sido eliminada. No tiene un límite de tiempo, ni expira por sí solo. Los autos de fe pueden durar años, incluso más allá de las vidas de los Inquisidores que los convocaron. Un auto-da-fe, convocado contra un posible vampiro en Atenas, está en activo desde 1847.

Errar es Humano 

Lamentablemente, la Sociedad ha cometido errores. Las pruebas pueden inducir a equivocaciones y los juicios fallar: en cierta ocasión, una mujer acusada de actividades vampíricas y condenada a un auto-da-fe fue atacada y eliminada con mucha facilidad. Su muerte fue demasiado humana. La Sociedad disculpa al os cenáculos por este tipo de accidentes, siempre y cuando sean escasos y espaciados en el tiempo. Aunque se espera de los Inquisidores que sienta remordimientos y cumplen la penitencia adecuada, por lo demás son perdonados. Otro compañero Inquisidor (que deber ser un sacerdote ordenado) les oirá en confesión, pero por lo demás no se hablará del asunto. Si los juicios de un cenáculo resultan erróneos con demasiada frecuencia, su eficacia queda seriamente dañada. La Sociedad puede declarar certiorari al cenáculo entero, que queda entonces disuelto o puesto bajo la guía de un conciliar que demuestre de nuevo su valía.

Una Pequeña Ayuda de los Amigos 

La Sociedad de Leopoldo mantiene una alta red de espías, aliados y amigos, tanto dentro como fuera de la Iglesia. Algunos, por supuesto, son semillas plantadas por la Sociedad: Inquisidores que han escogido no dedicarse a la caza activa, sino permanecer en cualquier servicio eclesiástico (o público) a su alcance, adquiriendo mayor prominencia para ayudar a la Sociedad por todos los medios posibles. Otros se desarrollan de manera más informal: se anima a los Inquisidores a entablar relaciones y amistades con personas que podrían simpatizar con la Inquisición, incluso aunque no se uniesen a ella. Tales sujetos incluyen amigos de otras órdenes religiosas, o de los tiempos del seminario o el colegio. Igualmente, los Inquisidores mantienen contactos con laicos, como por ejemplo, un político, un hombre de negocios o un policía aconsejado por un Inquisidor que es también el sacerdote de su parroquia.

Algunos Inquisidores, particularmente los que llevan varios años operando en la misma zona, consiguen formar un círculo de aliados a los que recurrir en caso de necesidad. Este círculo está formado con bastante frecuencia por gente que ha sido salvada o ayudada por la Sociedad, y cree que le debe algún servicio (una actitud que la Sociedad no se molesta en corregir). Algunos aliados no son más que músculo para las ocasiones en las que el Inquisidor pueda necesitar unos pocos tipos duros bien armados y leales a su causa. Podría argumentarse que estas personas son simples peones, no verdaderos amigos de la Inquisición. Desde luego, hay un potencial para el abuso, y algunos murmuran que la Inquisición mantiene expedientes de personas que pueden ser chantajeadas en caso necesario.
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