Baali (Tercera Edición)

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Ni siquiera los monstruos de Caín hablan de ellos a la ligera. En tiempos anteriores, o eso se cree, uno de la Primera Progenie se alzó contra los Trece. Este demoníaco traidor… el primogénito de la alianza errante de un Antediluviano, vil esclavo cantor de un pueblo protomesopotámico, forjó un impío pacto con aquellos que moraban en la sombra de la periferia de este mundo. Al hacerlo, el niño-demonio recibió algo del lugar Más Allá, convirtiéndose en algo más, y menos, que humano. Reuniendo apóstoles entre las filas de sus hermanos, el primer shaitan de Baal-llamado-Destructor alzó a sus ejércitos y asedió la Segunda Ciudad; la Sangre chocó con la Sangre cuando los chiquillos de Caín se enfrentaron entre las ruinas de y las llanuras barridas por las llamas. Con el tiempo, se susurra, el mismo progenitor volvió su atención a la refriega, en un momento cataclísmico en que llovió fuego y sangre de los cielos. La batalla terminó tan abruptamente como había comenzado; los 12 al’shaitani fueron condenados a muerte, y sus hordas demoníacas puestas en fuga. Pero no había rastro del niño-cosa, y los horrores que habían seguido sus órdenes se perdieron entre los susurrantes vientos de la leyenda. Pero esta leyenda está volviendo rápidamente a la realidad. La captura y destrucción de una cábala de infernalistas norteamericanos (y la recuperación de sus blasfemos grimorios) ha llevado a la atención de los Vástagos una sombría verdad: la Inquisición no acabó por completo con los Hijos de Baal.

Se cree que los hijos del shaitan han surgido de las arenas de Oriente Próximo, donde hombres y monstruos se han mezclado con la tradición y las fábulas locales durante milenios. Sus sires se arrodillaban en los mismos santuarios y veneraban a las mismas deidades oscuras que los filósofos-guerreros hijos de Brujah y Haqim; de hecho, la tradición Cainita sitúa a los tres linajes en las raíces de la cultura pre-sumeria. Estas mismas historias hablan de ciudadelas negras, estrellas caídas, ciudades en cráteres de cometas, monstruos insecto, viles reyes hechiceros y todo tipo de depravaciones similares que se remontan a la aborrecida ciudad de Chorazin supuestamente arrasada en el Antiguo Testamento. Los Baali son, ante todo, exploradores: estudiantes de lo desconocido, lo incognoscible, lo inexpresable. Sus ojos y oídos buscan secretos olvidados. Suya es la canción secreta que ha resonado a través de la eternidad desde que su progenitor sin nombre tocase la cuerda discordante que abrió el muro entre los mundos.

Y suyos son los firmes y pacientes dedos que han hurgado en la herida desde entonces. Las noches modernas encuentran a los pocos Baali supervivientes en una especie de tierra de nadie entre las incontables facciones del Mundo de Tinieblas. Están muriendo: odiados, temidos y cazados por la Camarilla, el Sabbat y muchos otros frentes, son presa de cientos de detractores y disensiones. Están cayendo en una espiral hacia la nada, acosados por una inexplicable degeneración del espíritu que reclama a más de los suyos cada noche que pasa, condenados a una lenta decadencia de magos a monstruos y después a simples recuerdos. Pero siguen afanándose por la erosión y eventual destrucción de este mundo, para abrir el camino a Aquellos que Esperan Más Allá.

Apodo: Diablos

Secta: Los Baali no se unen a ninguna secta, y ninguna secta los querría. Aunque los Diablos dicen haber corrompido a muchos vampiros para su causa, no parece que sea cierto… a menos que sus conversos sean muy hábiles ocultándose.

Aspecto: Cuando no usan sus ropas rituales, la mayoría parecen bastante normales, incluso tranquilos, con ropa sencilla y maneras discretas (unos pocos satánicos, atrapados por los componentes más bajos de sus repertorios y reputaciones favorecen la imagen perforada, pintada y promiscua difundida por los medios de comunicación, pero los antiguos desprecian a estos payasos advenedizos). Muchos tienen un carácter cauto, cerebral y estudioso, aunque se sabe de unos pocos que se han vuelto locuaces, incluso elocuentes, ante un público atento, sobre todo si hay perspectivas de conversión. Los años consagrados a asuntos ultraterrenos y búsquedas amorales cultivan una especie de carácter frío y distante en estos Cainitas. No son pocos los que desarrollan una insana fascinación por los insectos, roedores y otras sabandijas… un inconsciente homenaje al “Señor de las Moscas”.

Refugio: Los Hijos de Baal parecen atraídos hacia los lugares de carácter antiguo: bibliotecas, templos, círculos de piedras y centros de poder abandonados. Estos lugares, con el paso de las décadas y los siglos, parecen asumir algo del “toque” de los Diablos. Aparecen sellos antiguos e indescifrables sobre llanuras de hierba y elevaciones rocosas, en los alrededores nacen niños y animales muertos o deformes, y similares profecías y malos augurios siguen el paso de los cultistas como malignas huellas. Recientemente, algunas partidas de guerra de la Camarilla consagradas a la tarea de encontrar y destruir estas cofradías han vuelto con perturbadoras historias de Baali multiplicándose y cohabitando en “familias” aisladas. Dicen que los Diablos se reúnen con Ghouls y conversos de otros clanes en orgías de carne, recuperando las antiguas herejías de compartir sangre y otras prácticas menos gratas…

Trasfondo: Los Baali Abrazan a sus reclutas entre los artistas, místicos y eruditos, y también entre castas más utilitarias (prostitutas, mercenarios, alta sociedad… etc.). Algunos novatos, sobre todo en los dominios del Mediterráneo y Oriente Medio, son preparados desde su nacimiento para unirse al clan. Ya sean reclutados en la infancia o hijos de ghouls, estos inhumanos discípulos son criados para el poder, y ascienden invariablemente a los puestos más altos del linaje.

Creación de personajes: Los Baali prefieren los Atributos Mentales o Sociales y aprecian el conocimiento de los misterios académicos, ocultistas y existenciales por encima de todas las demás cosas. Algunos, no obstante, siguen la senda de los “campeones de los Viejos Dioses”, especializados en asuntos marciales. Por lo general adquieren un impresionante surtido de Conocimientos y Técnicas a lo largo de los años dedicados al estudio y… la experimentación. Su Naturaleza tiende a ser sumisa con sus desconocidos patrones (Arquitecto, Conformista, Juez y Mártir) aunque unos pocos Baali son genuinos Pervertidos y Monstruos. Pueden tener cualquier Conducta, pero normalmente tienden al proselitismo. Los Trasfondos más populares son Rebaño, Mentor, Recursos y Criados. Muchos de los Baali más viejos se adhieren a variantes de las Sendas de la Catarsis y la Muerte y el Alma. La mayor parte de los jóvenes observa nominalmente la Humanidad, aunque sus puntuaciones tienden a ser bajas; los que sobreviven durante algún tiempo suelen adoptar una Senda que les permita relacionarse con su entorno. Un creciente número de jóvenes Baali sigue las Sendas de las Revelaciones Perversas o del Poder y la Voz Interior. Quienes conocen a los Diablos dicen que la línea de sangre tiene su propio e inescrutable código ético, la Senda de la Colmena, pero muy pocos Cainitas de otros clanes saben algo de esto.

Disciplinas de Clan: Daimoinon, Ofuscación, Presencia.

Debilidad: Quizá a causa de sus ultraterrenas naturalezas y ocupaciones, los Baali temen y son repelidos por la religión y sus símbolos, más incluso que los demás Vástagos. La Fe Verdadera es el doble de eficaz contra estas criaturas (dobla los efectos de todos los fallos que perjudiquen a los Baali y de todos los éxitos que ayuden a sus oponentes); muchos Baali ni siquiera pueden soportar la visión ni tocar los artículos más mundanos de parafernalia religiosa, pertenezcan o no a su fe. ¿Pero temen los Baali anteriores al cristianismo la cruz y la hostia? ¿Determinan la edad y el origen cultural la naturaleza de estas aversiones? Sólo los más antiguos adoradores de Baal lo saben con seguridad.

Organización: Sólo en dos ocasiones a lo largo de la historia Cainita se han alzado los servidores de Aquellos que Esperan Más Allá, y en ambas han sido aplastados; desde entonces se les ha perseguido hasta su casi total extinción. Los supervivientes han formado subsectas divididas y enfrentadas. De hecho, hay casi tantas apariciones y apelaciones adscritas al patrón del panteón Baali (si puede decirse que haya algo así), como adoradores de dichas apariciones y apelaciones. Movidos por la tradición y las necesidades de la supervivencia, muchos Baali se aferran a cofradías dispersas de entre 3 y 13 miembros (raramente más), guiadas por un puñado de shaitan (reservados y misteriosos ocultistas) y al’shaitan (designados maestros del saber y señores de las cofradías). Para los ajenos a las cofradías, los Baali no parecen adoradores del diablo. Sólo quienes pertenecen al culto, o han robado sus secretos, conocen la verdadera profundidad de la filosofía Baali.

Cita: El mundo, vuestro mundo, cuelga del más fino de los hilos entre la burla de todo lo que ha sucedido y el misterio de cuanto ha de ocurrir. ¿Es mejor enrollar ese hilo o cortarlo del todo?

Estereotipos:

• Camarilla: Sus andrajosas vestiduras mortales no les darán ninguna de las respuestas que buscan.
• Sabbat: Estos niños temerarios serían a la vez la herida y el cuchillo.

La vista desde Afuera:

• La Camarilla: Es un error desdeñar a esos peligrosos apóstatas como meros satanistas.
-Edward Sinclair, Adeptus Septem Orbem de Viena.

• El Sabbat: Uno casi siente piedad por quienes han caído tan bajo desde el camino hacia el poder...
-Droescher Un-Ojo, Inquisidor Tzimisce.

• Los Independientes: ¿Puedes imaginar unos misterios tan retorcidos que sobornan incluso a quiénes lo comparten?
-Hesha, Setita.
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