Desde tiempos inmemoriales los Danava han
establecido su hogar ancestral en la India y el
peso de esos años conlleva poder. Mientras que
los Cainitas occidentales afirman que los maestros
del Sadhana son los lejanos descendientes de los
Ventrue, los Hijos de Danu explican una historia
distinta. Sus orígenes reales son tan turbios como
el Ganges, y algunos de los de mayor edad
afirman descender de la Sangre de quienes
vivieron en la más antigua y olvidada de
las ciudades que han quedado reducidas a
cascotes en la India. Otros incluso aseguran ser descendientes directos de la diosa
primigenia Danu a través de la Sangre
transmitida de Sire a Chiquillo a lo largo
de los siglos.
Hasta los hay que mantienen
ser demonios encarnados, asuras atados a
la forma humana. Una segunda facción
cree que son devas, la voluntad divina
de su ancestro y de los dioses a los que
adoran hecha manifiesta mediante plegarias y las brutalidades del Sadhana.
Estas dos vertientes mantienen un
papel enfrentado dentro de la Línea
de Sangre, aunque ambas siguen
pagando su tributo a las deidades que
gobiernan la India. Cada Hijo de Danu
busca desprenderse de su forma mortal y
trascender hacia algo más mediante el Sadhana,
usándolo como un fuego purificador que les
permita alcanzar la iluminación.
Los Danava creen que la ingesta de sangre
los imbuye de prana, que a su vez alimenta su
Taumaturgia, la cual blanden desde mucho antes
que existieran las hechicerías de los Tremere. En
la muerte los Danava siguen siendo los mismos
artistas, sacerdotes, guerreros y profesores que
fueron en vida. Conservan parte de esa posición
como mortales y proporcionan servicios espirituales a sus respectivas comunidades Cainitas.
Gobiernan las noches de la India como príncipes sacerdotes y custodios del Sadhana, los
sagrados y profanos ritos que permiten a
los Hijos de Danu alterar los humores que los animan en
algo aún más extraño. El Sadhana exige rigurosos ejercicios de austeridad llevados a cabo a cada nuevo rango que se obtiene. Incluso los
que defienden un origen demoníaco son fieles a la miríada
de dioses hindúes y realizan oblaciones y sacrificios según
se requiera a lo largo del ciclo anual de días sagrados
y festivales. Muchos Hijos de Danu creen que
con la sangre de su tan cacareada ascendencia,
tanto mortal como Cainita, estas devociones
les permiten hacer uso de la maya inherente
en el universo y volverse señores del mismo
no sólo de nombre.
Ya sean los hijos de una diosa
ancestral o lejanos descendientes de
demonios, los dioses de su tierra son reales.
Pese a que haya un puñado de ateos entre sus
filas es imposible negar la existencia de algo
completamente ajeno en ellos cuando se someten a la agonía del Sadhana. Se doblan y
retuercen en posiciones de yoga y tántricas,
y usan mudras con sus manos o el cuerpo
entero como método para acceder a los
distintos aspectos de su Taumaturgia. Para
cada nueva empresa los Danava consultan
semillas, arrojan mantequilla purificada a las
brasas y examinan las cartas solares y lunares
para adivinar el momento adecuado. Siguen
escrupulosamente sus calendarios rituales y
las promesas que hacen a sus dioses, y para
ellos romper un vrata es pasarse de la raya,
incluso para un demonio.
Sobrenombre: Hijos de Danu.
Apariencia: Los Danava son regios
fuera de toda duda. Todos están perfumados con el suave olor de las esencias
sagradas, fragancias que perduran en
el aire e impregnan sus ropajes hasta
mucho después de haberlos usado.
Empapados por la sangre de la India,
su forma de vestir es tan variada
como todos aquellos que pueden
reivindicar una procedencia dentro
de ese territorio. Muchos prefieren las togas color azafrán
de los swamiji cuando ayunan y se someten a privaciones,
mientras que otros se adornan con las riquezas y las ropas
que corresponden a los estamentos más elevados de su sociedad. Y los hay también que prefieren ataviarse con galas
simplificadas, aunque todos ellos se comportan como exigen
sus derechos de nacimiento.
Refugio: Sería fácil confundir el refugio de un Danava con un templo. Sus altares están llenos de dioses
adornados con flores frescas y el ambiente suele estar
cargado con los olores del incienso, las ofrendas y
los aceites del altar. Incluso cuando buscan la vida de los ascetas, suelen entrar
fácilmente en comunión con dioses y
espíritus. Tales entidades no les son
extrañas, sino que los consideran aliados
cercanos. Muchos toman residencia en
lugares santos o cerca de ellos, al igual que
en barrios ricos y poblados. ¿De qué sirve
ser un sacerdote si no hay nadie
a quien guiar?
Creación de personajes:
Todos los Danava poseen un porte
señorial y como tales los escogen
para que guíen y aconsejen. Confían en su perspicacia social y en sus
amplios conocimientos adquiridos
de los Vedas, y reivindican una profunda educación en las tradiciones
orales de los brahmanes. Los
cantos y las sagradas escrituras les
son tan naturales como cualquier
orden que puedan dar.
Los Trasfondos Aliados,
Criados y Recursos suelen servirles
bien, y siguen por igual los Caminos
de los Reyes y del Cielo.
Disciplinas de Clan: Dominación, Fortaleza, Taumaturgia.
Debilidad: Como sus primos occidentales, los Danava tienen unos paladares muy
refinados cuando buscan presas, aunque animales
como las vacas y los cerdos son un rígido tabú. Los
Danava no reciben sustento de la sangre animal. Los miembros de la Línea de Sangre deben hacer primero una ofrenda
ritual de las víctimas a los dioses, aunque no es necesario que
estos ritos sean ni estrictos ni largos. Sin un ritual de al menos
treinta segundos la sangre proporciona la mitad del sustento.
Organización: Los Danava se rigen por el sistema de
castas y los prejuicios de su tierra de origen. Para los Hijos
de Danu esas estructuras son correctas y sagradas, y es impensable alterar el orden divino de las cosas.
Cita: "No importa si soy un dios o un demonio, pues la santidad sigue igualmente mis pasos."
Estereotipos
Brujah: No puede negarse la belleza del fuego que
alimenta sus pasiones. Aun así, algunos fuegos hay que
vigilarlos de cerca.
Capadocios: Mantenedlos bien, bien
lejos.
Gangrel: Algunos animales merecen
que los aten. Otros, correr libres. Dedicid
cuál merece qué y tendréis pocos problemas.
Giovani: Manchados irremisiblemente por
el hedor de la muerte. ¿Cómo se las apañan para
vivir con tal suciedad?
Lasombra: La oscuridad esconde grandes maravillas, al igual
que ellos.
Malkavian: Tratadlos con bondad, pues nunca se sabe qué sabiduría
puede proporcionar un vidente.
Ravnos: Todo huésped es un
dios. Pero recordad que a algunos
dioses es mejor recibirlos tras la
cancela y no a las puertas.
Nosferatu: Su piel es una advertencia, sin importar qué dulces
palabras puedan pronunciar.
Salubri: Algunas causas consumen completamente y quizás en ellos
encontramos algo parecido a hermanos.
Setitas: Hay santidad en la forma
de las serpientes.
Toreador: El arte es un acto sagrado y
aun así todos ellos son superficiales.
Tremere: Sus artes son profanas mientras que
las nuestras son sagradas.
Ventrue: ¿Qué puede decir un padre a un hijo que
todos puedan recordar? No caminan con la sangre de una
diosa recorriendo sus venas, aunque actúan como si así fuera.
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