Una reminiscencia de un pasado lejano, se dice de los miembros la Línea de Sangre de los Ananke (/ánanke/) que han
mantenido antiguos templos donde los adivinos empleaban
los métodos de los arúspices (que consistían en artes adivinatorias centradas en interpretar las entrañas de un animal recién sacrificado) para leer verdades en la sangre. Los Ananke
creen que los secretos del universo pueden observarse en un
microcosmos si escudriñan los cuerpos de los que acaban de
morir. El conocimiento sólo puede obtenerse desgarrando
salvajemente los cuerpos, ahondando en el funcionamiento
interno de cada criatura de la Creación.
Esto implica que los
Ananke tienen a menudo una baja Moralidad, pues sacrifican
su Humanidad en busca de macabras respuestas.
A pesar de que la Línea de Sangre está experimentando un
resurgimiento (hay más prometedores Chiquillos disponibles debido a la fascinación actual por los asesinos en serie),
en términos generales son bastante escasos. Un miembro de
esta Línea de Sangre se ve forzado a guardar trofeos de sus
arranques asesinos y a usar Auspex sobre ellos en meditada
contemplación. Se rodean con los viscerales “mecanismos
del universo” intentando hallar una comprensión más profunda. Algunos eruditos sospechan que el primer Ananke
fue el Matusalén conocido como Ankou.
Disciplinas: Auspex, Dementación, Presencia.
Debilidad adicional: Todos los Ananke se sienten obligados a tomar macabros trofeos de sus actividades, y si se les
impide llevarse un trofeo pueden volverse muy poco razonables. Si se amenaza, roba o destruye su colección no pueden
recuperar Fuerza de Voluntad hasta que hayan empezado
una nueva colección de memento mori.
«No recuerdo una época anterior a los susurros aferrados a mi
mente. Sólo sé que ya nunca estuve sola, y más acompañada
que antes de que me metieran a la fuerza en el Clan.»
— Cassius, Antiguo de la Luna
El Ankou
Todos los clanes, ya sean de la Camarilla o del Sabbat, tienen sus historias de antiguos horrores que pueblan la noche, criaturas que asesinan a los chiquillos de sus chiquillos sin mostrar remordimientos ni piedad. Una de estas leyendas, al menos entre los Malkavian, habla del Ankou. El Ankou es el Segador en persona: un ser de tierra de sepultura y herrumbre, de carcoma y putrefacción. Donde su leyenda se filtra hasta la cultura humana, se le describe como a un monstruo desalmado y sin vida que vaga en silencio por las oscuras carreteras secundarias con una carreta tirada por bueyes y una guadaña, asaltando a sus víctimas tan súbitamente como una enfermedad, segando sus vidas antes de apilarlas en su carro. Y es en esta forma como se aparece a veces en los sueños o visiones de los Malkavian, aunque siempre fugazmente.
Los Malkavian que han oído hablar del Ankou se toman sus leyendas con reverencia y repulsa a sus partes iguales. Hay quienes han llegado a afirmar que se trata del primer asesino en serie de la historia, o posiblemente de su santo patrón. Las visiones más fiables apuntan a que se trata de un Matusalén... no uno de los chiquillos directos de Malkav, sino un retoño y fiel siervo de su padre de cuarta generación (el cual, tal vez para bien, permanece en el anonimato). Si puede confiarse en las habladurías, nació en los días en que la agricultura aún era un arte en pañales, y tal vez fuese sacrificado y Abrazado en ofrenda a alguna diosa de la tierra.
En cualquier caso, su deber para con la tierra no terminó con la muerte. Se supone que sus poderes son tales que es capaz de vagar por los caminos de los territorios lupinos sin ser molestado, o incluso desvanecerse en un lugar y aparecer a kilómetros de distancia. También puede, siempre de acuerdo con las historias, viajar con un espectral carromato de forma invisible e intangible a través incluso de los centros urbanos más bulliciosos... visible sólo para sus víctimas, e incluso entonces sólo como una tenue vaharada de corrupción y un fuerte golpe por la espalda. Se sabe que algunos vampiros, Malkavian sobre todo, se han esfumado de sus terrenos de caza sin dejar ni rastro... pero a veces, tras una de estas desapariciones, la palabra que flota en la Red, repetida en susurros neutrales, es "Ankou".
Nota: Los Ananke aparecen por primera vez en el Teatro de la Mente de 20 Aniversario.
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