Demasiados Vástagos se escabullen en las sombras o arrojan miradas furtivas desde sus torres. Nosotros somos los gloriosos monstruos de las calles. ¿Por qué resistirse cuando la sangre te llama? Nosotros cabalgamos esa ola hasta la muerte, cubiertos de nuestra Sangre o de la que cualquiera que se cruce en nuestro camino. Somos la libertad de la moralidad humana, de la tiranía del pensamiento, del miedo a morir sin dejar huella en el mundo. Ardemos con fuerza para que el Sabbat pueda avanzar tras nuestro paso y asegurarse de que esas libertades pasan a las siguientes generaciones. La Sangre que derramamos en nombre del Sabbat suele pertenecer a aquéllos que comparten nuestro nombre en la Camarilla. Esos pobres y crédulos estúpidos. Repentinamente ven su existencia amenazada y se alinean con el resto de “Vástagos”. Aún sienten la pasión que arde brillantemente, pero es muy fácil hacer que riñan entre ellos en un aparcamiento en lugar de destrozar las estructuras de poder de las que hipócritamente tanto se lamentan. Ladran de forma salvaje al extremo de sus correas, pero aunque logren soltarse, rara vez saben qué hacer con toda esa agresividad reprimida.
Son los perros que atrapan al coche que perseguían. Has oído las historias sobre cómo inventamos a los “Cabezapalas”. Entierra un puñado de Neonatos, mira cuáles salen a base de trepar y cuánto tiempo sobreviven. Como si el Abrazo fuera algo sagrado, joder. Es sólo otra de las tradiciones que hay que quemar y derribar, otra regla impuesta porque viejos vampiros tienen miedo de ser eclipsados y devorados. Somos depredadores que necesitan que nuestros jóvenes sean depredadores más crueles que nosotros. No hay tiempo para proteger a los Chiquillos y esperar a que decidan si realmente quieren ser vampiros. El fuego interior nunca arde tan brillantemente como en esa primera noche y necesitamos ver quiénes se aferran a esa sensación. Los que no puedan volver a tiempo a la superficie con sus propias manos serán derretidos por el Sol. Los que aseguran ser los “verdaderos” miembros de nuestro Clan están aún más engañados. Son tristes peones de los Antiguos a los que buscamos destruir. Sus afirmaciones sólo existen para darles una sensación de propósito.
Las mentiras que construyen les permiten acechar en los salones de poder del Sabbat. Pueden tener sus juegos de palabras y sus clubes secretos. Nuestras vidas son demasiado cortas y están demasiado llenas de propósito para preocuparse por el derecho a un nombre. Pasamos nuestras noches en las calles de ciudades vivas saboreando la Sangre de nuestros auténticos enemigos. Hasta que muestren ese verdadero poder que afirman poseer, tenemos mejores cosas que hacer. ¿Qué hay de los Anarquistas? Esos farsantes al menos saben dónde yace la verdadera lucha. Son terreno fértil para encontrar hermanos y hermanas para la causa, aunque su Sangre se remonte a otros Fundadores. Podemos hablar más libremente aquí, lejos de la opresión de la Camarilla y de los juegos de poder del Sabbat. Son nuestros hermanastros, no del todo listos para dejarse llevar, pero ciertamente dispuestos a prestar oídos (o una mano) cuando necesitamos buscar ayuda fuera de la manada. Pero al final, son todo gilipolleces. Nada importa hasta que podamos quemarlo todo.
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