Lazarenos

Constantinopla, un lugar lleno de nobleza y miseria, emparejadas como en ninguna otra parte. La Prole de Raymond, el Nosferatu de S. Ladre (miembro de la orden de caballeros de S. Ladre), leprosos que juraron blandir sus hojas en nombre del Cristianismo, hasta que sus brazos se les desprendieran de sus hombros. Sus Lazarenos se extendían por la Tierra Santa hasta las entrañas de Europa. A su vez, los Nosferatu Lazarenos Abrazaban a caballeros leprosos que habían demostrado valía en el servicio al Señor, y deseaban continuar glorificando Su nombre; un propósito digno si Jerusalén hubiera permanecido bajo el dominio cristiano. Con su caída a manos de Saladino en el 1187, los imperios fráncicos de Ultramar se desmoronaron y sucumbieron a lo largo de la costa mediterránea hasta que sólo unos pocos quedaron bajo su diluido dominio cristiano. A su vez, los Nosferatu Lazarenos huyeron hacia Europa cuando los menguantes dominios mortales que seguían tolerando su lengua materna ya no podrían proporcionarles sustento para su hambre.

Así pues, se ocultaron en Constantinopla y condujeron a los rezagados a través de rutas protegidas y secretas hasta Francia, el Imperio Occidental e Inglaterra. Estos Nosferatu encarnan los mayores poderes y debilidades al mismo tiempo. Se mantienen unidos como una familia. El líder habla por todos ellos y es el más fuerte, anciano, sabio y de más rancia sangre. Así, títulos comunes de liderazgo comparen una intimidad familiar. Ima, madre, maestra y nonna son apelativos frecuentes entre las mujeres, mientras que entre los hombres se usa abu, padre, maestro, o incluso gedu. Llamar a otro Nosferatu "hermano" o "hermana"  es moneda frecuente, aunque fray se está abriendo paso entre la rama latina.

El cabeza de la familia de una prole como los Lazarenos, debe renunciar a una parte de sí mismo y de su existencia para proteger a otros. Un Nosferatu lidera con el ejemplo y raramente requeriría lo que él mismo no haría. Así pues, todos los que estén por debajo de él tendrán el mismo estatus y se les conocerá por sus habilidades y destreza. Sólo quien alcanza el liderazgo varía de prole a prole y de región a región. Aquellos escasos individuos que habitan a lo largo del Mar de Norte seguirán con más probabilidad a quien personifique a sus ancestros vikingos a través de la fuerza y la agresividad. Lo opuesto sigue vigente en los dominios más civilizados como París o Roma, donde los Nosferatu aprecian la inteligencia y la genialidad. En el Imperio Occidental, donde gobiernan los grandes campeones del Catolicismo, la piedad y la devoción caracterizan a los líderes Nosferatu. A su vez, Londres procura reposo a nuestros hermanos emprendedores que se han ganado fama de espías y mercaderes de enigmas.

Volviendo a la cuestión del Liderazgo, quizá sea también la razón por la que los Nosferatu colaboran en grupos. Cuando un Nosferatu se declara parte de la prole de alguien, significa que profesa cierto respeto hacia sus miembros. Otra posibilidad consiste en que el Nosferatu se encuentre embarcado en una búsqueda y haya descubierto un camino que discurre por el mismo sendero que el del grupo en cuestión. La razón no importa. Se fomenta la hermandad entre los linajes del clan porque resulta invariablemente beneficioso. No obstante, resulta fácil descubrir el motivo que lleva a la formación de comunidades de leprosos. Superficialmente, da la impresión de que se asocian para obtener un beneficio recíproco y compartir privilegios, sin olvidar que tienen un sentido de lo práctico. Por supuestos otros Cainitas, los comparan con nidos de ratas y ven poca nobleza en estos vástagos descarnados. Pero la verdad es que este comportamiento gregario cala más hondo que el simple instinto animal. A diferencia de otros clanes, nunca gobernaron imperios o disfrutaron del respeto de los mortales. Todas las civilizaciones los expulsan por su monstruosidad. Debido a esta marginación, buscan la compañía que conocen. Los primeros Nosferatu Abrazaron a sus padres, sus hermanos, sus cónyuges y sus hijos. Buscan refugio en el seno de sus mortales amados y refuerzan las alianzas como una tribu procedente de la misma matriarca. El Abrazo familiar está muy extendido todavía entre los Nosferatu, pero lejos de ser una práctica exclusiva.