Nos deshacemos de cadáveres, rastreamos espías y nos aseguramos de que los Cainitas vayan a donde se supone que están yendo. No suelen llamarnos para luchar en primera línea, pero no somos flojos. Cuando nos presionan demasiado, no tenemos problema en retomar el asunto justo donde Joseph Pander lo dejó cuando obtuvimos nuestro nombre. El Sabbat lo olvida de cuando en cuando, así que se lo recordamos con unas cuantas narices partidas y ventanas rotas. Algo que dificulta las cosas es cómo nos definimos. No somos un Clan porque nuestra Sangre no lleva existiendo el tiempo suficiente para adquirir Poderes o Debilidades específicos. No somos una Línea de Sangre porque aún estamos abiertos a cualquiera que se sienta abandonado, haya sido expulsado o crea en las ideas del Sabbat sin saber adónde conduce su Sangre. Y no somos una Secta porque no tenemos unas metas políticas.
Quiero decir, sí, Joseph tiene mano para la política, sin él no seríamos lo que somos, pero sólo llevamos décadas tramando, no siglos. Somos algo distinto a todos ellos. Algunas noches me gusta pensar que somos algo mejor. Somos descastados tanto dentro como fuera del Sabbat. Los Caitiff lo tienen difícil. No saben de nosotros a menos que les hagamos llegar el mensaje, pero cuando lo descubren, tienen esa mirada en los ojos. Rara vez la tienen a menos que el mensaje llegue a ellos. La Camarilla no les dice mucho de su estructura. Sin duda, no les va a hablar de cómo se levantaron los Pander en el Sabbat y se hicieron con algo suyo por sí mismos. El truco es saber qué Caitiff escuchará y cuál te venderá para tratar de hacer su existencia en una ciudad de la Camarilla un poco más fácil.
Todos los Pander dicen que se han encontrado con Papa Joe alguna vez. Yo sé que lo hice. Pensaba que sería más alto. Se sentó encorvado en un bar de la ciudad. estaba haciendo comprobaciones con los Ducti locales para asegurarse de que no nos estaban dando demasiados problemas. Me dio un buen consejo. Me dijo que aprendiese tantas Disciplinas como pudiera. Me dio la mano y la sentí… cálida. No sé cómo lo hizo o si sabía que lo estaba haciendo, pero me hizo sentir bien. Fue un apretón firme, fuerte por parte de alguien que sabía exactamente qué es en este mundo. Incluso si es alguien que pasa sus noches haciendo que le partan la nariz porque está harto de aguantar mierda vampírica.
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