Pero, de algún modo, ese golpeteo en su cabeza y ese ardor en su garganta le parecían problemas mayores que los gamberros que se acercaban. —Pareces un poco perdida, preciosa. No te preocupes. Yo y mis chicos te cuidaremos bien. Te haremos pasar un buen rato—. El líder del trío la miró con lascivia y sus dos compañeros se rieron cruelmente. Ella debería haber tenido miedo. Por supuesto, estar enfadada en sus circunstancias también era una reacción comprensible, pero el miedo debería haberse impuesto a la rabia. Esa noche no lo hizo. Los chicos se rieron y avanzaron. El golpeteo y el ardor empeoraron. Entonces todo se volvió rojo y comenzaron los gritos. La pequeña parte de Shelly que conservaba alguna consciencia de su entorno estaba realmente sorprendida de que los gritos no fueran suyos. Todo se volvió rojo, borroso e insoportablemente caliente. Las sensaciones se volvieron por un momento algo cálido y delicioso que fluía por su garganta, calmando su extraña sed. Pero, tan pronto como el líquido dejó de fluir, el rojo regresó más fuerte que nunca… hasta que sintió como si un mazo la hubiese golpeado justo entre los ojos. Despertó poco después en otro lugar. La sed seguía allí, pero más débil, y, por ahora, manejable. El golpeteo en su cabeza era mucho más suave, pero seguía allí, como si esperara al momento adecuado para atacar de nuevo. Estaba sobre un sofá en un apartamento decorado con buen gusto, aunque espartano. Pósteres enmarcados de conciertos cubrían la pared. En la sala había un joven negro que parecía tener veintipocos o incluso menos sentado en una silla de oficina de cuero tras un escritorio de IKEA. Vestía un traje Versace sobre una camiseta y estaba leyendo un libro sobre “Introducción al griego conversacional”. Cuando Shelly se incorporó, dejó el libro encima de otros libros sobre filosofía griega, principalmente Aristóteles.
—¿Ya?— dijo él. —¿Estamos bien? ¿O vas a entrar en Frenesí de nuevo? —¿Frenesí?— preguntó ella débilmente. —Sí, así es como llamamos a cuando nos volvemos locos y matamos a todo lo que se mueve. ¿Sientes que vas a controlarlo? Porque no me gustaría tener que golpearte de nuevo antes de hablar. Es decir, un negro golpeando a una blanca suena feo, ¿verdad? Me hace sentir como si me ajustara a los estereotipos. Con esas palabras, de golpe ella sintió un pequeño pinchazo de… no de dolor, sino un estallido de ira tan intensa que le volvió a doler la cabeza. Luego se fue. —Estoy bien. No necesitas hacerme daño. —No es mi intención. ¿Cuándo fuiste Abrazada? Ella se lo quedó mirando y él puso los ojos en blanco. —Ok, ¿cuándo te convirtieron? Ya sabes, en un vampiro. —¿Un… vampiro? Él suspiró y abrió la boca. Shelly ahogó un grito cuando sus incisivos se convirtieron en terribles colmillos. —¿Cómo te llamas?— preguntó mientras retraía sus colmillos. —Sh… Shelly. —Ok, Shelly, me llamo Dre. Ahora te voy a explicar las cosas una por una. Hace poco, tal vez incluso esta noche, algún cabronazo te atacó, te mordió en el cuello y te mató. Cuando despertaste estabas más sedienta que nunca y tenías ese terrible dolor de cabeza que crecía y crecía hasta que esos idiotas te cabrearon y luego todo se volvió negro. ¿Te suena? Ella asintió en silencio.
—Ahora, esto es lo que necesito saber: ¿Viste al vampiro que te hizo esto? ¿Dijo algo? —No… no vi su cara. Era grande y llevaba un abrigo grueso. Pero sí que dijo una cosa—. Derramó una lágrima y luego se quedó helada cuando se dio cuenta de que era de Sangre. —Dijo… «Diles que Jack te envió»—. No levantó la vista de las lágrimas de Sangre en las puntas de sus dedos. Dre maldijo suavemente. —Bien, entonces me imagino que eso te convierte en mi hermana pequeña o algo así. Smiling Jack también es mi Sire. Viene a Chicago cada pocos años como un reloj, Abraza a alguien en el Clan Brujah (eso es lo que eres ahora, una Brujah como yo) y luego se larga, dejando que los demás Brujah limpien su mierda. —¿Bruja? ¿Como las de las escobas? Dre se rio. —¿Sabes? Dije exactamente lo mismo cuando estuve en tu lugar. Pero no te preocupes. Conozco a un tipo con el que podrás hablar mañana por la noche, una vez hayas descansado. También es Brujah, pero es la hostia de viejo y de pomposo. Sin embargo, respondió todas mis preguntas tras mi Abrazo y puede hacer lo mismo por ti. Sin querer, Dre miró el espejo de la pared y se fijó en su reflejo. No había envejecido nada, pero el traje caro que vestía en vez de los raídos colores de los pandilleros era una señal de cuánto había crecido en los últimos veinticinco años. Se giró hacia Shelly. —Considera que estoy devolviendo un favor que me hicieron.
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