Pero no se atreven a hacer tal acusación más allá de un susurro, pues fue la Noche de Kupala la que permitió la existencia de nuestra Secta. En las noches de antaño, el termino Koldun se refería exclusivamente a la Hechicería Koldúnica. Pero ahora el término ha cobrado un nuevo sentido. Ciertos Demonios, desplazados de sus tierras ancestrales, han viajado hacia el Oeste, vendiendo sus servicios y habilidades como consejeros y magos a los prudentes Cainitas que desconfían de los Tremere. Estos Koldun practican necesariamente la Hechicería Koldúnica; la Vicisitud es lo bastante exótica para los vampiros del Oeste y los Tzimisce han tenido siempre cierta reputación de sabiduría (si bien algo maligna). Más de un príncipe del Oeste ha logrado la victoria gracias a las estratagemas de su visir Tzimisce.
Los Demonios conocen los caminos de la magia. Hay hechiceros entre ellos cuyo dominio en las artes mágicas rivaliza con un hechicero assamita. Los Tzimisce hablan respetuosamente de estos magos, llamándoles Koldun; en un tiempo hubo más de ellos, pero ahora son pocos. La mayoría, sospecho, fueron devorados por las repulsivas entidades con las que traficaban. Los Koldun tienen feudos a veces, pero es mucho más corriente que se retiren a aisladas torres y ruinas en los bosques. Allí practican sus artes y a veces adiestran a neonatos, dignos de ellos. Se sabe que incluso de unos pocos que han viajado hacia el Oeste en busca de sabiduría. No es ninguna sorpresa que la hechicería de los Koldun haga uso de todo tipo de rituales para conjurar y atar demonios. A lo largo de los siglos se han familiarizado mucho con los miles de espantosos diablos que embrujan esta tierra, invocándoles contra sus enemigos en noches sin luna.
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