Desde el siglo XIII comenzaron a llegar a Europa Oriental los primeros exploradores de los Ravnos gitanos, buscando lugares en los que asentarse con su congéneres mortales. Sin embargo, fracasaron, pues los habitantes de Europa Oriental no eran más tolerantes que los otros países que habían recorrido desde su larga migración de la India.
Los Taltos fueron una de las primeras familias en asentarse en Europa Oriental, y pronto resultaron esclavizados, no sólo por los gobernantes mortales, sino por los antiguos Tzimisce que dominaban la zona. Los propios Ravnos Taltos se convirtieron en agentes voluntarios e involuntarios de los viejos Demonios.
Por otra parte también existían conflictos entre los propios Ravnos gitanos, odios familiares que a menudo les llevaron a pelearse entre ellos. Los Taltos, enfrentados con los Torenu, finalmente decidieron abandonar los principados de Valaquia y Moldavia y se asentaron en el reino de Serbia, donde sufrirían un terrible debacle tras la Batalla del campo de los Mirlos de 1389, cuando los soldados otomanos cayeron sobre la familia Taltos y prácticamente la eliminaron. No habrían sobrevivido sin la ayuda de los Ravnos.
La familia Taltos comenzó a recuperarse desde el siglo XV, extendiéndose por la zona de los Balcanes y Europa Central, convirtiéndose en una de las facciones gitanas del clan Ravnos más numerosas. El auge de los nacionalismos y el odio contra los gitanos en el siglo XIX los llevó a emigrar o buscar nuevos territorios. Tras la Primera Guerra Mundial la mayoría de los supervivientes se encontraban en el reino de Yugoslavia.
Con la fragmentación de Yugoslavia a finales del siglo XX, que despertó un renovado odio nacionalista hacia las minorías étnicas y la Semana de las Pesadillas, la facción volvió a resultar seriamente dañada, y los escasos supervivientes están tratando de reconstruir de nuevo los fragmentos de su familia, dispersa por varios países.
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