La Camarilla es la organización más influyente de
toda la historia vampírica. Su propósito declarado es
preservar la Mascarada, un elaborado velo de engaño
sobre los ojos de los vivos para ocultar la existencia de
los Vástagos. Pero la Camarilla es mucho más. Es una
conspiración para preservar el poder de los Antiguos,
una sociedad secreta no-muerta que influye en los
negocios y la política global, lo más parecido a un
sistema de gobierno que tiene la Estirpe, y una unión
internacional de ciudades similar a las Naciones Unidas, todo ello con un Círculo
Interior central y una estructura de
Justicar y Arcontes que viajan por
el mundo para “mantener la paz”,
que responden ante amos sin
nombre. Los miembros de la Secta
mantienen una feroz postura
moral sobre la preservación de la
humanidad frente a los impulsos
de la Sangre y se ven a sí mismos
como los pastores de las ciegas
masas humanas, a la vez moralmente superiores e inferiores a sus
efímeros súbditos.
La mera edad, el poder y la
riqueza de muchos miembros de la
Camarilla y la reciente exclusión de
los Anarquistas de sus filas hacen que la
Secta sea claramente de clase alta. Éstos son los
monstruos que se esconden detrás de vestidos de
noche de 5000$, carteras de acciones meticulosamente
atendidas y refugios custodiados por esclavos de sangre
con uniformes de seguridad privada. Son el uno por
ciento del uno por ciento y ansían más. Sus peones
se colocan en la banca y en el congreso, donde hacen
tratos y aprueban leyes. Son maestros de la desinformación, la propaganda y el chantaje, y nunca dejan
un cabo suelto por mucho tiempo. Estas noches hay
mucho que atar, pero la Camarilla no duda en arruinar
vidas humanas y no-vidas vampíricas para proteger los
secretos de su influencia.
Para la mayoría de los miembros de la Camarilla,
Caín es sólo un mito, una metáfora de su maldición,
más que un personaje histórico. Dicho esto, muchos
todavía se aferran a sus creencias cristianas, judías o
musulmanas como a un clavo ardiendo, tratando de
encontrar significado y propósito en sus no-vidas.
La contrapartida de la Camarilla
en Oriente Próximo, la Ashirra,
se basa completamente en usar el
islam para atemperar los impulsos
asesinos de la Sangre.
Aun así, el
culto a los ancestros es una práctica extendida y aceptada en la Camarilla, con antiguos Matusalenes
como Mithras y el Dracon como
equivalentes a los santos. En algunos Clanes, los Antediluvianos
se han convertido en objetos de
veneración imaginados como los
ideales encarnados de sus linajes.
Una ciudad de la Camarilla se
dirige al estilo de una corte feudal,
aunque sus asambleas puedan parecerse más a reuniones en refinadas
salas de juntas o de burdos cárteles
criminales. La jerarquía es absoluta. En la cima está el Príncipe,
una criatura lo bastante impresionante o astuta como para ser
reconocida como el líder absoluto
de su dominio. Por debajo de él
están los miembros del Concejo
de la Primogenitura, representantes de las principales facciones de
la Camarilla en la zona. Ya sean
Antiguos de Clan o una reunión
de quienes poseen los mayores
territorios de Caza, hablan directamente con el Príncipe, quien
hará bien en escuchar sus consejos.
Más de un señor ha sido derrocado
por su propio Concejo.
Algunos
príncipes eligen a un Senescal, que
actúa como su asesor personal o lo
reemplaza cuando el Príncipe no
está disponible.
Cuando es necesario, la corte
se reúne en santuarios secretos
conocidos como Elíseos, a
menudo cambiando de ubicación
para mantener una privacidad
absoluta y usando una miríada de
engaños para ocultar los asuntos
vampíricos del escrutinio mortal.
Los Elíseos albergan fiestas,
ceremonias, negociaciones y
acalorados debates protegidos y
dirigidos por el Guardián y sus
heraldos, también conocidos como
Arpías. Uno puede esconderse
tras los cuartos oscuros de un
exclusivo club de fetichismo, otro
en un búnker nuclear sin usar, un
tercero en la colección Brancusi
del Guggenheim de noche.
Por normal general, el orden en
el dominio es mantenido por un
Sheriff, Gendarme, Condestable o
cualquier otro término local para
quien aplica la ley. Suelen ser más
sicarios que policías y la justicia
sumaria tiende a ser la norma, ya
que la Camarilla desaprueba ideas
modernas como el juicio justo. Si
te arrastran ante el Concejo para
pedir clemencia en vez de encadenarte a una azotea bajo el sol, has
tenido suerte.
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