Incluso en una ciudad como París,
dominada por la Camarilla, muchos Vástagos siguen siendo libres
y continúan ocultos de sus primos.
Sus historias son tan antiguas que
las Sectas parecen ser tendencias
pasajeras para ellos o tan recientes
que todavía mantienen relación
con la gente y los principios que les
importaban en vida. Son Autarcas,
están fuera de la sociedad.
En Ereván, Armenia, cualquier
intento de la Camarilla de establecer un Príncipe o Concejo de la
Primogenitura termina con una
caja de palisandro llena de cenizas
enviada a una dirección de correo
de Tiflisi. En Nueva York, hay
alrededor de cincuenta Vástagos
que simplemente se niegan a
alinearse con cualquier causa. Sus
ambiciones radican en proteger
sus propios linajes y comunidades
étnicas (lo que tiene que ver con
un terrible error en Ellis Island).
La Camarilla no tiene una patente
del orden. Sus Tradiciones ya
eran costumbre mucho antes de
convertirse en ley e incluso los
Autarcas que agachan la cabeza y
se mantienen fuera de la política
se rigen por ellas, o al menos por
variantes de ellas. Intenta entrar
en Little Odessa sin pasar por la
sala de vapor en Brighton Beach
Avenue y besar el anillo de Yurgi
como tu absoluta prioridad.
Entonces no, no todo “Príncipe”
es Camarilla o Anarquista. Un
dominio es controlado por un Clan,
otro por un grupo de conspiradores
sin rostro, un tercero por nadie
en absoluto, un cuarto por un
Aparecido que maneja los hilos
para su amo y así sucesivamente.
Para los Vástagos decididos siempre
hay una salida y la clandestinidad
está llena de personalidades
fuertes a quienes no interesan las
leyes predeterminadas y juntas
mensuales en el Elíseo. Cuando
todo fluye no puedes esperar que
todas las criaturas respondan o se
adhieran a las reglas que tú conoces.
Los Autarcas y los libres son un
recordatorio de que los Vástagos
son monstruos únicos, no naciones,
ejércitos ni religiones.
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