La vitae de Zao-lat fue drenada por los colmillos del más poderoso de los magi, y después los hechiceros procedieron a cazar y destruir a la progenie del Anciano. Durante muchos años los magi creyeron que habían tenido éxito, pero unos pocos Vástagos sobrevivieron y se esparcieron a los cuatro vientos. Algunos llegaron tan lejos como al África subsahariana y tomaron el nombre Bavili de Nkulu Zao: “las almas muertas de Zao-lat”. En otros lugares del mundo los vampiros que eran descendientes de Zao- lat han sido las víctimas recurrentes de otros clanes y de planes para destruir el linaje. En el mundo occidental, por ejemplo, los Salubri han luchado por sobrevivir y afirman ofrecer ayuda y secretos para que los vampiros puedan escapar de su condenación. La mayoría de los vampiros rechazan que los Salubri sean simples curanderos inofensivos y las cazas de sangre continúan.
En África, los Nkulu Zao han renunciado a ofrecer “curación” de la maldición de Cagn a los otros Laibon. Ocultos en las profundidades de las selvas y en yermos y desiertos, los Chupaalmas hacen lo que pueden y deben para sobrevivir. La mayoría creen que todos los demás vampiros quieren destruirles, gracias en gran medida a la mortal efectividad de la propaganda Tremere. Los Nkulu Zao son auténticos Chupaalmas, y se han convertido en lo que muchos vampiros sospechaban desde hace tiempo, y sus temores han creado terribles demonios. Y aunque los Nkulu Zao creen que alcanzar la Golconda es posible, muchos han llegado a volverse tan paranoicos que ni siquiera confían lo suficiente en los mortales como para Abrazarlos, mucho menos para llevar a otros vampiros hacia la rumoreada salvación que ofrece la Golconda. Sin embargo, han surgido rumores de que los Nkulu Zao han descubierto que la Golconda no existe y creen que la Maldición de Cagn es preferible a la condenación.
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