Cada vampiro empieza con tantas
Piedras de Toque como Convicciones: humanos que representan lo
que solías valorar en vida, alguien
que represente o parezca encarnar
una de tus Convicciones. Si se
pierde, la Convicción se pierde
también.
Una Piedra de Toque debe ser
un ser humano vivo; conectar con
la Humanidad a través de lo inhumano es, como poco, dar un rodeo
innecesario.
Una Piedra de Toque puede ser:
• Un cónyuge, amante o padre
aún vivo.
• Un hijo humano o, para los
vampiros más viejos, un descendiente de tu linaje.
• Un humano que es exactamente
igual que alguien a quien amaste en vida.
• Un humano que admiraste en
vida o un descendiente suyo.
• Un humano relacionado con
alguien que mataste al inicio de
tu no-vida: alguien que juraste
que no deberías haber matado
porque, en realidad, no eres
ningún monstruo.
• Alguien a quien has llegado a
considerar como una persona
decente incluso ante tus ojos:
un voluntario en una protectora de animales, un sacerdote,
una enfermera, un trabajador
social o una amable anciana del
vecindario.
• Alguien que representa algo
que te era muy querido en vida
y a lo que todavía te aferras: un
soldado, un jugador de béisbol,
un músico o artista, un clérigo
de tu fe.
• Alguien que vigila, simboliza
o protege algo que valoras: el
portero del edificio donde
solías vivir, el policía que hace
la que fue tu ronda, un periodista comprometido, la madre
soltera que vive en la casa de
tu infancia o el jardinero que
cuida de tu sepultura.
Las Piedras de Toque proporcionan vínculos con tu Humanidad y
también una base mecánica para
ella.
Ejemplo: Torfi crea dos Piedras de Toque
para su personaje: un hombre joven
que acaba de adquirir creencias
xenófobas y se ha juntado con
malas compañías, y el padre de su
personaje, que aún vive y cree que
su hijo murió hace años.
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