Sin embargo, los Abrazados en décadas recientes usan el término cada vez más entre ellos (“apropiarse la palabra de la v”), reclamando así ese estatus a pesar de lo diluida que está su Sangre. Cuando se les cuestiona, responden: “¿Quién tiene más derecho a ese nombre? ¿Los que de verdad habitamos la noche o los monstruos míticos de las películas?”. Los vampiros no pueden permitirse demasiadas ilusiones; como depredadores, su existencia depende de engañar a sus presas, no a sí mismos. Ya se llamen a sí mismos Vástagos, chupópteros o vampiros, se enfrentan a ciertas verdades inmutables.
Ser un vampiro es verse impulsado por un Ansia irracional hacia la sangre humana y por el legado inmortal de tu Sangre vampírica. El Ansia te empuja a un Frenesí asesino y te incita a saciar tu sed en las venas de los mortales. La sangre humana que bebes se transmuta y resuena, concediendo no sólo éxtasis, sino también inmortalidad; no sólo extraños Poderes, sino también esclavitud. Más que la mayoría de nosotros, los vampiros son lo que comen. Más que la mayoría de nosotros, los vampiros deben retener su Humanidad si quieren ser más que eso.
0 comentarios:
Publicar un comentario