Los dhampiros encuentran una gran variedad de justificaciones y estrategias para enfrentarse a su herencia. Algunos maldicen a sus padres no-muertos y los buscan para matarlos, esperando que tal acción pueda purificarles de su propia oscuridad; otros expresan su hostilidad de una manera más general, convirtiéndose en cazadores. Algunos deciden que deben estar irrevocablemente manchados con el mal y se ponen a buscar un poder oscuro digno de su servidumbre (han comenzado a circular en la ciudad de Méjico historias sobre un dhampiro que cree firmemente que es el Anticristo). Muchos son inconscientes de su ascendencia vampírica o rehúsan creen en ella; en vez de eso, escogen verse a sí mismos como médiums, iluminados o tocados por una deidad cruel. Un pequeño número tienen el suficiente contacto con sus padres vampiros como para aprender lo que estos puedan saber sobre el mundo de los no-muertos (que normalmente no es mucho).
Esto puede ser a la vez bueno y malo. Por un lado, el apoyo de "alguien que comprende" puede ser de gran ayuda a la hora de capear los perturbadores cambios producidos por la vitae de la Estirpe. Por otro, si alguna vez te has avergonzado de dejar que un amigo conozca a mamá y a papá porque visten de modo raro o hacen bromas malas... Sean cuales sean los detalles, cada dhampiro debe lidiar con la misma oscura herencia. Ejercer la fuerza de la sangre es una fuente de exultante placer, una pálida sombre del Beso del vampiro, no quizá, pero también una tentación mortal. Aunque los dhampiros no necesita alimentarse como los vampiros (de hecho, la mayoría no profesan ningún gusto por la sangre mortal), la vitae perdida se repone sólo gradualmente y la debilidad anémica y la desilusión emocional que resultan pueden ser devastadoras. Algunos dhampiros se vuelven más adictos a la prisa por utilizar sus Disciplinas y se vuelven hacia poderosos estimulantes en un esfuerzo por reproducirlo. Otros descubren un sustituto mucho más potente: la sangre de Vástago.
La bestia es una espina mucho más grande. Es verdad que un vampiro se encuentra a menudo con la clase de provocación que puede causar una rabia homicida; pero sólo hace falta un incidente así para romper una relación, destruir una amistad o hundir una prometedora carrera. E incluso las molestias pequeñas pueden acumularse. Cuando un dhampiro de diecisiete años vuelve a casa conduciendo por un atasco después de un día de suspender sus asignaturas para descubrir que su novia ha cancelado su cita y que el gato está vomitando en su cama, su rabia puede exceder todo lo que haya conocido antes.
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