El Equilibrio del Corazón

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Resulta difícil para una momia expresar qué se siente siendo un inmortal. El periodo de adaptación a su nueva existencia no es el mimos para todas las momias. Todos los ancianos tem-akh egipcios han pasado miles de años en la otra vida y esta experiencia les ha conferido una increíble cantidad de sabiduría y recuerdos acumulados. Sin embargo, las Amenti sólo heredan una fracción del conocimiento del antiguo espíritu ya que el resto desapareció con los vientos desgarradores de la Dja.akh. Puede que un gran guerrero fuese también una sabio y erudito, pero si sólo sobrevivió su khaibit a la tormenta fantasmal, proporcionará a la Amenti sólo la habilidades marciales y de supervivencia que poseía en su Primera Vida. Sea cual sea el aspecto de la concepción del alma egipcia que represente el tem-akh, la fuerza y pureza de la unión de un alma moderna con otra antigua puede variar. A veces la fusión  de los recuerdos milenarios con una mente actual es perfecta. Lo más frecuente es que las distinciones culturales sean demasiado extremas como para dar lugar a una unión sin fallos.

Para contribuir a la unión y conservar la consciencia dual de la Amenti, cada espíritu reprime los recuerdos de su vida que sabe que pueden molestar a su compañero. Es posible que la nehem-sen desease a su hermano en secreto durante la Segunda Vida, pero las relaciones incestuosas estaban perfectamente aceptadas en la antigua cultura egipcia, así que el tem-akh enterrará de forma instintiva los recuerdos de su matrimonio con uno de sus hermanos. De igual manera, las dos porciones llegan a un compromiso en las cuestiones de pensamiento y personalidad. El fragmento de un genio puede inspirar a un deportista cabeza de chorlito, mientras que un brillante científico estaría distraído por los impulsos francamente simplistas de la khaibit. A pesar de estos ajustes, el alma moderna sigue siendo la dominante en la unión. Es cierto que el tem-akh se hace sitio quemando la porción defectuosa o débil del nehem-sen, pero aunque no puede jactarse de poseer recuerdos milenarios, la mezcla de espíritus contiene mayor proporción de un ser. La unión es análoga a la relación que cualquier mortal tendría con su conciencia: el tem-akh es parte del todo y aunque posee cierta idiosincrasia, es indivisible.

El venerable espíritu completivo sigue cumpliendo la misma función que en vida, reflejado sólo parte de una personalidad. De esta forma, una khaibit suele acomodarse en lo más profundo del subconsciente del Renacido y perfeccionar el id con instintos de batalla bien agudizados, mientras que un sahu generalmente refuerza la conciencia y promueve una moralidad más elevada. Aún así, a veces el espíritu egipcio está tan enterrado que la momia moderna lo siente más como recuerdos inconexos de una vida pasada. Puede que algún individuo de mente particularmente científica se niegue a creer que el tem-akh sea algo más que otra faceta de su mente. En raras ocasiones los dos espíritus son tan divergentes que a veces ni siquiera llegan a unirse del todo y estas Amenti fracturadas raramente sobreviven al Hechizo de la Vida: los Jueces de Maat alargan su mano y envían al tem-akh y al nehem-sen a sus lugares de descanso respectivos.
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