Los Vínculos de la Fe
Los actuales restos de los antiguos cultos han heredado abundante sabiduría y poder místico de las enseñanzas espirituales que les impartieron Isis y su divino marido. Estos cultos han experimentado todo tipo de situaciones que van desde el dominio político hasta la persecución más enconada, en el tiempo entre la cúspide de su poder durante el periodo dinástico de la historia egipcia y su casi total destrucción con los gobernantes posteriores a Ptolomeo. Han caminado con los dioses y han soportado la furia de los demonios. Sus enseñanzas se han extendido tanto que han llegado a cada rincón del mundo ocultista occidental, e incluso aparecen en libros de bolsillo y novelas románticas de usar y tirar. A pesar de sus ancestrales vínculos con las momias Shemsu-heru y otros místicos egipcios, los cultos de Osiris e Isis poco a poco se desmoronaron como tumbas olvidadas en el desierto. Cada año se iban perdiendo más secretos a medida que la fe se iba erosionando con las arenas del tiempo y el dios y su hermana se desvanecieron en la leyenda y la ignorancia. Los cultos se fragmentaron a causa de discusiones intrascendentes sobre el poder temporal, e incluso algunos de sus miembros recurrieron al abrazo de los seguidores vampíricos del dios oscuro, Set. Los cultos se quedaron sin nadie que les orientase y se desviaron de la senda de Maat como hijos perdidos. Apofis observó todo con satisfacción mientras Osiris seguía sentado inmóvil sobre su trono.
Cuando Osiris entró en la Red de Fe para escapar de la furia incesante de la tormenta fantasmal provocada por Apofis, los fieles le sintieron y se regocijaron. El señor de la Vida no les había abandonado. Los místicos, dispersos por todo el mundo, volvieron con convicción renovada a las antiguas doctrinas casi olvidadas por el tiempo. Sin embargo, tan grande fue la corrupción de Apofis, que no todos creyeron las visiones, puesto que varias de las facciones de las sectas modernas, cegados por la riqueza y poder materiales, tacharon a esos videntes de falsos profetas y los expulsaron. Los que confiaron en la sabiduría de los oráculos escucharon sus nuevas y recibieron revelaciones como las que no había desde los tiempos más religiosos, en los que se reverenciaba a los más devotos. Los sacerdotes de Isis y Osiris más iluminados regresaron a los lugares santificados desde el comienzo de los tiempos y cuando llegaron allí los fallecidos, tambaleándose, arrastrándose y abriéndose camino hacia la Tierra Santa, guiados por sus espíritus tem-akh, los cultos de Isis y Osiris les esperaban con los brazos abiertos. Los mortales habían escuchado la llamada de su rey y luchaban por ayudarle a crear un ejército de luz eterna que pudiese derrotar a la inminente oscuridad.
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