Las Tierras de los Muertos están azotadas por la furia de la Dja-akh la tormenta fantasmal, que se manifiesta en Neter-khertet como una tempestad de furia incesante, en la que los aullantes vientos espirituales y la arena de almas castigan a los que no busquen refugio. La fuerza de la tormenta varía según la zona y el lugar sin aparente sentido ni orden lógico. En general los lugares donde el Manto es más débil suelen ser las zonas donde la Dja-akh está más en calma, quizás debido a la influencia de las Tierras de los Vivos. Por tanto las zonas de las Tierras de las Sombras en torno a lugares sagrados antiguos y sitios parecidos son los emplazamientos más seguros… aunque esto no quiere decir en absoluto que sean del todo seguros. La tormenta fantasmal es una fuerza que hay que temer, incluso las momias inmortales. En sus momentos más débiles la Dja-akh causa ocho dados de daño letal cada turno a cualquier espíritu que se vea atrapado en ella.
En la cumbre de su poder, la tormenta causa el doble de daño. Ruge sin orden ni concierto atravesando el Mundo Subterráneo, pero suele aparecer con más frecuencia en las denominadas regiones “superiores” de Neter-khertet, y en los reinos similares de las Tierras de las Sombras. La tormenta hace el viaje sea muy peligroso en las Tierras de los Muertos. Las momias poseen algunas habilidades Hekau que les permiten resistir el daño de la tormenta fantasmal. También existe un número considerable de refugios en los que los espíritus pueden refugiarse contra la tormenta en las Tierras de la Fe.
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