Los egipcios consideraban al sahu la porción incorruptible e imperecedera del alma que continuaba el camino al cielo. Los escritores griegos la llamaron más tarde la conciencia superior, más conocida como eidolon y en los siglos posteriores se comparó con el concepto cristiano de alma. Las diversas interpretaciones coincidían en la recompensa del espíritu de una eternidad de paz infinita, conocida entre los antiguos egipcios como los Campos de A'aru. Por desgracia el sahu se veía privado en ocasiones del supuesto descanso final por haber tergiversado los principios de Maat. El poder de Apofis se hizo tan grande que incluso podía envilecer el sahu si la persona era suficientemente mezquina, cruel y corrupta. Mientras el Corruptor se alimentaba de las demás esencias del individuo, el inmortal sahu caído era obligado a servir a la gran bestia, pero afortunadamente era raro que se produjese una corrupción tan apabullante, y además, una vez el sahu alcanzaba la gloria de A'aru, estaba a salvo de las depredaciones de Apofis. O eso pensaban los sahu. La destrucción de Amenti y la devastación que sufrió el Mundo Subterráneo sacó a los sahu de A'aru como cruel recordatorio de la deuda que aún tenían con los vivos. Hacia mucho tiempo que muchos habían dado la espalda al destino de las demás partes de su ser colectivo y otros simplemente habían perdido toda esperanza de reunirse con las otras porciones de su espíritu y se reconfortaban con las comodidades celestiales. La repentina destrucción del resto de su ser espiritual en la Dja-akh cortó como una khopesh ensangrentada la serenidad que los sahu se habían ganado en el paraíso, e incluso los sahu que se encontraban atrapados por Apofis sintieron la oleada de dolor que les atenazó tras la perdida del resto de su ser.
La bestia solo se rió de su nueva agonía, pero el Corruptor, sin saberlo, ofreció a estos sahu caídos la oportunidad de redimirse, ya que tuvieron una visión de sus errores pasados, forjada en los fuegos del dolor del mundo, que les proporcionó la fuerza para escapar de la presa de Apofis. Ya volviesen de un cielo ignorante de la oscuridad que cubría el mundo actual o huyesen de un infierno en el que pagaban por la participación de su caída, los sahu recordaron los antiguos principios de Maat y agitados (pero con un sentido de la responsabilidad aún mayor) volvieron a hacer caso al reino mortal. Encontraron un mundo muy diferente al que habían dejado atrás, en el que inmensos cambios habían provocado que casi nada fuese igual, hasta el punto de que ni siquiera la tierra ancestral era casi irreconocible. Sólo quedaban pirámides y tumbas ruinosas, aunque el atemporal Nilo seguía fluyendo como siempre lo había hecho. De las antiguas costumbres sólo quedaban los Inmortales, los antiguos receptores del Hechizo de la Vida, y facciones dispersas de mortales que aún seguían las enseñanzas de su dios rey. Pero lo que les impresionó aún más que las transformaciones provocadas por la historia fue comprobar el grado en que se había desequilibrado Maat. A pesar de su deseo de regresar a la paz de A'aru, los sahu sabían que tenían una responsabilidad evidente. Después de haber conocido la perfección del cielo, muchos consideraban el mundo de los vivos un lugar oscuro al que le faltaba la luz divina y se veían a sí mismos como los portadores de esa luz. Asumieron el nombre de Mesektet, los Soles Nocturnos o Embarcaciones de Ra.
Los sahu buscan a mortales cuya vida se basase en el engaño, la superficialidad y la estupidez de una mente corta de miras para completarlos, a gente dominada por el deseo de mentir o engañar. Tales individuos se distinguen por su impaciencia y están dominados por las preocupaciones temporales, lo que le impulsa a mentirse a sí mismos y al resto. Un charlatán que busca dinero rápido, un soñador que sueña para escapar en lugar de recibir inspiración, un político que busca los votos sin planes de futuro... son todos ejemplos de personas con las que los sahu desean unirse. El tem-akh proporciona integridad a la unión (es decir, hacer lo que dice) y honestidad (decir lo que hace). Aunque la resurrección devuelve al sahu al mundo mortal, no elimina el vínculo del espíritu con lo divino. El Mesektet reconstruye su cuerpo y espíritu basándose en la pureza dorada de Ra, ejecutando un reflejo terrenal del baile eterno del dios sol por el cielo en una batalla interminable contra el oscuro Apofis. Mientras está en el cielo, el Mesektet es tan poderoso como cualquier momia, pero al caer el sol, se queda mortalmente extenuado y debilitado. Algunos afirman que el fragmento sahu del Mesektet proporciona a Ra fuerza para continuar su batalla en la oscuridad, mientras que otros opinan que se permite al sahu regresar brevemente a los gentiles campos de A'aru durante ese tiempo. Sea como sea, está claro que la noche debilita al Mesektet. Se dice que los designios de Maat están escritos en las estrellas. Los Soles Nocturnos ven esas estrellas con una claridad espiritual carente de obstrucciones nebulosas y engañosas del mundo. Nadie puede atisbar el plan del Creador con tanta claridad como aquél que ha caminado por la tierra prometida. Esa comprensión no quiere decir necesariamente que los Mesektet sean simplemente visionarios acomodaticios que esperan a que se hagan realidad sus revelaciones. Con la práctica, estas momias pueden invocar los fuegos del cielo y dirigir las tormentas.
La hajj: El mayor problema del sahu a la hora de llevar a su anfitrión mortal a la Red de la Fe es la condición exclusivamente diurna del espíritu. Viaja como cualquier otro cadáver animado durante el día, pero debe dormir por la noche, por lo que el sahu no sólo pierde tiempo al anochecer, sino que también durante el día al buscar un refugio seguro antes de que se ponga el sol.
La Tercera Vida: El pago de los errores propios marca el comienzo de una nueva vida para el Mesektet. La vida del mortal estaba casi con toda seguridad construida en torno a la explotación del prójimo y la unión con un tem-akh que ha conocido la perfección del paraíso le inspira para expiar sus errores del pasado. El Mesektet enfoca las artimañas que antes usaba para fines vergonzosos en la redención. De todas las Amenti, los Mesektet son los que con más frecuencia regresan a sus vidas anteriores y actuando de forma subrepticia o abierta, la Embarcación de Ra intenta reparar a la familia rota que abandonó, restaurar las vidas que destrozó o eliminar los sucios mecanismos que dispuso para dañar a otros. Intenta aprender cuándo es el momento de rebelarse y dónde poner los límites. Al tiempo que la momia acepta los recuerdos del cielo y avanza en su comprensión de Maat, debe también determinar la mejor manera de usar sus talentos. Gracias a las visiones que les otorga la magia Celestial, los Mesektet suelen presagiar futuras tragedias o actuar según conocimientos secretos.
Su acceso a información oculta y su experiencia en Aáru tienen como consecuencia una necesidad de hacer que se cumpla la voluntad divina. Es muy probable que deba experimentar lecciones muy duras mientras aprende a equilibrar su capacidad de cambiar el destino con el impacto que tales interferencias pueden tener. Cada palabra y gesto se convierte en un instrumento de revelación y debe asegurarse de que los designios de los dioses quedan ocultos a la vista de los que intentarían subvertirlos. A la manera de un profeta, la forma de hablar de un Mesektet puede volverse críptica y sus acciones inescrutables. Irónicamente, los demás pueden considerar este comportamiento un signo de divinidad, así que ha de tener cuidado de que los seguidores demasiado entusiastas lleven a las últimas consecuencias sus palabras. Idealmente, el Mesektet no hace que otros tomen decisiones, pero les ayuda a aprender habilidades que les permitirán escoger lo más correcto por sí mismos.
Afiliaciones: Los Mesektet se ven atraídos por los lugares donde los mortales imparten justicia o el flujo de información ayuda a mejorar el mundo que les rodea. Están divididos en partes iguales en lo que respecta a su apoyo a los dos grupos principales de Amenti. Muchos se unen a los Shemsu-heru por lealtad al padre Horus, Osiris, porque consideran el mandato del Vengador un reflejo del cielo en la tierra y les llena de nostalgia por la perfección de A'aru. Esperan que al dotar a los seguidores de Horus de su clarividencia ayudarán a restaurar a Maat y regresarán a A'aru antes. Otros se unen a los Hijos de Osiris, con la creencia de que el único con el que comulgan del todo es con el Señor de la Vida. En cualquier caso, mantienen vigilados a los Sefekhi para evitar problemas.
Creación del personaje: Los mortales que se convierten en Mesektet solían ser inmorales y avariciosos antes de la resurrección y por ello los atributos dominantes son Carisma, Manipulación y Astucia. Los Atributos Físicos suelen ser secundarios para los Soles Nocturnos ya que hace tiempo que los sahu trascendieron al reino material y el alma moderna solía ser demasiado perezosa para desarrollar esas cualidades. La extravagante mezcla de tosca picardía y sabiduría divina conlleva que muchas de las Habilidades principales de las Mesektet incluyan Subterfugio, Alerta, Meditación, Cosmología y Ocultismo. En su nueva vida, la Embarcación de Ra busca maneras de alterar las vidas de los demás, pero de forma solapada al mismo tiempo. Cumple la voluntad divina tal y como la ve, pero intenta esconder su letargo nocturno ante los demás. Los tem-akh sahu suelen escoger a abogados deshonestos, periodistas sin escrúpulos y policías corruptos y se convierten en personas completamente diferentes.
Hekau primario: Celestial.
Determinación: El Yo Eterno o Perfecto. La senda del futuro es un camino visible, aunque confuso, para aquellos con dotes de oráculo o energía divina. Los egipcios denominan este conocimiento del destino "kismet". El Mesektet pasa gran parte del tiempo buscando señales de su destino e intentando cumplir la voluntad de los dioses. Esta búsqueda le permite prever los acontecimientos futuros, bien mediante sus propios poderes como oráculo o por iluminación divina. Cada día el Mesektet tiene una reserva de dados igual a su puntuación de Equilibrio que el jugador puede emplear para volver a tirar en cualquier acción que haya intentado acometer. Se aplica el nuevo resultado, sea peor o mejor que el original: el destino no siempre aprueba que interfieran con su curso, ni los dioses conceden siempre los caprichos de sus seguidores. El jugador puede usar cada dado de su reserva de predicción sólo una vez por día (en tiempo de juego), pero puede escoger la cantidad que desee usar en cada tirada hasta agorar la reserva de ese día. La reserva vuelve a llenarse con el primer rayo de sol matutino.
Deuda: Cada Mesektet está estrechamente vinculado al ciclo de Ra. Desde que el sol se pone hasta que comienza a aparecer en el horizonte, el espíritu sahu sufre una especie de eclipse. Algunos piensan que el sahu está ayudando a Ra en su pugna nocturna con Apofis durante estos períodos y otros sospechan que el sahu se escabulle para volver a disfrutar de las delicias de A'aru durante unas pocas horas. Sea cual sea el motivo, el Mesektet queda debilitado y confundido tras la marcha de su sahu. Para reflejar esta condición, todas las reservas del personaje pierden dos dados por la noche. Muchos Mesektet pasan este tiempo durmiendo en un estado cercano a la muerte, valiéndose de sus socios y de poderosas protecciones para defenderse. Los Mesektet más devotos (o Fanáticos) luchan contra la oscuridad, considerando su letargo o el precio que deben pagar por la oportunidad de volver algún día a A'aru.
Cita: "Las sombras y los secretos se aclaran ante tu mirada después de haber visto el resplandor del cielo."
Puntos de Vista:
Kher-minu: Los Custodios de Tumbas fueron antaño nobles guardianes, pero ahora son cobardes. Temen demasiado a la muerte, ¿han olvidado acaso que somos inmortales y que nos aguarda la gloria en la otra vida?
Khri-habi: Los Portadores de Pergaminos nunca llegaron a alcanzar A’Aru, pero su intento de hacerlo fue noble. Crearon una estación de paso para las almas perdidas y esperaron fielmente el despertar de Osiris.
Sakhmu: Los Cetros Espirituales preparaban el camino hacia el cielo enviándonos a la otra vida con todo lo que necesitábamos. A cambio nosotros intercedíamos por ellos en el cielo. Así ha sido y así será.
Sefekhi: En el Paraíso nunca ha habido tales bestias. Cuando restauremos a Maat no habrá sitio para tales bestias. Son espadas a moldear en guadañas cuando ganemos la guerra.
Udja-sen: Los jueces han considerado oportuno darles una segunda oportunidad a estos estúpidos. Los vigilaremos de cerca.
Los Otros: Nunca se ha visto a nada como ellos en el Paraíso, pero los senderos del cielo son inescrutables. Las estrellas sugieren que cumplen un papel importante en el plan del Moldeador.
Si te gustó o fue útil no olvides compartir
Suscribirse a:
Enviar comentarios
(
Atom
)
0 comentarios:
Publicar un comentario